En entrevista con POR ESTO!, el Arzobispo de Yucatán, Monseñor Gustavo Rodríguez Vega, dijo ayer que es triste saber que ha aumentado la violencia intrafamiliar.
Asimismo hizo algunas recomendaciones para que las familias puedan corregir ese rumbo equivocado.
Este es el texto completo:
–En estos tiempos es cuando más nos necesitamos. Y ya que la convivencia es obligada, entonces es importante que pongamos cada uno de los miembros de la familia lo mejor de nosotros mismos para evitar la violencia. Nos conocemos perfectamente bien unos a otros dentro de la familia. Ya sabemos cuál es el botón con el que, si lo oprimimos, vamos a ofender, vamos a lastimar, vamos a provocar alguna discusión; por eso es importante tomar en cuenta que tenemos que detenernos a tiempo, y también hay que recordar que el fuego no se apaga con fuego, sino con agua. Si alguien se desespera, si alguien habla de más u ofende a los demás, que no se le pague con la misma moneda, porque entonces no sabemos hasta dónde pueden llegar las consecuencias.
Que en alguien quepa la cordura y sepa poner freno y sepa detener a tiempo lo que está empezando a suceder. Pidan al Señor como familia que haya paz dentro de la familia, pero también que cada uno ponga su mejor esfuerzo, particularmente los papás, que pongan su mejor esfuerzo porque sea respetada la esposa, la mamá, y para que todos se den su lugar y se respeten unos a otros. Hay que poner paz a tiempo. Y en la oración familiar hay que pedir para que se mantenga esa paz, para que prevalezca el amor que de hecho hay dentro de la familia.
Ayudarse unos a otros en la Iglesia doméstica
–Señor Arzobispo, ¿cuál es el papel de la familia en esta crisis del Covid-19?
–La familia es la célula de la sociedad, la familia en la Iglesia la consideramos Iglesia doméstica. De hecho el matrimonio católico, el sacramento, en eso consiste, en que hombre y mujer se unan por Cristo con Él y en Él. Bien, pues ahora en esta situación de crisis de la pandemia del Covid-19, mucha gente que no estaba acostumbrada a convivir con la familia ahora lo tiene que hacer; ahora no hubo vacaciones, no hubo viaje, y tampoco, en el caso de la gente que acostumbra ir a la iglesia, hay salida a la iglesia. Así es que todo es convivir en familia. Pues el papel de la familia es ayudarse unos a otros a convivir. A encontrarle sentido a lo que parece no tener sentido. Entre todos apoyarse, entre todos alegrarse, porque hay muchas cosas más allá de lo que podemos hacer fuera de la casa: comer juntos, orar juntos, convivir, jugar, es el tiempo de sacar el dominó, la lotería, la baraja, etcétera, estar juntos, ver alguna película, hay mucho que hacer.
La familia de sangre es muy sagrada
Yo creo que la familia es la razón de ser de nuestra existencia. Venimos de una familia y salimos de una familia para formar otra familia. En el caso de las religiosas, los religiosos, para integrarse a una familia religiosa. Los sacerdotes, para integrar a los hijos de Dios a convivir en familia. Pero la familia de origen, la familia de sangre, es algo muy sagrado que en estos momentos tenemos que aprovechar, y que la familia es el mejor apoyo que vamos a tener. Algunos quizá no puedan estar cerca de sus familiares, pero desde lejos los tenemos a todos en el corazón.
Convivir y seguir las misas en familia
–Por otra parte, don Gustavo: ¿Qué oportunidades de acercamiento a Dios ve usted que tenemos ahora como familia?
–Pues quizá para muchos sea difícil la convivencia en familia. Estamos acostumbrados a pasar mucho tiempo fuera de casa, entonces nuestro acercamiento a Dios es en primer lugar la reconciliación con la misma familia. El saber convivir o reaprender a convivir todos en familia. Y como ya les he dicho: la oración en familia. Esa oración tiene mucho valor. Cada uno puede rezar por su lado, pero juntos pueden rezar el rosario, pueden rezar el Vía Crucis, pueden leer las lecturas de la Palabra de Dios. Pueden seguir la transmisión de la eucaristía o de alguna otra celebración durante la Semana Santa, así es que la familia junta se va a santificar, habrá signos muy particulares de la Semana Santa que puedan vivir en familia. Que puedan poner su ramo el Domingo de Ramos fuera de casa. El Jueves Santo podrían lavarse los pies unos a otros, o los mayores a los menores. El Viernes Santo un rito de adoración a la cruz juntos en familia, la cruz principal que haya en la casa. Y el Domingo de Resurrección, la noche del sábado al domingo, seguir la celebración litúrgica, pero también encender una vela y si tenemos ya un cirio, pues encender ese cirio. Seguir pues toda la celebración litúrgica de la Semana Santa, en familia.
–Señor Arzobispo, tenemos una pregunta más: ¿Cómo hacer presente a Dios en la familia durante este tiempo de contingencia, durante esta Semana Santa en particular?
–Pues en primer lugar darnos cuenta de que Dios siempre está con nosotros. Dios vive en medio de nosotros, solamente que en algunas familias Dios pasa como un perfecto desconocido al que nadie le pone atención, del que nadie se da cuenta. Es tiempo de tomar conciencia de que Dios está ahí en nuestro hogar: Si está en el corazón de cada uno, tocando la puerta, también está dentro de la familia para ser recibido, y diciendo: “Mira que estoy a la puerta para ser recibido y llamo. Si alguno oye mi voz y me abre, entraré en su casa, y cenaré con Él y el conmigo”. Ese es un pasaje del Libro del Apocalipsis. Así es que Dios ya está en medio de nosotros. Lo que hace falta es tomar conciencia y quizá no tenemos la costumbre o la hemos perdido de orar juntos al sentarnos a la mesa para tomar los alimentos.
Los dos primeros pasos
En esta parte, don Gustavo señaló:
–¿Cuántas familias quizá habrán perdido la costumbre de sentarse juntos? Entonces se trata primero de recuperar esa costumbre de sentarse juntos, luego la costumbre religiosa de orar dando gracias a Dios por los alimentos. Y, bueno, hay oraciones que pueden ser personales en la mañana, al levantarnos, o en la noche al acostarnos, pero también pueden ser comunitarias si la familia se pone de acuerdo. Una oración comunitaria en la mañana y en la noche, pero sobre todo tratar de seguir las celebraciones litúrgicas que se transmitan, seguirlas juntos como familia, verán que Dios se hace presente, que Dios se hace sentir, y que cuando termine la contingencia, les van a quedar ganas de seguir conviviendo con la familia. Ojalá que se pueda llegar a algunos acuerdos para que cuando pase la contingencia, como la convivencia interfamiliar pues va a disminuir, que por lo menos se establezcan algunos compromisos para seguir reuniéndose. Dios está en la familia, pero quiere ser tomado en cuenta. Que sea muy tomado en cuenta en esta Semana Santa –concluyó el Arzobispo.
(Roberto López Méndez)