Yucatán

'¡No sabe lo feliz que soy!”

Afirma Laura Castillo Solís, con 40 años de servicio en el magisterio

La profesora Laura Castillo Solís se detiene un momento y echa sus pensamientos hacia el pasado, cuando empezaba su profesión en La Barca, Jalisco, hace 40 años, y recuerda que durante una Navidad con sus alumnos, a finales de los años setenta del siglo pasado, tuvo que llevarles su piñata a bordo de una carroza fúnebre.

“Con mi hermano tuve que caminar un montón, no sé cuánto, porque no venía ningún coche hasta que lo único que se asomó fue una carroza y en ella llegamos hasta el pueblo de Las Canarias a llevarles su piñata a los niños. Todo era, entonces, muy tranquilo, muy pacífico, no como ahora que hay violencia por todas partes”, contó la profesora a POR ESTO!

El cronista debió platicar con ella por teléfono. No es lo que uno como periodista quisiera, porque no miras a la persona a los ojos, no sientes sus palabras, no constatas sus emociones y sus afectos, pero la pandemia nos ha confinado a eso, a la distancia.

De hecho 372 maestros y maestras con 30, 40 y 50 años de servicio recibieron ayer sus estímulos económicos y sus medallas a la puerta de sus domicilios. Por instrucciones del Gobernador Mauricio Vila Dosal, personal de la Secretaría de Educación del Estado, siguiendo los protocolos sanitarios y de distanciamiento social, se encargaron de llevar estas distinciones hasta la puerta de los hogares de los profesores, a fin de que no tengan que salir y poder protegerlos del coronavirus.

Galardonados

En el marco del Día del Maestro, fueron 372 docentes los distinguidos. Este año, 306 maestras y maestros son galardonados con el reconocimiento “Raquel Dzib Cicero”, 57 con la condecoración “Ignacio Manuel Altamirano” y 9 con la medalla “Pablo Moreno Triay”.

Y así, luego de recibir su cheque, que dijo que utilizará para una operación de sus ojos, la profesora Castillo Solís, maestra de aula de quinto grado, contó que cuando comenzó su labor, en La Barca, Jalisco, “nos íbamos en raid para ir de un lugar a otro, y se nos trataba bien. Se empezaba a escuchar lo del carro rojo, pero aún confiábamos en la gente en vehículos extraños”.

“Los paisajes me encantaban, todavía disfruto ese verdor, los surcos de la tierra, los sembrados. Pero eran, la verdad, muy pobres, hasta mis faldas les daba a las niñas para los bailables improvisados de la tarea. Recuerdo a Juanita, a María José. Después de eso a Jalisco solo he ido una o dos veces a Guadalajara, este año era mi ilusión regresar y despedirme, pero eso ya no está así, cuando llegué a Ocotlán eran cien mil habitantes, ahora es un millón, es una zona metropolitana”.

Narró que entre sus alumnos varios llegaron a ser doctores, abogados. Pero también se acuerda de los que se adelantaron al más allá en accidentes, en situaciones difíciles. Hubo uno de Celestún que murió en un accidente. Pero “me acuerdo de tantos niños y niños, en promedio haber atendido a mil 200 niños y niñas, a lo largo de mi carrera”.

–¿Y usted cómo ve ahora la educación con eso de que ya no regresarán a clases presenciales y todo es por redes sociales o videoconferencias?

–La verdad es que es muy difícil esa situación para los niños, tenemos los medios en las casas, pero la situación es la comunicación, hay quienes no tienen ni para el crédito de su celular, no pueden acceder. Hemos estado en contacto con ellos de la nueva plataforma de Class Room que se emplea, pero solo 10 son los que entran, otros por WhatsApp. No es fácil, es muy difícil, ponen mucho de su parte las mamás. Ahora para este día recibí un pequeño mensaje de mi grupo, hicieron un videíto, pero fueron como 10 o 12 niños y niñas. Los demás no sabemos si hacen la tarea, es complicado para la familia.

Nada fácil

–Primero que nada, ¿cómo ve esta situación que tengan que llevarle a su casa su reconocimiento y ya no haya la ceremonia?

–Debido a la circunstancias tenemos que hacer esto, no es nada fácil, es un mérito del gobierno hacerlo de esta manera. Pero es muy bonito, gratificante, muy difícil por la situación pero para mí es un gusto, un honor muy grande recibir esto. Por la pandemia no es nada fácil, tenemos que tomar distancia, cuidarnos —respondió la profesora.

–¿Por qué es maestra?

–En aquella época salíamos de la secundaria y nos íbamos a la carrera. No tenía un seguimiento de la familia, pero tuve la oportunidad de estudiar. Soy del puerto de Celestún y la distancia no permitía que se estudie, pero tuve suerte, vine a Mérida, terminé sexto, luego entré a la Federal Uno, y no tenía a dónde ir. Tuve oportunidad de entrar a la Normal preescolar, pero me seguí a mis compañeras a la Normal Rodolfo Menéndez de la Peña. Y me encantó mi profesión, hice lo mejor, haciendo mis esfuerzos, ahora la tecnología es más complicado.

–Es decir, en el camino agarró el amor…

–Me encaminé y me enamoré, va viendo las necesidades de niños, padres, situaciones sociales de la familia.

Comentó que estudió cuatro años en la Menéndez de la Peña y fue la última generación de 4 años. “Egresamos más de 360 alumnos, en aquel entonces nos mandaban a los Estados, Yucatán era semillero, elegí tres estados, Jalisco, por allá andaba uno de mis hermanos; me tocó en Jalisco.

“Empecé en La Barca, pero cuando comienzo los primeros días el supervisor no me daba mi despacho, fui a la Nicolás Bravo de La Barca como 15 días, y me tocó en Las Canales, muy en el cerro, bonitos los paisajes, difícil de llegar, pero esas experiencias nadie me las quita, la lluvia, el lodo, las vacas, cuando caminas ves la escuelita.

–¿Era muy gratificante a pesar de las circunstancias?

–Sí. Ver a la gente, los señores del campo, ver a la gente costurar, las mujeres cosían en las tardes, cinco años estuve ahí; luego me pasaron a la escuela del Abrevadero, y de ahí paso un nuevo curso a la Nicolás Bravo, como cambio y en la cabecera municipal.

En Tabasco

Contó que luego tuvo la oportunidad de permutar a Tabasco, donde pasó otros cinco años dando clases en la “Soledad C. Cruz Hernández” de Huimanguillo. “Ahí estuve dos años, luego fui a la cabecera. Termino mis cinco años, ya tenía dos hijos, y regresé, no tuve la oportunidad de cambio, renuncio y me voy a Celestún con casi once años de servicio y me quedé sin plaza, pero hacía suplencias”.

Después, en 1990 de nuevo adquirió su plaza y se quedó a trabajar 16 años, con su familia. “Al paso del tiempo decido venir a Mérida, desde hace 16 años, y voy a la Francisco I Madero por motivos de personal que se necesitaba, me cambian a la Primitivo, que es el mismo local de la Juan Ramón Vega Cámara, en Nora Quintana.

Y desde hace ocho años que da clases de quinto grado, al Grupo B, en la Juan Ramón Vega Cámara, “donde estoy muy a gusto con mis compañeros, Suemy Leal Burgos, es la directora, soy maestra de grupo, doy quinto B, de la Juan Ramón, y no sabe lo feliz que soy”.

(Rafael Gómez Chi)