Yucatán

Para evitar la pandemia del COVID-19

Familia lleva 65 días viviendo en la naturaleza sin ninguna comodidad

Para no encerrarse en su casa por la contingencia del COVID, durante 65 días el J-Men y médico tradicional Edgar Peraza Chan ha vivido junto con su familia en la naturaleza, sin comodidad alguna.

En ese lugar, que es en realidad el jardín botánico Tunich Keej y está situado en los montes cercanos a Acanceh, no cuentan con luz eléctrica, televisión, agua entubada, ventiladores, aire acondicionado, ni refrigerador, pero tienen en cambio bonitas veredas para caminar, una piscina de plástico, así como pavos, gallinas, un cerdo pelón y hasta aluxes.

Con don Edgar y su esposa Rosaura están presentes 4 niñas y niños que son sus nietos, y su hija Érica (quien vigila sus tareas), y los sábados llega el resto de la familia para pasar juntos el fin de semana.

Y como don Edgar prepara sus propios medicamentos, a cada niño le dan unas cucharaditas de un jarabe que elaboran para prevenir el COVID.

Érica, quien es maestra de belleza y practica el fútbol y el kik boxing, nos informó sobre la utilidad y los ingredientes que lleva ese jarabe preventivo:

–Este jarabito que toman los niños es para eliminar cualquier bacteria o infección en la garganta, la verdad es que es muy bueno, todos los días lo tomamos tres veces al día; lleva tres cabezas de ajo, canela, el jugo de 4 limones y 200 o 250 mililitros de miel, todo se pone al fuego, se sancocha, se licúa y se toma tres veces al día, tres cucharadas cada vez.

Interviene don Edgar:

–Las personas adultas tomamos de ese mismo jarabito 5 cucharadas en la mañana, 5 en la tarde y 5 en la noche. Lo importante de ponerle ajo es que tiene una sustancia que va contrarrestando cualquier enfermedad. Ayuda bastante.

El poder del temascal

En esta parte, comenta don Edgar:

–Yo llevo otra medicina más amplia para la comunidad, pues en un determinado caso de que nos ataque la pandemia, ya tengo pensado que nos vamos a meter en el temascal indio, y todos vamos a respirar. Meto las piedras calientes, “las abuelitas” les llamamos, y meto las hierbas: raíz de payché, santo silos que es dzinanché, eucalipto y otras. Hago un conjunto de hierbas y lo mastrujo en 40 litros del agua. Y cuando yo ponga la piedra caliente dentro del temascal al echar el agua va a hacer una reacción química y sale el vapor, entonces lo vamos a respirar para abrir bien los bronquios, los pulmones. El temascal indio alcanza hasta 70 grados de temperatura. El temascalero es el maestro que maneja la medicina y ve la reacción.

–Don Edgar, ¿quién hizo este temascal?

–Yo lo hice, es un temascal indígena, que se cubre con sábanas.

–¿Dónde usan este tipo de temascal?

–Así los he visto en Quintana Roo, en Estados Unidos con las tribus Espirit Walker’s, y aquí en los montes de Yucatán también he encontrado algunos lugares donde había. Lo sé porque tienen junto un lugar donde se ponen “las abuelitas”, piedras para calentar al fuego, y luego se meten adentro para echarles la infusión curativa. Al paso del tiempo el temascal, que es de bejucos, se deshace, pero las piedras continúan.

–¿No se deshacen con el fuego esas piedras?

–Las que yo tengo son especiales, son de volcán, cuando las meto al fuego se ponen al rojo vivo, y algunas hasta brillan con chispitas por dentro porque tienen partículas de oro. Al echarles el preparado hace la reacción química y el vapor lo absorben los que estén adentro, eso los cura, porque el temascal indio es un proceso curativo y de renacimiento.

–¿Cómo está eso de que sirve para el renacimiento?”

–Es que al hacer el preparado y antes de entrar, la gente se hinca (la entrada es muy bajita y hay un cuadro de loza que se pone para que asienten una rodilla al entrar). Entonces llamamos a los grandes señores de la naturaleza del Mayab. Una vez que entran las personas, en este temascal caben 15, los hacemos girar alrededor del centro y ahí van dejando todos sus dolores, sus penas, sus preocupaciones, sus llantos, sus angustias. Entonces gritan, ríen y cantan y renacen. Cuando salen ya son nuevos otra vez, ya volvieron a nacer. El temascal tiene ese poder del renacimiento, por eso tiene esta forma del vientre de una mujer.

–Extraordinario.

–Sí. Mis abuelos contaban que todo está en la medicina. Y que la medicina antigua sí curaba. Cuando vino lo que es la viruela negra, los abuelos llenaban un baúl con pozole, y constantemente sacaban lo rosadito del pozole, los hongos, y se lo daban a la gente, y los niños, para que no se les enfermen.

COVID-19 ataca con la tristeza y la ansiedad

–¿No han salido de aquí los niños en estos dos meses?

–No. Los niños no salen, pero sí observo como una crisis nerviosa tanto en ellos como en los papás, veo que hay un pequeño estrés, vemos a los niños medio tristes, pero nosotros sabemos por qué, es una de las principales formas del COVID que busca atacar a la humanidad: la empieza a atacar con la tristeza, la ansiedad, la desesperación. Cuando tienes una ansiedad y desesperación, sientes que te duele la garganta, la cabeza, entonces baja las defensas de la persona y ya se empieza a enfermar, y cualquier cambio del clima sientes que te va a enfermar, y bajas a tu vida de una forma psicológica la misma enfermedad.

–¿Porque ya está más vulnerable la persona?

–Sí. Es lo primero que te ataca. Todo esto fue planeado porque la destrucción del mundo viene en 5 corazones: corazón del sol, corazón de la tierra, corazón del viento, corazón del agua, y corazón del hombre. El hombre es el que tiene las peores intenciones de crear las cosas para la destrucción de la humanidad.

–¿Usted usa tapabocas siempre?

–Aquí no siempre, pero es importante cubrirnos la boca, por la salud, pero una de las peores cosas es el temor que nos infunden, esa es la coyuntura porque donde entra el miedo, empiezas a bajar las defensas. Pero de todas maneras usar el cubre-bocas es higiénico, es bueno.

El INAH se adueñó de los templos

En esta parte, don Edgar nos muestra un altar y comenta:

–Como en los centros ceremoniales no nos permiten hacer nuestras ceremonias, porque el Inah se ha adueñado de nuestros templos, nosotros como mayas ideamos hacer nuestros propios altares. Porque así yo puedo orar, gritar, hacer mis ceremonias en mi propio espacio. La energía es universal, entonces no importa que esté Chichén Itzá en otro lado, porque nosotros sí podemos hacer nuestras ceremonias, por eso entonces hago aquí un altar especial para mis ceremonias.

–¿Qué les dice a las personas cuando se acercan a su altar?

–Yo observo lo que es la espiritualidad de la gente, me conecto con la naturaleza y todo lo demás va fluyendo del orden cronológico al orden del reloj de la naturaleza. Por ejemplo, si acá en mi altar tengo plumas, lo primero que hago es enseñársela a quien me visite: la pluma negra, la blanca, la de colores, y le digo: “¿cuál te gusta?”, y si me enseña la pluma negra, voy a entender que esa persona lee mucho, pero no lleva una espiritualidad. Si me enseña la pluma blanca, voy a entender que esa persona lleva una luz, una espiritualidad. Y si me enseña una pluma de colores, voy a entender que su conexión es con la madre naturaleza. Y si le enseño las piedras y una de ellas me dice: “Es jaguar”, entonces yo me conecto directamente con el jaguar, porque yo entiendo que el jaguar es el único animal que tiene mucha visión: es sabio, porque aparte de que tiene sus 5 sentidos, activa otros dos sentidos. El jaguar abraza la madera, duerme, jaquea (ronronea), y cuando activa sus 5 sentidos activa el sexto, que es su sobrevivencia, su instinto, y el séptimo es su salvajismo. Nuestros abuelos llegaron a observar mucho el jaguar, y decían “baal, es guardarse para cazar, si ya veo esa presa, me guardo para cazar, y lam es ir a la presa; y balam tic, voy a esa presa, estoy cazando, es un cazador”. Pero el jaguar tiene otra forma en que lo vemos los abuelos, porque el hombre a veces no despierta sus 5 sentidos, está durmiendo con su mujer y de repente jaquea, quiere hacer el amor, hace el amor, no despierta, cierra los ojos y no activa su sexto sentido y su salvajismo: entonces lleva a su esposa a trabajar y choca porque no ha despertado. En cambio, el jaguar no, despierta sus 5 sentidos y despierta los otros dos: el sexto que es su sobrevivencia y el séptimo que es su salvajismo.

»Por eso cuando yo entro acá ya entiendo la psicología del ser humano, de la persona que esté conmigo, ya entiendo de su visión que es un jaguar, que es un observador, que es un analítico, que es una persona sabia, cauta. Si la persona en vez del jaguar ve la serpiente, me conecto con el ADN, con la espiritualidad. Si por ejemplo yo le enseño cualquier piedra, empieza a observar y se va conectando con las piedras, y al conectarte esa persona con la piedra, entonces ya me conecto con ella, porque las piedras, supuestamente son los huesos de nuestros abuelos.

»Yo le digo, por ejemplo, a una mujer: “¿Qué ves aquí, en esta piedra?”, me responde: “un pez”, le digo: “¿y de este lado?”, y responde: “agua”. Si te conectaste tú con el pez, con el agua, es que eres una sentimentalista, es que eres muy llorosa.

La ceremonia del falo

En este punto, mostrándonos una pieza de barro en forma de pipa, don Edgar dice:

–Aquí también se hace una ceremonia del falo cuando las personas no pueden dar hijos: ¿Cuál es la ceremonia que se le hace a las personas? Más que ceremonia es un consejo. Se le da el consejo de cómo pueden hacer el amor y activar sus energías. Era prehispánica la pieza original. Arriba se le pone vela o se le pone copal. Entonces para la gente que no puede tener hijos se le da el consejo: si quiere tener hijos varones, que haga el amor en luna llena tres días antes de su menstruación, y si quiere tener niña, que lo haga tres días después de su menstruación con luna chica, pero si no puede tener hijos la persona, entonces se le hace la ceremonia con la hierba de la santa María, y se le da a tomar a la persona, porque a veces no puede dar hijos debido a que tiene matriz chica o tiene un desequilibrio de su menstruación. Entonces a la pareja debe dársele consejo para que busque el equilibrio de la menstruación para que pueda embarazarse la mujer.

–¿Cuál es esa planta santa María?

–La planta santa María se llama Chaal Ché.

El propósito del jardín botánico

–¿Para qué es este jardín Botánico, don Edgar?

–Uno de los objetivos principales es el cuidado y la educación ambiental,

»Es un jardín donde conservo todas las plantas medicinales y busco convivir con este medio, porque alrededor ya se están tumbando, ya se están quemando, por eso trato de conservar la ecología, porque alrededor ya se están perdiendo todas las plantas y porque aquí vienen muchos pájaros y muchos animalitos.

»Anteriormente había estado viniendo aquí, pero vine acá con mi familia cuando empezó lo del COVID para resguardarnos por la pandemia. Venimos con mi esposa, que es la abuela, y 4 nietos. Decidimos venir aquí porque está cerca de Acanceh que es donde nosotros conseguimos las cosas para comer, las tortillas, el hielo, todo, porque acá carecemos de lo que es la corriente eléctrica. También se quedó mi hija Érica, que es madre de dos niños. Somos 3 adultos y 4 niños. Venimos acá porque las clases de los niños se les están dando en línea, entonces ella ayuda a los niños a hacer sus tareas. Acá tenemos un generador eléctrico que nos sirve para cargar los celulares o la bomba para sacar agua del pozo profundo. Llevamos 65 días resguardados aquí.

Fotógrafos de National Geographic

En esta parte, comenta la comunicadora cultural Alicia Oyoqui Ruiz:

–Cuando llegaron los fotógrafos de National Geográfic a tomar fotos de Yucatán, don Edgar hizo una ceremonia de bienvenida y al día siguiente cerró acá por el COVID. Esos fotógrafos venían de Inglaterra, de Francia, de Estados Unidos. Incluso venía una de China y por el COVID la regresaron a su país. Era un rally de fotografía.

Dice don Edgar:

–Aquí en este terreno del Jardín Botánico se les hizo la ceremonia de bienvenida y, sobre todo, para pedir permiso para que tomaran las fotografías. Querían conocer parte de Yucatán y querían tomar fotos. Entonces hicimos la ceremonia de bienvenida e hicimos esa ceremonia de limpieza en honor a los difuntos abuelos, en honor al viento, a la tierra, porque la vida no es el ser humano: la vida es el sol, la vida es el aire, la vida es el agua, entonces si todo eso es la vida, hay que pedirle permiso a todos esos elementos, no al ser humano. Nuestra visión es que la vida es la naturaleza.

»Con la ceremonia, a los que participen de buena voluntad y se conecten, les va bien, toman bien las fotos, si hay alguna enfermedad, aparece, de manera que al nosotros pedir permiso logramos que la bondad de las personas y la humildad que traen aflore, la bondad de los fotógrafos que llegaron, y con esto se logra que la tierra maya los trate bien. ¿Por qué? Porque si llegan a veces y quieren tomar fotos, a veces no lo permiten, sale borroso, o equis circunstancia. Entonces al hacer eso estamos pidiendo permiso a la naturaleza, que les dejen trabajar, y también ellos que puedan conectarse con la espiritualidad de la naturaleza del Mayab.

–Si no se hace la ceremonia intervienen los aluxes e impiden que realicen su trabajo, ¿no?

–Sí. Inclusive puede ser que hayas tomado buenas fotografías, pero llegan en tu casa y pum, se borran.

Comenta Alicia:

–Y aparte de eso se soltaron varios incidentes con cada uno de los fotógrafos. En una de esas se atraviesa lo del COVID-19 y se cancela su trabajo. Otros de ellos fueron a visitar a personas que tienen cenotes, o grutas, o sitios arqueológicos, y también quisieron tomar fotos de la gastronomía, pero se les llegaron a ponchar las llantas de sus vehículos, se quedaron en la carretera, a otros se les atoraron sus cámaras. Algunos que no estuvieron presentes en la ceremonia (porque en la ceremonia estuvieron 10, pero vinieron 16 o 17) tuvieron problemas con el traslado por carretera, otros con las pilas de sus cámaras.

Y dice don Edgar:

–Eso les pasó a los que vinieron y se entercaron en quedarse por una fotografía. Inclusive entre los asistentes vi que unos no llevan la espiritualidad.

Dice Alicia:

–Ellos trajeron a un líder que les revisaba las fotografías y muchas no las aceptó. Fueron energías que se manejaron muy fuertes. Como te digo, era un rally de fotografía de Yucatán, pero no era el momento adecuado para hacerlo.

Yeyo

En ese momento se acerca Yeyo, uno de los nietos de don Edgar, de 3 años de edad, y nos cuenta la familia:

–Hace dos días, como a las 8:30 de la noche, empezamos a escuchar ladridos de los perros y lo primero que hicimos fue ver si los cuatro niños estaban en sus hamacas. Entonces resulta que solamente estaban tres, porque Yeyo no estaba. Me levanté y empecé a buscarlo y resultó que se había metido a la cueva de los aluxes y allá estaba solito, sentado en una piedra, riéndose por algo, seguramente los aluxes que veía.

–¿Por qué le dicen la cueva de los aluxes?

–Porque cuando compré el terreno, hace muchos años, me di cuenta de que ese lugar es un sitio de ellos y limpié la cueva y les hice una ceremonia, pero cuando vi que estaba con ellos Diego Leonardo, Yeyo, para que no se lo lleven, les puse pozole.

Hay que decir que curiosamente Yeyo, quien toca el tambor en las ceremonias que realiza su abuelo, tiene amigos invisibles con los que platica, uno de ellos se llama huachacho, y quiso mostrarle a Alicia dónde realmente vio a sus amigos. Para ello bajó por los escalones que tiene ese lugar que se supone era usado antiguamente para realizar ceremonias, y mostró un rincón del mismo. Luego, cuando quisieron sacar a Yeyo desde ese rincón hacia arriba, no podían. Incluso Alicia se tuvo que agarrar de un arbusto porque se estaba cayendo. Una de las hijas de don Edgar lo alzaba para dárselo a Alicia, pero sentían como si Yeyo pesara mucho y ellas no tuvieran fuerza para sacarlo.

–Ese lugar es exactamente donde tienen su presencia los aluxes –comentó Alicia.

–Los otros niños –dijo don Edgar– tienen habilidades diversas.

Por eso a Mariana le enseñó a tocar el caracol, a Valeria le enseñó a ver las figuras que tienen las piedras y junta las que tienen formas de animales. El más grande, José Daniel, tiene vocación por estudiar al aire libre.

También, la esposa de don Edgar, doña Rosaura, nos muestra una cubeta llena de pedazos de cerámica, probablemente prehispánica, que han encontrado en el lugar.

Poder curativo de la naturaleza

Por otra parte, Érica comentó que como ya llevan 65 días “encerrados” todos en ese lugar (encerrados es un decir, porque es un parque bastante grande y abierto), en las noches a veces siente mucha angustia, pero se pone a caminar bajo los árboles y eso le da calma y le renueva sus fuerzas. Es el poder curativo de la naturaleza, que se manifiesta fuertemente en el jardín botánico Tunich Keej, nombre que significa La piedra del venado.

(Roberto López Méndez)