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Yucatán

Roldán Peniche Barrera

Yucatán Insólito

No abrió la puerta, sino simplemente miró por la ventana, aunque no distinguió a nadie. Repasó con la mirada todo el espacio de la terraza y no se percató de presencia humana alguna.

Mas a poco escuchó: “Buenaaaas…” sin que todavía observara al dueño de la voz. Pero en unos segundos descubrió al autor de los golpes y el saludo: era un hombre de baja estatura con un bigotito a lo Pedro Infante. El Sr. Mañé, aún confuso, le preguntó al personaje qué deseaba y éste le respondió: “¿Está la señora que hace los pasteles?”. A lo cual el interrogado contestó “Mire, no es aquí sino en la casa de al lado”. Entonces el hombre del bigotito se esfumó en las tinieblas de la noche y el Sr. Mañé hasta se asomó a la puerta y miró bien la calle mas no había ni un alma a esas horas por el rumbo. Lo que si le heló la sangre fue que en esos momentos volaba un búho (un soch) sobre su cabeza emitiendo tres graznidos…

Cuando se lo platicó a su esposa, ésta le dijo que seguramente se trataba de una premonición, noticia que lo angustió aún más.

Mal durmió el resto de la noche y al día siguiente se aproximó a su vecino don Ricardo, quien regaba las plantas en ese momento y le relató su extraña experiencia. “Recuerde Ud. que estamos en el mes de los muertos -le respondió aquél- y puede ocurrir cualquier cosa”. Luego habló con su vecina “la que hace pasteles” para vender y le relató la historia completa. Ella le preguntó por la fisonomía de aquel extraño y el Sr. Mañé le describió al personaje del bigotito a lo Pedro Infante.

Entonces la señora le mostró una fotografía de su hermano, que sacó de un estante: “¡Esta es la persona -gritó el Sr. Mañé-. Es quien me visitó anoche! ¡Cómo voy a olvidar ese bigote al estilo de Pedro Infante…!

“No puede ser -exclamó la señora-. Mi hermano falleció hace diez años en un accidente automovilístico…”.

Estas palabras provocaron una tremenda ansiedad en el Sr. Mañé, quien, por muchas noches, hasta dejó de “navegar” en Internet. Hoy, ya más tranquilo, piensa que “el alma del muerto lo tomó como un mensajero” ante su hermana y fue, de alguna manera, una especie de medio entre una persona viva y una muerta.

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