Yucatán

Pandemia azota a pequeños productores

Más de 320 familias de Sinanché que dependen de la agricultura se afectaron con cierre de mercados en Mérida / La mayoría ya perdió todo la producción de sus parcelas

SINANCHE, Yucatán, 28 de mayo.- Más de 320 familias que dependen de la agricultura han sido azotadas por el COVID-19, pues los pequeños productores no han podido sacar sus cosechas por el cierre de los mercados en Mérida y la frontera con el Estado de Quintana Roo, y en su mayoría ya perdieron todo en sus parcelas de espelón, calabaza, ives, chile habanero, chile dulce, papaya, nopal, maíz, camote y pepino.

Los campesinos y pequeños productores tratan de rescatar lo más que pueden, incluso, no ha faltado quien se aproveche de la situación y les ofrece comprarles, por ejemplo, en el caso del espelón, a 3 pesos el manojo y el kilo de papaya a dos pesos, por lo que no les dejan alternativas y lo poco que obtienen de lo que venden lo reparten con los jornaleros.

Durante el recorrido del POR ESTO! , por las diferentes parcelas de esta localidad, los afectados denunciaron públicamente que están viviendo una situación grave a raíz de la enfermedad del coronavirus, por lo que urge la ayuda de los gobiernos.

Pedro Pablo Moo dijo al POR ESTO! que si siguen así las cosas dentro de poco van a tener que comer verdolaga, una yerba que los antiguos mayas sancochaban para comer, porque cada día es más difícil para ellos.

“Tenemos este problema, antes sacábamos para comer, pero con esto que está pasando ahorita ya no, nosotros de esto nos sostenemos y no pedimos nada al gobierno, sin embargo, ahora sí lo necesitamos porque no podemos vender, los mercados de Mérida están cerrados y a Cancún no podemos ir tampoco, aquí tenemos sembrado calabaza, espelón, camote, pero, también tenemos que batallar con la tuza que se come las raíces de los sembradíos, todos estamos pasando la misma situación”, dice don Pedro.

Y agrega: “Mire -dice al reportero,- toda esta parcela sembrada de espelón ya se me secó, no la pude cortar pues a quién se la voy a vender, lo que hago es regalarle a la gente del pueblo o cuando alguien me compra unos montoncitos me la pagan a tres pesos, hay quien me da 5 pesos pero ya perdí todo, ya no hay recursos para volver a sembrar, ayer fui a Dzidzantún a comprar un líquido para tratar de rescatar algo y me costó 250 pesos, un litro, le digo a mi esposa que hay que buscar donde prestar para luchar, pero nos estamos yendo para abajo, el problema es el cierre de los mercados, si las cosas siguen así dentro de poco vamos a tener que comer verdolaga, esa yerba que comían los antiguos mayas, sancochada”, expuso este campesino.

Por su parte, Marco Azael Lorías, quien tiene sembradíos de chile habanero, chile dulce y cilantro, señaló que desde antes de que surgiera esta enfermedad del COVID-19 todo era complicado, ahora con mayor razón la situación se torna grave para los hombres del campo.

“De por si antes de la pandemia era una situación difícil vivir del campo, y ahorita con el cierre de los mercados es grave lo que vivimos los pequeños productores al no haber donde comercializar nuestras cosechas, el trabajador no va a dejar el campo va a buscar donde prestar, donde empeñar para que pueda seguir invirtiendo porque sabe que de eso ha vivido, la situación del agricultor o ganadero, todos los que vivimos del campo está muy difícil, los sembradíos se están secando, no podemos ir ni a los pueblos cercanos por las recomendaciones sanitarias, estamos confinados en nuestro pueblo, somos 320 familias, aproximadamente, las que dependemos de los campos agrícolas y que hemos sido afectados por la pandemia, hay que ver cómo subsistir”, refirió.

El señor Gimel Cervantes Pinto también ve un panorama desalentador para quienes dependen de sus cosechas de legumbres.

“Nosotros llevábamos la carga a Mérida pero ya no porque no hay venta, ahora va a estar peor la situación porque no sólo cerraron los mercados Lucas de Gálvez y San Benito, ahora quieren cerrar la Casa del Pueblo y tampoco podemos entrar a otras comunidades o a Cancún, por un lado la crisis debido al coronavirus y por otro no podemos salir porque así lo han considerado las autoridades; pero, y de qué vamos a vivir, ya no aguantamos, ya son más de dos meses”.

Reveló que todo en el campo lleva un tiempo de siembra y de corte, por lo que difícilmente podrán obtener un beneficio ahora que no pueden comercializar sus producciones.

“Cuando la calabaza crece tenemos que quitársela a la mata porque la enferma, entonces esa verdura ya no sirve y se la tenemos que regalar a los que tienen animalitos, el tamaño debe de ser pequeño para que sea buena, y en el caso del espelón también ya se nos está secando, necesitamos ayuda urgente, estamos varados, vemos un panorama desolador, nos sentimos abandonados porque para sostener la planta hay que comprar líquidos”, manifestó el entrevistado al diario de la Dignidad, Identidad y Soberanía.

A su vez, don José González Pech, coincidió con decenas de agricultores en que estos momentos que viven son tan difíciles que tenían mucho tiempo que no los vivían.

“Teníamos muchos años que no vivíamos una situación igual, es crítica la situación que estamos pasando, gracias al periódico POR ESTO! , que se preocupa por visitarnos para que se conozca cómo nos encontramos porque nos llegó la noticia de que también podrían cerrar la Casa del Pueblo y eso ya sería más grave, nadie podemos vender, nadie podemos salir, a los pescadores ya les dieron apoyo y ojalá que también sea igual para los agricultores”, indicó.

Finalmente, Santos Urbano Moo Gutiérrez afirmó que desafortunadamente hay quienes los han acorralado porque vienen de otras ciudades y les ofrecen pagar la tonelada de papaya a un precio humillante, pero no les dejan alternativa, ya trabajaron durante ocho meses para cosechar y por lo menos pretenden sacar lo que invirtieron en la siembra.

“En realidad no hay salida de la producción, estamos muy afectados, nos están pagando a 2 pesos el kilo de papaya y sólo para no tirarla estamos mandando un poco a Dzidzantún, de ahí se va a la ciudad de México en un camión, pero con el cierre de la frontera a Cancún por la pandemia ya no podemos venderla allá, ahora nos cierran los mercados en Mérida y se nos está quedando la fruta y, esta persona nos paga a ese precio, pero no tenemos otra alternativa, es muy bajo el precio, pero aunque sea para sostenernos con los trabajadores, aunque de ahí hay que descontar lo que pagamos de flete, el costo del corte, la subida y bajada de la carga más los insumos que se requieren para mantener las plantas que durante 8 meses cuidamos, regamos, ya no podemos, no sabemos qué vamos a hacer si sigue la pandemia”, concluyó diciendo el señor Santos.

(Texto y fotos: José Luis Díaz Pérez)