Yucatán

Encierro prolongado generará más adictos

“La cuarentena ha puesto a prueba los procesos de desintoxicación, los tratamientos presenciales, las sesiones de grupos de autoayuda y, desafortunadamente, cuando se supere la epidemia, habrá nuevas personas con adicción a diversas sustancias, los cuales encontraron en el consumo de drogas un escape a su estrés y ansiedad generados por el encierro y por el COVID-19”, destaca la Dra. María Guadalupe Ponciano Rodríguez, profesora del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM.

En el texto titulado “Adicciones en la época del COVID-19”, la especialista señala que una adicción se considera una enfermedad mental crónica y recurrente que se caracteriza por una búsqueda patológica de la recompensa o del alivio a través del consumo de una sustancia psicoactiva o droga, o bien a través otras conductas (ludopatía, por ejemplo).

Revelador

Por lo anterior, resulta revelador, de acuerdo con el texto, las noticias de gente haciendo compras masivas de marihuana en Ámsterdam, Rotterdam y La Haya o compras de pánico ante el anuncio de la “Ley Seca” en México; con personas que hacen largas filas, sin importar el riesgo de contagio, porque no se imaginan poder soportar el aislamiento social sin el apoyo que, para ellos, representa su dosis diaria de alcohol.

“Se entiende que la cuarentena es estresante para todos; sin embargo, es importante considerar que, para las personas con adicciones, la forma de actuar ante el estrés puede ser el consumo”, señala el texto.

De la misma forma, manifiesta que la cuarentena representa un riesgo mayor de recaídas para las personas que habían logrado controlar su adicción; ante esta situación que les provoca un desequilibrio emocional, vuelven a consumir. El aburrimiento y la frustración son factores de riesgo para que recaiga una persona que presenta una adicción.

Se expone que muchos tratamientos presenciales han debido interrumpirse en etapas clave, especialmente aquellos en los que se utilizan fármacos como metadona y buprenorfina.

Limitada actividad

Además, las restricciones de movilidad determinan que los “proveedores” de drogas vean limitada su actividad en ciertas zonas, con el impacto consecuente en las personas con adicciones que muestran el síndrome de abstinencia y representan un problema para sus familiares.

Aunado a lo anterior, señala el texto, la cuarentena elimina el apoyo social del grupo que ha demostrado ser fundamental para la recuperación para las personas con adicciones.

Asimismo, este distanciamiento incrementa el riesgo de sobredosis en personas que muchas veces viven solas y, como consecuencias de ello, podrían morir sin tener posibilidad de atención oportuna.

Si bien existe la forma de llevar a cabo reuniones y atención de forma virtual, hay un grupo importante de la población que carece de computadora, así como de adultos mayores que no tienen habilidad para el manejo de la tecnología moderna.

Además, muchos consumidores de drogas se encuentran en situación de calle y son estigmatizados, por lo que es muy complicado que tengan acceso a los servicios de salud.

Drogas inhaladas

En el texto publicado en el Boletín sobre COVID-19 del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina de la UNAM (http://dsp.facmed.unam.mx/wp-content/uploads/2013/12/COVID-19-No.3-04-Adicciones-COVID-19.pdf) se expone que existen múltiples conductas asociadas con el consumo de drogas que representan un incremento del riesgo de contagio por el coronavirus SARS-CoV-2, como el consumo y uso de cigarros, churros de marihuana, vapeadores, copas, jeringas, pipas de agua, etc., se transforman en objetos ideales para la transmisión del virus.

También las drogas inhaladas, cigarrillos de tabaco, de marihuana, vapeadores, cigarrillos electrónicos, pipas de agua, de marihuana, piedra, cocaína, merecen especial atención, pues su vía de entrada al organismo es a través del aparato respiratorio, el cual sufre daños por la inhalación crónica de partículas y sustancias tóxicas, por lo que sus consumidores son más susceptibles a adquirir la infección y a tener consecuencias más graves.

En el caso del alcohol, muchas personas tienden a tomar una copa para “escapar” de la sobrecarga de información, la incertidumbre y las múltiples exigencias que representa el confinamiento social.

Alcohol adulterado

Ante la “Ley Seca” que se ha impuesto en muchos lugares, se ha incrementado el consumo de alcohol adulterado con el alcohol metílico (en Yucatán han fallecido por lo menos 20 personas por el consumo de bebidas alcohólicas adulteradas e incluso de gel antibacterial con refresco).

Además, se señala que el consumo de alcohol en exceso se asocia de manera importante con conductas agresivas que propician la violencia familiar y con un incremento en el riesgo de suicidios.

“Al ser un depresor del sistema nervioso central, agrava la sintomatología de ansiedad, depresión y ataques de pánico. Asimismo, en personas con alcoholismo, es frecuente encontrar otras patologías, por ejemplo, hepatopatías y reducción de la respuesta inmune, lo que también conlleva un riesgo incrementado de infección”, expone.

En lo que respecta a otras sustancias psicoactivas, los consumidores crónicos de opioides presentan también un riesgo incrementado, ya que reducen la frecuencia respiratoria, lo que genera hipoxemia y conlleva a complicaciones cardiacas y pulmonares, reducción de la respuesta inmune y sobredosis.

Los que consumen metanfetamina, al tener esta un efecto vasoconstrictor, presentan daño en el endotelio de vasos y arterias.

Cocainómanos

Entre los consumidores de cocaína, existe una mayor prevalencia de enfermedades cardiovasculares. Las personas que inhalan drogas, como el crack o la heroína, tienen problemas respiratorios preexistentes, entre los que destaca el asma, por lo que son más susceptibles a la infección por SARS-CoV-2.

Mención aparte merecen quienes utilizan drogas inyectadas, ya que la prevalencia del Sida, hepatitis B y C, así como cáncer hepático es mucho mayor que en la población general, por lo que el riesgo ante la COVID-19 se incrementa de manera importante.

Los ambientes donde usualmente se consumen sustancias psicoactivas representan también un desafío para el control de la COVID-19. Por ejemplo, las cárceles en las que hay un hacinamiento importante y se comparten drogas; así como los sitios de tratamiento donde generalmente hay una sobrepoblación de personas (los llamados “anexos”), en donde es muy difícil aplicar las medidas de higiene recomendadas para controlar la epidemia.

Así pues, los consumidores pueden estar expuestos a riesgos adicionales durante esta pandemia, los cuales están relacionados con las conductas asociadas al uso de sustancias psicoactivas, los sitios de consumo y los lugares donde se brinda atención.

Salud mental

“Es de esperarse que la salud mental de muchas personas se vea alterada ante el estrés prolongado que implica el aislamiento social y la incertidumbre de lo que va a ocurrir. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) calcula que, al finalizar la emergencia ocasionada por la COVID-19, una de cada cinco personas podría ver afectada de manera grave su salud mental”.

“Las adicciones son enfermedades mentales que también podrán incrementarse o agravarse, ya que su comorbilidad psiquiátrica es muy elevada”, se señala en el documento.

(David Rico)