Después de tres meses de vivir con sus padres en Oxkutzcab, Guadalupe Parra retornó a Tijuana junto con su esposo y sus dos pequeños hijos.
Lupita, antes de la contingencia, trabajaba como camarera en un hotel grande con cerca de 500 empleados, pero el hotel cerró y decidió venir a Yucatán a pasar la cuarentena.
Dijo que hace apenas unos días se comunicaron con ella para que se reincorporara a su trabajo y le informaron que deberá seguir el protocolo de sanidad y que se redujo la planta laboral al 50%, a ella la recontrataron debido a que la empresa evalúa el trabajo de los empleados y pasó la prueba, sin embargo, su esposo, que trabajaba en un restaurante, perdió su empleo.
Gracias a sus ahorros pudieron sobrevivir durante este tiempo, la entrevistada comentó que la situación de Mérida está más complicada que la de Tijuana, allá ya empezaron a funcionar los hoteles, pero en la capital yucateca permanecen cerrados, aunque reconoció que acá hay seguridad mientras que en la ciudad fronteriza hay mucha delincuencia.
(Elena Gómez)