VALLADOLID, Yucatán, 22 de junio.- La relojería en la ciudad es un oficio que está en extinción, como la sastrería, la hojalatería y la talabartería, sólo por mencionar algunos.
Estos oficios, por la competencia de las máquinas que vinieron a sustituir la mano de obra o por el desuso de las cosas, ya tienden a desaparecer y algunos ya desaparecieron.
Antes la relojería era un oficio hasta cierto punto de lujo, ya que había en nuestra ciudad relojeros de prestigio; sin embargo, ahora ya no es redituable. En conversación con el señor Manuel Jesús Vivas Carrillo, uno de los relojeros antiguos de esta ciudad, dijo lo siguiente: “Llevo como 50 años de relojero y este oficio o trabajo me ha gustado”.
Se le preguntó cómo es que se dedicó a ello y respondió que “como antes los papás decían qué trabajo vas a hacer, así yo; como era un poquito flojo, vio eso mi mamá y me dijo ‘vas a aprender la relojería con tu hermano Rodolfo Escalante’ y allí aprendí.
“Más tarde este trabajo me gustó y con esto crecí a mis hijos y hasta profesión les di; sin embargo, ahora como hasta los celulares traen reloj y además los chinos inventaron relojes de hasta $30.00, hicieron que ya cualquiera tenga reloj y cuando se le echa a perder lo tiran y compran otro, o sea, que son desechables; ya el trabajo de la relojería ha caído notablemente.
”Ahora ya sólo vivimos del cambio de pilas y una que otra reparación, no como de antes había mucho trabajo y reparaba relojes finos como Mido, Buluba, Omega, Eterna Mate y hasta Haste Steelco.
“Estos relojes en su momento necesitaron mucha atención y estábamos al corriente con el trabajo, que no faltaba; en esos tiempos habían relojeros, no ‘cambia pilas’ nada más. Hoy vivimos del poco trabajo que hay, ya los buenos tiempos de la relojería pasaron”, concluyó.
(Manuel Vázquez Rivero)