Don Eduardo Pech I. Leal, de 93 años, aún sigue elaborando cubos, regaderas, nichos, lámparas y muchas cosas más de láminas de zinc, dicha artesanía de hojalatería se ubica en la calle 31 x 22 y 24, por la pandemia el trabajo se truncó.
Don Eduardo mejor conocido como el “Pequeño Eduardo”, sigue trabajando la artesanía de hojalatería, en entrevista dijo que al levantarse, primero hace su oración después hace sus agachadillas y lagartijas, posteriormente inicia su trabajo, enciende su carbón y colocamos herramientas dentro del fuego espera que llegue al rojo vivo y empieza a soldar.
Agregó que por la pandemia el trabajo bajó mucho, la ventas se vinieron para abajo todo está a la venta, pero nadie compra porque no hay visitantes y no hay trabajo; sólo porque tengo mi apoyo económico del Gobierno Federal así nada más sobrevivo, también saco a vender mis aguacates y con lo que me deja, con eso nos ayudamos; enfatizó que del Gobierno Municipal no tengo ningún apoyo como artesano aclaró.
Este trabajo lo inicié a los 14 años, lo aprendí de mi abuelo y de mi papá, me propusieron aprender la carpintería y la herrería; sin embargo, mi mamá me dijo, porque no aprendes la hojalatería eso es lo que hace tu papá, desde entonces a los 14 año que di el primer paso para este bonito oficio ahora han pasado más de 60 años que lo hago, con ello crecí a mi hijos que hoy son profesionistas, y hoy a pesar de la pandemia seguimos trabajando y esperando que lleguen los clientes.
Durante la entrevista, don Eduardo estaba con su esposa doña Manuela Cimé, de 88 años, dijo que la pandemia ha afectando a la gente pero esto ocurre porque no saben pedir a Dios que los ayude, el Señor es misericordioso, a pesar de esta situación nosotros salimos adelante.
Don Eduardo también cuenta con el apoyo de su hijo Eduardo Carrillo Pech quien se dedica a hacer artesanías de hilo y de madera las cuales expone en el taller de su papá, es así como este artesano de 93 años sale delante dando un claro ejemplo de superación a pesar de la diversidades que hoy en día se ven.
Por David Collí