Habitantes de Sotuta se reunieron en la plaza principal para jugar el popular palo encebado, como demostración de destreza entre los sotutenses y cuya práctica se remonta a más de dos décadas.
En este juego participan todos los hombres del municipio que así lo deseen y se realiza cada año a finales de noviembre como una costumbre de Sotuta.
El palo encebado consiste en que los participantes hacen una “vaquita” de dos mil pesos y forman grupos de seis personas, quienes intentan subir a un poste de más de siete metros de altura cubierto con cebo del ganado. Algunos competidores han sufrido lesiones por caídas y golpes debido a la dificultad del juego, sin embargo, nunca desisten de intentar alcanzar la bandera que se encuentra en lo alto del palo y ganar la recompensa.
“Es la segunda vez que competimos y salimos ganando nuevamente. Cada equipo tiene que diseñar su estrategia de las personas que utilizarán, pues todo depende del trabajo que haga cada grupo. Aunque no se trata de practicar, porque todo se hace a la mera hora, siempre tratamos de meter a las personas más hábiles y astutas en nuestro equipo, porque más vale maña que fuerza”, dijo Javier Balam, un concursante.
Por su parte, los espectadores hacen sus apuestas para ver cuál equipo ganará y echan porras para apoyar a sus favoritos, alegando que es un buen momento en el que todos los pobladores dejan sus diferencias y se unen para convivir en paz y sanamente, ya que las risas y ocurrencias de los participantes no paran.
“Es divertido verlo, porque una vez cuando un equipo estaba apilándose, un chavo que iba a trepar terminó rompiéndole el short a otro y todos se rieron. Definitivamente es una buena forma de entretenerse”, comentó Wendy Simá, una espectadora.
Margarita Tuz, vecina, comentó que “afortunadamente no ha habido accidentes de gravedad en estos juegos, como que la madera se haya salido del piso o alguno se haya caído a gran altura, pero sí ha ocurrido que algunos se lastimen la muñeca o que se golpeen contra el piso, pero todos terminan levantándose y vuelven a intentarlo”.
Además de este juego, los fines de semana de noviembre los colonos hacen otras actividades y concursos con el fin de pasar un rato de alegría en vísperas de Navidad y así limar asperezas, por lo que muchos aprovechan para volver a hablarse o terminar con pleitos.
“Iba a haber también cochino encebado, pero por la lluvia se canceló y sólo se hizo el palo; con mis amigas íbamos a meter un equipo, pero no se pudo porque no resistimos tanto”, aseveró Marisol Pacheco, una habitante.
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