Yucatán

Familia encuentra su pasión en los huertos de traspatio en Tipikal, Maní

La pareja lleva siete años dedicándose a la siembra de hortalizas, trabajo que les ayuda a sostenerse económicamente
Habitantes de diversos municipios acuden a adquirir hortalizas frescas / Carlos Ek Uc

María Mirta Puc Balam y Santos Ismael Martín Mis, conforman una familia de la comunidad que hace más de siete años se dedican a la siembra de hortalizas como un trabajo de tiempo completo.

El gusto por dicha labor surgió cuando el entonces gobierno del estado, implementó en la comisaría el proyecto social de rescate y promoción de los huertos de traspatio, como una actividad para la producción de alimentos para el autoconsumo familiar, así como para generar ingresos y mejorar su economía del hogar.

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“En ese entonces, comenzamos casi 100 personas de la población y a la fecha, creo que sólo yo sigo con ese trabajo, pero ahora todo por cuenta propia. En aquella ocasión nos dieron semillas y cada una comenzó a sembrar en el patio de su casa. Desde ese momento me gustó ese trabajo”, platicó María Mirta, mientras se encontraba laborando.

Tras finalizar el proyecto, ella continuó en un predio ubicado en la comunidad, luego rentó el terreno de un familiar hasta finalmente adquirir una parcela ubicada en las afueras de la comunidad, donde actualmente ha establecido “El Huerto de las Palmeras”, donde cultiva y comercializa sus hortalizas.

“En un principio, tenía mucho miedo porque apenas estaba aprendiendo, pensé que sólo iba a tirar mi dinero, ya que en verdad no te deja mucho dinero, pero si es mucho el trabajo. Cuando comenzamos apenas y sacábamos para las semillas, pero poco a poco hemos avanzado”, afirmó alegre.

Actualmente, la pareja siembra diferentes variedades de hortalizas en largas eras de cultivo que cubren el terreno, donde se pueden observar principalmente, rábano y cilantro; también siembran cebollina, calabaza, hierbabuena, pepino y hasta frijol que ponen a la venta para el público en general.

En una visita al huerto, se observó que el matrimonio cuenta con 10 eras de rábano y otras 10 de cilantro, cada una, con una superficie de 20 metros de largo por 1.50 metros de ancho. Asimismo, también han sembrado árboles de aguacate que brindó su primera cosecha el pasado febrero y de limones.

La calidad de sus productos le ha hecho ganar clientes de las comunidades circunvecinas como Tekit, Mama, Chumayel, Teabo, Mayapán, Maní y hasta de Mérida, que acuden hasta el huerto para adquirir productos frescos.

“Es todo lo que hacemos nosotros, a esto nos dedicamos y con lo que cosechamos buscamos nuestro dinerito y el gasto. Nos pasamos gran parte del día aquí, desde temprano y hasta por la tarde”, indicó.

Los años que llevan desarrollando dicha actividad, aunado a la práctica, le han facilitado a la familia tener un control en la siembra y posterior cuidado de cada variedad, a fin de no registrar pérdidas.

“La siembra de cada hortaliza la hacemos dependiendo del tiempo y la variedad, porque cada uno tiene su cuidado, por ejemplo, el cilantro se echa a perder rápido”, platicó Mirta, mientras sembrada las semillas de rábano en compañía de su esposo y familiares.

Hasta la fecha, la pareja se las va ingeniando para continuar con dicha actividad que tienen como trabajo de tiempo completo. Han sabido batallar con las limitantes y falta de herramientas para continuar con la siembra.

Asimismo, indicaron que con lo poco que van ahorrando, han logrado implementar un sistema de riego y han adquirido malla sombra de segunda mano que han reciclado y tejido manualmente para adecuarlo a su huerto y proteger las hortalizas.

“Todo lo que tenemos, lo hemos logrado con nuestro trabajo, hasta ahora no contamos con ni un tipo de apoyo del gobierno. En cuanto a las semillas, nosotros lo compramos igual, la bolsa de rábano cuesta como mil 500 pesos y el de cilantro a 120 el kilo”, aseveró.

Mirta Puc Balam platicó que el año pasado, la llegada de varios ciclones tropicales en la Entidad que dejaron inundaciones en varias zonas de la población, causaron estragos en su huerto, pues quedó prácticamente bajo el agua.

“Todo se inundó, cuando llegamos aquí no se veían las hortalizas, toda la cosecha que teníamos se perdió y por un mes y medio no tuvimos nada que vender, tuvimos que comenzar nuevamente”, lamentó.

A pesar de las afectaciones del 2020 y los efectos de la pandemia, la familia sigue firme en el cultivo de las hortalizas. María y Santos, representan a esas familias trabajadoras que día con día se esfuerzan por salir adelante.

Los entrevistados esperan que las autoridades vean el trabajo que realizan y tomen cartas en el asunto para apoyar dicha actividad que forma parte de una tradición en las familias yucatecas que poco a poco se va perdiendo.

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