Yucatán

Pobladores son acosados por agiostistas en San Pedro Chimay, denuncian

“Sólo me dijeron que tenía que dar 397 pesos por semana, pero de esa cantidad solo una mínima parte, creo que 18 o 20 pesos", comentó
 “Nadie quiere tener deudas, pero las enfermedades, la falta de trabajo, pues nos obligan a hacerlo", comentó una de las afectadas / Luis Valle

La comisaría de San Pedro Chimay padece, desde hace 10 años, una plaga de agiotistas que lucran con la necesidad de la gente, quienes apurados y acorralados por las carencias económicas ceden ante estas financieras que les ofrecen solucionar sus problemas mediante préstamos que van desde los dos mil pesos. Sin embargo, los intereses son altos, pues equivalen al 40 por ciento del monto total.

Pobladores entrevistados aseguraron que estas empresas llegan a amedrentarlos mediante abogados, o personal del Ministerio Público, para presionarlos a que paguen.

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Incluso refirieron que el modus operandi de una compañía consiste en investigar primero las necesidades de la gente, para después sus representantes se presenten y les ofrecen préstamos por la cantidad que deseen.

Comentaron que ese establecimiento solicita una credencial del INE, sin importar que esta pertenezca a otra persona, y les da a firmar documentos en blanco, para así facilitarles el dinero.

Tal es el caso de Julia, quien cuenta que a ella le ofrecieron en préstamo nueve mil pesos para que se comprara un refrigerador,a lo que ella aceptó porque lo necesitaba; sin embargo, terminó pagando más de 60 mil pesos.

“Sólo me dijeron que tenía que dar 397 pesos por semana, pero de esa cantidad solo una mínima parte, creo que 18 o 20 pesos iban a capital, lo demás era intereses” señaló la afectada, quien añadió que no suficiente con el alto interés que pagaba, cuando volvieron a ofrecerle un nuevo préstamo.

“Ya tenía un año de estar pagando lo del refri cuando me ofrecieron otros seis mil pesos. No los iba a agarrar, pero mi hermana me insistió que aceptara y que de ahí le prestara a ella tres mil, entonces me ayudaría a pagarlos. Acepté, pero cuando empezaron las cobranzas, me di cuenta de que ellos me hicieron una nueva cuenta, una por 15 mil pesos, o sea los primeros nueve y los seis mil. Pero todo lo que les aboné en un año, lo borraron, no contó, porque empezaron una nueva cuenta con los dos préstamos juntos”, lamentó.

Aunque por tres años estuvo pagando de manera constante, en abril de este año la mujer contó que se quedó sin empleo y ya no pudo continuar dando los abonos, lo cual provocó las constantes visitas de los cobradores y personas que se decían ser abogados de la financiera, quienes la amedrentaban con quitarle sus pertenencias o su propiedad, toda vez que los pagarés que firmó estaban en blanco.

“Tenía que pagar y no tenía dinero, así que pensé en vender una parte del terreno donde vivo, lo iba a dar en 30 mil pesos para poder saldar la deuda y quitarme de ese problema. Pero mis hijos me regañaron y entre ellos juntaron 13 mil pesos y con eso me dijeron que finiquitaba la deuda y les pagué, ahora el miércoles voy por mi pagaré donde dice que ya no debo nada” finalizó.

Otra afectada

El caso de la señora Julia no es aislado, como sucedió con Rosa, quien, en entrevista con Por Esto!, manifestó que ella también cayó en las propuestas de oropel de una financiera.

“Mi marido es albañil y mis hijos trabajan, pero pues con la situación tienen pocos ingresos. Entonces se me ocurrió agarrar dos mil pesos, pero después me molestaban aquí en la casa, hasta que mi marido los corrió y pagamos y ya no lo volví a hacer. Pero aquí todo el pueblo está endeudado, aunque por pena no lo dicen. Nos enteramos cuando empezamos a ver los problemas, o cuando les sacan las cosas de la casa”, contó.

 “Nadie quiere tener deudas, pero las enfermedades, la falta de trabajo, pues nos obligan a hacerlo”, agregó otra de las afectadas.

Los testimonios recabados coinciden en que las financieras conocen a la perfección la situación de precariedad que existe en la comunidad y se aprovechan de eso, al llegar con propuestas que solucionen los problemas que aquejan a posibles víctimas, quienes incluso terminan perdiendo su patrimonio.

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JG