El rancho de donde provienen los cerdos contaminados con clembuterol, y que intoxicaron a cerca de 500 personas del municipio de Seyé, es propiedad de la familia Esquivel Iglesias, dueños del complejo agroindustrial Kaki. Por si fuera poco, el rancho ganadero y porcícola de los Esquivel se encuentra dentro de la zona Anillo de Cenotes, en la localidad de Eknakán.
La proveedora de carne de res y puerco trabaja con una razón social distinta, pero la administran los mismos socios de Kaki.
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Una colaboradora del local de cochinita pibil de Humberto Huchim, de Seyé, el origen de la intoxicación masiva, señala que “es recurrente la compra de cerdos a Kaki”. Y al menos cuatro animales provenían de las granjas ligadas al consorcio de pollo, carne y huevo, que se encuentra a unos 20 minutos en carretera y 18 kilómetros de distancia.
El criadero de cerdos y reses, empresa alterna a la apícola, se llama “Hacienda Tekik” y se encuentra dentro de la zona protegida de cenotes. Trabajadores del criadero porcícola confirmaron la relación entre empresas, además los documentos que POR ESTO! obtuvo mediante acceso a la información pública confirman el vínculo empresarial.
La documentación informa que la empresa fue fundada desde el año 2002 por los hermanos Alvar Humberto, Rosa Patricia y David Joel Esquivel Pérez y Alvar Humberto Esquivel Iglesias. Este último es apoderado legal del rancho.
La empresa tiene, según su acta constitutiva de la que POR ESTO! cuenta con copia, 50 mil acciones divididas en partes iguales.
“Objeto Social: Entre otros es la producción, comercialización, compra y venta, de ganado mayor y menor, bovino, porcino, ovino, avícola, y de toda clase de animales en general; de sus carnes y derivados; así como de colmenas, miel, y sus derivados”, dice el documento.
Alvar Humberto Esquivel Iglesias es la cara pública (y director general) de las granjas Kaki que en tan solo en la carretera estatal número 10 “Mérida-Tekik”, a la altura de las comunidades de Acanceh y Eknakán, tienen una planta de producción de comida para perro, una incubadora, cuatro granjas de gallinas, una planta cartonera, una empacadora de huevo y su granja bovina y porcícola.
La granja “Hacienda Tekik” se puede encontrar pasando el anuncio de la reserva natural Anillo de Cenotes y muy cerca del cenote Xtojil, Paraíso Papakal y el cenote Chacsiniché. Incluso un kilómetro antes de llegar a un discreto enrejado por donde se accede al rancho, hay un servicio de recorrido turístico para entrar a las formaciones cavernosas.
En la verja principal de Tekik hay una lona solicitando, de forma permanente empleados, ofrecen “buen sueldo” y “prestaciones de ley”; además anexan un número para contacto.
En revistas especializadas de ganado bovino y porcino, impresas y de circulación electrónica, se reconoce a la familia Esquivel Iglesias como propietarios de este predio. Inclusive, la dirección para precios y cruzas termina con el dominio @kaki.com.mx.
Familia Esquivel, influencia regional
En el recorrido de diario POR ESTO! se pudo comprobar que la principal actividad de la empresa Kaki es la distribución de comida para perro, pollo y huevo por las diversas localidades como Tekik, Timucuy, Acanceh, Dzitiná y Eknakán. También son conocidos por la cría de puerco y res, como en el caso del municipio de Seyé, donde centenares de personas resultaron contaminadas.
En el pueblo de Seyé no se hace distinción entre la empresa de pollos y carne de puerco y res y mencionan “que no es el único vendedor que compra con la compañía”.
Información consultada en el Registro Público del Comercio (RPC) se puede comprobar que los socios mayoritarios, Alvar Humberto Esquivel Iglesias y Rosa Patricia Esquivel Pérez, son socios y controlan la empresa Industria Avipecuaria Peninsular, S.A. de C.V., dueña del nombre Kaki.
La compañía de pollo fue fundada en el año 1990 en el municipio de Mérida, Yucatán. Su objetivo empresarial abre la puerta a la “comercialización de carne de res, cerdo, pollo, huevos, quesos, embutidos y todo lo relacionado con productos agropecuarios e industriales, la compra y venta de toda clase de mercancías, la adquisición de materias primas, maquinaria y de más implementos que sean necesarios para los fines de la sociedad, la engorda de animales en general y postura de huevos”.
En el Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial (IMPI) Industria Avipecuaria Peninsular tiene registrados cinco dominios de nombre: cuatro relacionados con el manejo de pollo, huevo y venta de pavo; uno más con la venta de comida para perro.
“Volveremos a comprar cochinita”
En el pueblo de Seyé sólo hablan de la cochinita “mal beneficiada”. El comentario común entre conocidos y amigos es si tuvo algún familiar atendido por los dos médicos que hay para un pueblo de 9 mil 276 habitantes.
En el consultorio del doctor Jaime Álvarez Pech solo “regresaron dos pacientes, pero con problemas de estrés” posterior a la crisis. Aunque varios de los pacientes tienen aún secuelas, reales o psicológicas, muchos afirman que seguirán comiendo cochinita los domingos y con el mismo vendedor.
“Si Don Beto no tiene la culpa, la culpa es de la carne que ya venía mala y él no tenía cómo saber. Nosotros volveremos a comprar cochinita y con el mismo señor. Es la tradición”, dice Pablo, uno de los atendidos que tiene diabetes y ha tomado Metoprolol para sus padecimientos.
Este martes fueron sacrificados al menos dos puercos más para su cremación por parte de las autoridades estatales y en Seyé, la Alcaldesa Diana Dzul Leo, espera el dictamen final y organiza una reunión privada con vendedores de carne y comida preparada que será a puerta cerrada.
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CG