Alfonso González Fernández, expresidente del Consejo Mundial de Ingenieros Civiles, dejó ver los errores del proyecto del Ayuntamiento de Mérida con las calesas eléctricas. Como parte de su ponencia “Desarrollo Sustentable y sus desafíos en la Ingeniería Civil”, dijo que el Ayuntamiento de Renán Barrera presentó un plan sustentable en el discurso, pero no lo solventó con hechos.
“Una cosa es lo que se dice y otra lo que se hace”, afirmó y señaló que el alto costo de esos vehículos no resolvió un problema, sino que trajo otros, como la necesidad de refacciones. “Que prefieran una carreta eléctrica, adelante, pero en Nueva York y Bélgica siguen usando caballos, que están en un programa de alimentación, horario de trabajo y reposición”, expuso.
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El consultor recordó que resaltaron las nuevas calesas como una innovación y en ese punto tecnológico dijo que son más los problemas que las soluciones: “De las seis calesas ya son varias las que no funcionan y necesitan refacciones”.
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“¿Dónde las recargan?”, preguntó a los asistentes, al cuestionar la procedencia de la energía eléctrica. “¿Es una energía limpia? ¿Vienen de una generación limpia, de celdas fotovoltaicas, de la energía eólica o del mar?”.
“No, viene de Comisión Federal (CFE)”, contestó. Los módulos de carga se encuentran en el estacionamiento del Palacio Municipal.
“Entonces no cumple con un ciclo (sustentable). Sólo es la narrativa con la que la presentan y gastan millones en publicidad”, lamentó al usar este ejemplo en su ponencia. Lo cierto es que el Ayuntamiento las presumió como un proyecto sustentable. En su presentación el alcalde dijo que “estas primeras calesas eléctricas son resultado de un proceso colegiado, con perspectiva ambiental”.
Y tras su primer día de funcionamiento la Comuna compartió un comunicado titulado “Calesas eléctricas, un acierto para avanzar hacia el desarrollo sustentable de Mérida”, en el que afirmó que su uso forma parte de las “iniciativas que contribuyen al cuidado del medio ambiente y al desarrollo sustentable del municipio”. “Representa un avance importante en el cuidado y protección del medio ambiente y un paso más de la transición de Mérida hacía un futuro más sustentable”, sostuvo dicho texto, lo que González Fernández desmintió en minutos.
Las calesas tuvieron un costo de casi medio millón de pesos, 485 mil, de acuerdo con la Comuna, que en su momento explicó que subsidiaría el 41 por ciento y los dueños de las unidades pagarían el resto con mensualidades de 11 mil 923 pesos durante 24 meses. Actualmente, habrían cubierto 8 pagos, unos 95 mil 384 pesos.
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CC