Frente al espléndido El Castillo, de donde Kukulcán desciende en cada equinoccio, el Presidente Andrés Manuel López Obrador sonrió a los dioses del Mayab. Rindió también un tributo a la gran cultura maya y a su envidiable arquitectura.
No era para menos. Desde temprano la gente lo esperaba. Tárcilo May Uitz y su esposa, Miriam Canché Caamal, estaban felices. Sonreían. Era la primera vez que visitaban Chichén Itzá. Él, a sus 68 años; ella, a sus 67. También esperaban, bajo los poderosos rayos del dios Sol (34 grados y 41 a la sombra), al Presidente López Obrador. Una tarde calurosa que sólo los frondosos árboles de laurel protegieron a los visitantes.
Ambos se pararon frente a El Castillo para posar para la fotografía, ahora ya histórica para ellos. Tárcilo May dijo lo que muchos mexicanos piensan de López Obrador: “Está trabajando como ningún otro Presidente lo había hecho”. Lo dijo con orgullo.
Ambos proceden de Santa Elena, por la zona de la Ruta Puuc. “Allá tenemos a Uxmal”, añadió. También es grande como aquí, agregó.
Tárcilo es campesino. Recibe beneficios del programa de adultos mayores y también de Sembrando Vida. Es un hombre trabajador, curtido por el Sol, por la experiencia, por la vida misma.
Por eso, cuando el Presidente López Obrador entró a la explanada frente a El Castillo, Tárcilo aplaudió contento. Lo hizo sin fingimientos, porque para él la visita del mandatario tenía un sentido único. Era la primera vez que veía a un presidente y más aún cuando se habla mucho de él.
López Obrador levantó los brazos para saludar a la gente, coloquial como siempre lo hace. En su discurso, elogió a los hombres y mujeres que trabajan todos los días, que defienden su cultura maya y que no se sienten menos que otros, sino al contrario, orgullosos.
Son una cultura milenaria, más antigua que los europeos que vinieron a conquistarnos, dijo el Presidente. La solidaridad y cultura de los mexicanos es única, porque no se olvida de su familia a pesar de que está en el extranjero, pues trabaja intensamente para enviar remesas al país. El mexicano es trabajador y solidario, recalcó.
Chichén Itzá por ese día estuvo cerrado. Se vio calma. No había puestos de vendedores ambulantes.
Pisté, con sus 6 mil 500 habitantes, es una comisaría activa que vive del turismo, que vive de la zona arqueológica y que, con la apertura de Chichén Viejo, permitirá mayor cantidad de visitantes locales, nacionales y extranjeros. Dejará una derrama económica y pondrá en alto la cultura maya que abarcó Mesoamérica.
Tárcilo y su esposa se retiraron casi a las 20:00 horas, de vuelta otra vez a Santa Elena, al Sur de Yucatán, satisfechos por ver al Presidente y por conocer por primera vez Chichén Itzá, la grandeza de sus ancestros.
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LV