Las fiestas religiosas a los santos patronos del pueblo terminaron con el regreso de las imágenes de los Magos del Oriente a su nicho y con una asistencia récord de 126 mil 248 feligreses, 40 mil más que lo reportado el año pasado, que acudieron al santuario para venerar a las figuras desde el pasado 28 de diciembre.
Los festejos de despedida a Melchor, Gaspar y Baltasar iniciaron con una misa oficiada por el párroco Pedro Echeverría López, concelebrada con los vicarios, Ernesto Navarrete y Eddie Poot.
Los hombres expresaron en su mensaje la importancia de que todos los creyentes, desde sus trincheras, tengan presente el llamado de seguir a Jesús en el servicio hacia la iglesia. También exhortaron a los feligreses a crecer, no solo como comunidad cristiana, sino como una sociedad solidaria, pues la ciudad necesita de la aportación de cada uno de los habitantes.
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Posteriormente, se realizó la tradicional procesión en la que se sumaron representantes de diferentes grupos apostólicos y gremios, así como los sacerdotes de la parroquia. En la peregrinación también estuvo la Reina de la Feria, Darelle Caballero, y una multitud de creyentes tanto locales, como caminantes provenientes de otros municipios que asistieron al festejo de los santos.
El desfile fue embellecido por vistosos ramilletes y estandartes que se ondearon con el viento mientras los devotos caminaban al ritmo de la banda de música del Colegio de Tizimín.
De fondo, también sonaba el repicar de las campanas y el tronar de los voladores, mientras que Gaspar, Melchor y Baltasar salían del Santuario en hombros de sus custodios.
La peregrinación se dirigió hacia la Plazoleta de los Cenotes, después retornó por el centro de la ciudad, pasando frente al Palacio Municipal y finalmente terminó con el reingreso a la parroquia.
Durante el recorrido la gente coreó al unísono el himno de los tres Reyes Magos de Oriente, así como plegarias y oraciones pidiendo por la paz de la comunidad y del país para que estos se conduzcan por el sendero de los mandatos de Dios y se alcance la salvación de la humanidad.
Al arribar de nuevo a su Santuario, las sagradas efigies fueron recibidas con cánticos religiosos, y en medio de aplausos, fueron devueltos a sus nichos a manos del párroco y el vicario.
Para agradecer a los santos patronos y a la nutrida asistencia, los custodios ofrendaron globos de Cantoya y pirotecnia en el atrio del santuario. También realizaron la quema del tradicional torito frente al templo parroquial para deleite de los visitantes que se congregaron para despedir los festejos patronales.
Estos custodios, encabezados por su coordinador, Arturo Uch, elevaron dichos globos y dieron inicio a la pirotecnia con voladores, fuegos artificiales y el encendido de un artefacto que hizo sobresalir las coronas de los santos patronos.
Mientras esperaban el inicio de la misa tradicional, algunos tizmileños dijeron haber observado una cruz en el cielo que se formó sobre el Santuario de Reyes, lo cual consideraron una obra divina de la manifestación de Dios durante este acto religioso.
Diarilu Solís Tuz, una de las asistentes, dijo haber tenido la oportunidad de presenciar la figura junto a su esposo David Dzib y capturarla en una fotografía con la cámara de su celular. Este acontecimiento ocurrió alrededor de las 19:00 horas, y una multitud de personas estuvieron presentes.
“Muchos dirán que solamente es un simple reflejo, pero para mí significa mucho, considerando que es una revelación de la presencia de Dios en esta celebración tan importante”, dijo.
Por la tarde, se llevó a cabo la segunda corrida de postín, en la que los matadores Alejandro Lima, El Mojito y Gerardo Rivera salieron en hombros del coso taurino artesanal tras su magistral actuación.
El Mojito cosechó la oreja del primer toro, de 400 kg, llamado Músico. El hombre se lució con un toreo pegado al cuerpo, en el que, logró colocar las banderillas al ritmo de la jarana y finalmente, lo llevó a triunfar al matar al burel.
Por otra parte, Gerardo Rivera no inició con el pie derecho. El segundo toro de la tarde, Presidente, de 420 kg, le salió flojo y aunque en todo momento enardeció a la afición con su maestría en la muleta, no logró galardón alguno, pues falló en la estocada final.
Sin embargo, se reivindicó con el cuarto ejemplar, Yucateco, de 410 kg. En este enfrentamiento lució su elegancia y porte, pero sobre todo su movimiento dinámico y creativo.
Rivera incluso toreó al bovino con un sombrero, lo que lo hizo brillar como un gran maestro de la tauromaquia.
Finalmente, acertó en su estocada final que fue letal para su burel.
Para finalizar, ambos matadores brillaron con la muleta, realizando sendos desdenes y siempre teniendo a los astados de la ganadería San Salvador pegados al cuerpo. También realizaron magistrales pases de pecho, verónicas, chicuelinas, molinetes y demás trucos que enardecieron a los aficionados de la fiesta brava.
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NM