Yucatán / Sucesos

Hombre de Chumayel se quita la vida en el patio de su casa

Se colgó de una soga que ató a un árbol de zapote

Por motivos que aún se desconocen, José Clemente Chan Balam, de aproximadamente 45 años de edad, se privó de la vida colgándose de una soga que ató a un árbol de zapote ubicado en el patio de su hogar; cerca de él, quedó acostado su perro, fiel amigo que lo acompañó en todo momento.

El hecho ocurrió ayer domingo en el domicilio del occiso, ubicado sobre la calle 31 entre 26 y 28 en la localidad de Chumayel. “Cle” como era conocido el difunto, vivía solo en una casa de paja y era ayudante de carnicero.

De acuerdo a datos preliminares, fue una mujer quien halló el cuerpo de Clemente, cuando acudió cerca de las 10:00 horas al domicilio para llevarle un encargo. Asimismo, se supo que el hombre se había emborrachado la noche del sábado.

Por motivos que la familia desconoce, José Clemente decidió quitarse la vida por la vía del ahorcamiento, colgándose de una soga que ató a un árbol de zapote a una altura de cerca de 3 metros.

Al ser hallado el cuerpo, nada se pudo hacer ya que llevaba varias horas sin vida, lo que indica que Chan Balam tomó la fatal decisión durante la madrugada. El cuerpo del hombre quedó al ras del piso y parcialmente parado.

Lo asombroso del hecho, es que cerca del cuerpo del hombre, se mantuvo siempre acostado su perro, fiel amigo que lo acompañó hasta su último suspiro. A lo lejos se observó al can, inmóvil y triste, recostado sobre un montículo de piedras.

Al predio acudieron varios elementos de la Policía Municipal quienes acordonaron el área y la calle, así como unidades de la SSP, el personal del Servicio Médico Forense y del Ministerio Público para los trámites legales.

Asimismo, pese a las recomendaciones de mantenerse en su hogar, decenas de personas acudieron hasta las inmediaciones del lugar para “curiosear” e informarse del hecho que causó tristeza y asombro entre la población.

En torno al suicidio, vecinos relataron que en las últimas dos noches, se escucharon los ladridos desesperados de los perros que viven en las calles aledañas, lo que a decir de los abuelos significa, un mal presagio que anunciaba la llegada de la muerte.

Información: Carlos Ek Uc

Por Redacción Digital Por Esto!