Campeche

CHAMPOTON, Cam., 4 de noviembre.- La agroindustria del arroz llegó a ser el principal sustento para alrededor de 15 mil familias champotoneras, llegando a producir por ciclo agrícola más de 120 mil toneladas; sin embargo, las malas políticas neoliberales que prevalecieron en las uniones de productores y la corrupción gubernamental, que optó por importar lo que México ya producía, terminó por llevar a la ruina a una de las actividades productivas más importantes de Campeche.

La introducción de nuestro reporte periodístico fue realizada con datos aportados por trabajadores de la Arrocera Covadonda, que hasta el día de hoy exigen una indemnización a la productora y comercializadora de granos.

La planta arrocera de Champotón, antes conocida como “Ing. Fernando Flogio Miramontes”, es un ejemplo de la corrupción de los líderes de las organizaciones de productores y de las malas decisiones de los gobiernos emanados del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

El resultado final fue el casi exterminio de una actividad económica que aportaba al país casi el 80 por ciento del arroz que consumía el país, en los años 80 y 90.

El caso

La determinación del Gobierno Federal de privilegiar la importación de granos básicos, en vez de incentivar la producción de los mismos, benefició a los importadores intermediarios.

Respecto a la historia de la actividad arrocera en el municipio de Champotón, se sabe que el último líder arrocero fue Pedro Angulo Villacís, quien estaba a la cabeza del Consejo de Administración de empresa social “Ing. Fernando Flogio Miramontes”, que bajo condiciones extrañas pasó a poder de la comercializadora de granos Arrocera Covadonda.

Angulo Villacís, padre del ex diputado Pablo Angulo Briceño, quien recientemente fue nombrado Secretario Técnico del Comité Ejecutivo Nacional del PRI por el líder nacional de los priistas Alejandro Moreno Cárdenas, fue el encargado de desmantelar la agroempesa que era propiedad y sostén de 17 ejidos, que a pesar de formar parte del Consejo de Administración, no fueron tomados en cuenta en la liquidación de la empresa social.

La agroindustria del arroz fue una de las primeras víctimas del libre mercado del gobierno de Carlos Salinas de Gortari y los que le precedieron y, como era de esperarse, los productores mexicanos fueron incapaces de competir con la subsidiada industria agroalimentaria de Estados Unidos.

Luego de ser adquirida por Covadonga, únicamente debieron de pasar algunos años para que la antes próspera empresa arrocera se fuera a la quiebra, aunque previo a la debacle sus nuevos dueños habrían adquirido préstamos millonarios a instituciones financieras internacionales y subsidios del Gobierno Federal.

Hoy, de las flamantes instalaciones de la bodega y molino de arroz “Ing. Fernando Flogio Miramontes”, únicamente quedan ruinas: sus bodegas, molinos, silos y oficinas administrativas están en ruinas.

Hoy, en donde antes se concretaban transacciones que generaban beneficios a miles de familias campechanas y se almacenaban granos para alimentar a los mexicanos, crece la mala hierba y se reproduce la fauna nociva.

En entrevista con POR ESTO!, ex empleados de la planta de arroz “Ing. Fernando Flogio Miramontes” denunciaron que el terreno de poco más de cuatro hectáreas de la que fuera una de las empresas sociales más prósperas de Campeche, ha sido reclamado por los ex empleados de Covadonga, como parte de un juicio laboral.

Se sabe que es casi seguro que el fallo de la autoridad laboral sea a favor de los obreros; sin embargo, este predio también es reclamado por empresas financieras y el fideicomiso que resultó del cierre de Banrural.

El grupo de trabajadores de la ex empresa arrocera lleva ya varios años custodiando las también rapiñadas y vandalizadas instalaciones de la arrocera de Champotón, en espera de que pronto sea resuelto su añejo reclamo.

Los obreros de la agroindsutria arrocera, que en algún momento logró superar en ingresos a la agroindustria azucarera instalada también en Champotón, son, junto con los productores de la gramínea, víctimas de las iniciativas de los últimos gobiernos neoliberales, que convirtieron a México de exportador a un importador de granos, atentando con ello nuestra soberanía alimentaria.

Se sabe que del millón 100 mil toneladas de arroz palay (con cáscara) que se consume en el país cada año, sólo 20 por ciento se produce en 6 mil hectáreas; el resto se importa de Estados Unidos, Argentina y Uruguay.

Lo anterior es resultado de la apertura comercial que trajo consigo la competencia desleal, la reducción de los apoyos a los campesinos y la caída de los precios.

De los 25 mil productores que había hace poco más de dos décadas, únicamente quedan 2 mil 800 y, aunque existe interés de agricultores e industriales en invertir en la producción y molienda de arroz, las últimas administraciones gubernamentales continúan apostándole a las importaciones.

(Joaquín Vargas)