CALKINI, Cam., 9 de febrero.- La industria porcina depreda los recursos naturales, explota al hombre y únicamente genera beneficios para un puñado de capitalistas, declaró el historiador calkiniense Carlos Fernández Canul, quien al igual que el sindicalista Juan Carlos Canul May consideró que en vez de apuntalar a “empresas sucias” se debe fomentar el turismo.
“El Gobierno debe tener claro que no solamente los habitantes de Dzitbalché, sino todo Calkiní está atento y dispuesto a defender su patrimonio natural y cultural.
“Desde ahora debemos levantar la voz para que nuestros gobernantes se enteren que no estamos de acuerdo con ese tipo de inversiones que depredan la ecología y agudizan los problemas sociales. De ninguna queremos una industria sucia en nuestro municipio.
“No podemos poner en riesgo el patrimonio de las futuras generaciones. La ecología, pero sobre todo el agua, no son de una sola empresa, pertenecen a toda la humanidad”, dijo Fernández Canul al ser entrevistado por POR ESTO!.
Consideró el historiador que existen alternativas más viables para detonar el desarrollo económico en el municipio de Calkiní y el Estado de Campeche, entre ellos el ecoturismo, que no pone en riesgo a la naturaleza, ya que por lo contrario contribuye a preservarlo.
“La industria porcina no solamente pone en riesgo el entorno ecológico, también atenta contra uno de los bienes más preciados del ser humano, que es el agua, de tal forma que podríamos decir que atenta contra el propio hombre”, consideró Fernández Canul.
Fernández Canul mencionó que tanto el Gobierno del Estado como el Ayuntamiento de Calkiní están promoviendo la llegada de la macrogranja de Kekén (Grupo Porcícola Mexicano), a sabiendas de que este tipo de desarrollos suelen ser nocivos para la naturaleza y el ser humano, ya que utilizan en forma indiscriminada los recursos hidrológicos, a los que además contaminan.
“El cerdo necesita muchísima agua y estamos hablando de 40 mil animales. Entonces este proyecto requerirá una enorme cantidad de agua y la única fuente que tenemos es el agua del subsuelo, que es considerada una de las reservas más importantes del país y posiblemente del mundo.
“Además, ya se preguntaron los calkinienses a dónde irá a parar todo el dinero que ganen los dueños de Kekén. Yo se los responderé. Seguramente en sus cuentas en el extranjero, mientras que a nosotros nos darán a cambio algunos pesos en impuestos, nos usarán como empleados y, cuando ya no sirva nuestra tierra y nuestra agua, se irán a destruir otro lugar”, explicó el historiador.
Consideró que los empresarios sólo buscan enriquecerse a costa de dañar el medio ambiente y no les interesan las personas. Asimismo, dijo que en caso de que el proyecto sea aprobado se lo lamentarán los más de 60 mil calkinienses.
Turismo, la alternativa
Fernández Canul agregó que una de las actividades económicas que deben ser incentivadas en el municipio es el turismo, pero las iniciativas existentes han sido frenadas debido a que no se confía en los propietarios de los sitios con atractivo turístico ubicados en el corredor ex haciendas-cenotes-Isla Arena.
“Los turistas que se atreven a hacer el recorrido quedan satisfechos al conocer la historia de Calkiní y sus bellezas naturales como El Remate e Isla Arena, pero es poco probable que regresen, porque consideran que es muy arriesgado transitar por la angosta carretera.
“Durante años hemos solicitado la ampliación de la carretera Tankuché-Isla Arena, ya que es el sitio de mayor riesgo, pues el camino está muy angosto, pero las autoridades se han manifestado en contra. Sin embargo, si los propietarios de estos lugares fueran inversionistas privados, no les pondrían ninguna restricción”, opinó.
Abundó que no es entendible que los proyectos que atentan contra el patrimonio ecológico de los calkinienses estén siendo impulsados por el alcalde Roque Sánchez Golib y el Gobernador Alejandro Moreno Cárdenas y no le apuesten a un proyecto que es más llevadero con la naturaleza como es el corredor ecoturístico e histórico de Calkiní.
Piden intervención de AMLO
Fernández Canul exigió la intervención del Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, para que el proyecto del Grupo Porcícola Mexicano sea frenado, que a toda costa pretende llevarse a cabo debido a que está siendo incentivado por la enorme exigencia de carne de países como China y Japón, que son los principales consumidores de carne de cerdo en el mundo.
“La granja no debe ser instalada en Campeche. Tenemos que preservar nuestra agua y no hay motivo para ponerla en riesgo. Debemos tomar experiencia de lo ocurrido en Kinchil, en el vecino estado de Yucatán, donde la empresa contaminó selvas y el agua, razón por la que le fue clausurada una granja similar a la que se pretendía instalar en Calkiní.
“Pero no solamente son los ciudadanos de Kinchil los que se oponen a las macrogranjas, también en Homún, el Pueblo se ha unido para defender su agua y sus cenotes, que para ellos es su principal fuente de ingresos económicos.
“En Calkiní estamos a tiempo. Hay que levantar la voz para evitar que ocurra una catástrofe ecológica, pues la industria porcina ya demostró que no es nada responsable y que en donde se ha asentado ha generado mucho daño ecológico y social”, puntualizó el historiador.
Kekén, consorcio mañoso
Por su parte, el dirigente municipal de la Confederación de Trabajadores y Campesinos (CTC), Juan Carlos Canul May, opinó que en forma mañosa, el consorcio Kekén y sus filiales involucraron a los propietarios de los terrenos de la antigua hacienda Las Mercedes para que pareciera que también tendrán participación en el negocio productores locales.
También recurrieron a la estrategia de usar razones sociales como Porcícola Bacabchén, S.P.R. de R.L., para dar la impresión de que se trata de una inversión local.
Sin embargo, el sindicalista manifestó que llama mucho la atención el hecho de que prácticamente han estado operando de forma clandestina, a espaldas de la comunidad, cuando de lo que se trata es de poner en marcha un proyecto que de alguna forma cambiará el modo de vida y la economía de todo el municipio de Calkiní.
Consideró que todo parece indicar que existía una urgencia de que el Gobierno Federal saliente autorizara los estudios de impacto ambiental, mismos que aparentemente están en trámite, según consta en la información pública que sobre el proyecto ha sido divulgado por la propia Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
Sin embargo, Canul May declaró que la empresa también deberá contar con los permisos respectivos por parte del Ayuntamiento de Calkiní, entidad que asegura que hasta el momento no sabe nada del proyecto, lo cual suena irrisorio, pues se sabe que Kekén incluso ya realizó trabajos para la ubicación de los pozos de agua.
Que mejor se fomente el turismo
Consideró que el gobierno casi siempre quiere irse por lo más fácil, ya que existen otras alternativas económicas como el corredor turístico de las ex haciendas, cenotes y playas, en el que estaría incluso Dzitbalché, así como las comunidades de Nunkiní, Santa Cruz Ex Hacienda, San Nicolás, Tankuché, El Remate e Isla Arena.
“Pero les gusta lo fácil, aunque signifique el esclavizar a nuestra gente y destruir nuestro patrimonio natural. Quieren sacar el mejor provecho de su estancia en el gobierno y que las próximas generaciones de calkinienses paguen el precio”, opinó.
Consideró que aún sin contar con un proyecto de promoción turística, llegan muchos visitantes a Calkiní y de paso hasta conocen sitios como El Remate e Isla Arena, pero casi nunca regresan ni pueden pernoctar en el lugar, debido a que no hay centros de hospedaje y los servicios son muy limitados.
El gobierno no quiere financiar ningún proyecto en el que participen ejidatarios, a quienes prefieren despojarlos de sus propiedades, bajo el argumento de que van a hacer el negocio de su vida, cuando lo que en realidad están haciendo es condenar al esclavismo a las próximas generaciones de ciudadanos.
Considero que de plano no se debe realizar el proyecto porcícola, ya que un sinnúmero de comunidades de Calkiní y de municipios vecinos consumen directamente el agua que se extrae del subsuelo, misma que ya muestra algunos signos de contaminación debido a la ausencia de drenaje sanitario de los centros urbanos.
“Si como estamos ya existen algunos síntomas de contaminación por los pueblos y la agricultura, se imaginan qué ocurriría con una megagranja de cochinos. Entonces no debemos de permitir que haya más contaminación.
“Las comunidades de la zona ya tenemos muchas malas experiencias con las granjas donde no se respetan las normas, por lo que sabemos que además de la contaminación que tiene lugar en el lugar donde están las instalaciones, se generan otros problemas como los tiraderos de desperdicios a cielo abierto (heces fecales, orina y agua podrida), además de la contaminación que se da por efecto del viento y que llegará incluso a otros municipios”, opinó el sindicalista.
“También dicen que se van a generar muchísimos empleos. Eso es una mentira, pues esas granjas están diseñadas para que operen con un mínimo de personal, ya que casi todo está automatizado. Por si fuera poco, uno de los verdaderos negocios de estas empresas es la explotación del obrero, a quien paga salarios de hambre.
“Este tipo de inversiones también está pensado para pagar salarios miserables, pues en una granja los únicos que gozan de pagos dignos son los que tienen un nivel gerencial, pero a los operarios y obreros generales se les da el mínimo, además de que no son empleos fijos, sino que se les contrata por tres y seis meses, con el propósito de que el empleado no logre antigüedad”, explicó.
Finalmente, el sindicalista remató: “Señores gobernantes, piénsenlo bien antes de autorizar el proyecto de la megagranja porcícola, pues puede que en vez de generar inversión, lo que estén haciendo es condenar a muerte nuestros preciados recursos naturales”.
(Jorge Gutiérrez Aké / Joaquín Vargas Aké)