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Tras las publicaciones de POR ESTO! frenaron el parcelamiento de cinco mil hectáreas de selva en el ejido X’mabén, que se pretenden añadir a los campos de cultivo del asentamiento menonita Nuevo Durango, donde se siembra soya transgénica

HOPELCHEN, Cam., 21 de abril.- Tras la visita del Presidente Andrés Manuel López Obrador y las publicaciones de POR ESTO! fue frenado el parcelamiento de cinco mil hectáreas de selva en el ejido X’mabén, que se pretenden añadir a los campos de cultivo del asentamiento menonita Nuevo Durango, en donde se siembra soya transgénica.

Ecologistas de Campeche consideraron que se trata de un triunfo -a medias-, pues es casi seguro de que los interesados en llevar a cabo los desmontes para sembrar soya transgénica buscarán alguna artimaña para cumplir su propósito.

En mayo del 2017 inició un proceso de venta de 5 mil hectáreas de selva para la extensión territorial del campo Menonita de Nuevo Durango, ubicado en tierras de uso común del ejido X’mabén, Hopelchén.

Para poder realizarse el proceso de parcelamiento (un proceso ilegal de cambio de uso de suelo, pues se incluye selva) los avecindados de Campeche dependen del apoyo y gestión de empresario campechano fungen como intermediarios de los dueños de los campos menonitas y otros grupos empresariales de la zona.

El objetivo legal es avecindar, casi siempre bajo la anuencia de la Asamblea Ejidal, y hasta a veces en presencia de un representante de la Procuraduría Agraria a un grupo de menonitas de segunda o tercera generación –legalmente mexicanos- para que las tierras sean entregadas legalmente.

En el caso de X’mabén, en caso de que se hubiera realizado el trámite éste fue en junio del 2018, bajo la administración de Clemente Achevida Góngora, en ese entonces comisario ejidal, pero la información es difícil de ser confirmada.

Si ese hubiera sido el caso, los menonitas habrían desembolsado una única aportación del 50 por ciento del monto acordado para cada ejidatario -de un padrón de 200- que ascendería al menos a cien mil pesos. En juego habrían estado al menos 40 millones de pesos, según han divulgado los propios ejidatarios. Aunque es necesario mencionar que no todos habrían accedido a ser parte de la hipotética transacción.

La extensión territorial del ejido de X’mabén es de 31 mil 213.64 hectáreas, y ya tenía el antecedente de una primera venta de 5 mil hectáreas en el año 2002, cuando fueron fundados los campos menonitas de Nuevo Durango. Diversas fuentes consultadas corroboran que esta segunda venta tenía como propósito la ampliación de las zonas de cultivo y coincide con la construcción de caminos, que cuentan con apoyos económicos del Gobierno del Estado y del Ayuntamiento de Hopelchén.

El 27 de marzo del 2019, luego de varias publicaciones de POR ESTO! alertando sobre la venta, finalmente intervino Profepa y la Gendarmería, en el operativo que concluyó con el decomiso de maquinaria pesada presuntamente usada para el desmonte de áreas forestales en las inmediaciones de los ejidos de X’mabén, Vicente Guerrero -Iturbide- y el Area Natural Protegida de Bala’an K’aax que abarca los estados de Quintana Roo, Yucatán y Campeche.

En el caso sobresalen los nombres de Alejandro Rodríguez Valle y el de su hermano el líder ganadero Gustavo Rodríguez Valle, quienes son apreciados en la zona, pero que aparentemente son también promotores de las siembras intensivas que tienen como propósito la exportación, ya que, de lo que siembran los menonitas, poco se consume a nivel local.

También prevalece el enojo de los pobladores locales, sobre todo los más viejos, respecto al método que se está usando para avecindar a miembros de la etnia menonita en ejidos como X’mabén, Xkan-há, Pach-Uitz y Chan-Chén y Chunek, para que se les otorgue el derecho a ser ejidatarios.

A pesar de la tentación del dinero, también es verdad que muchos de los pobladores originarios de Los Chenes ya se dieron cuenta del exterminio de la selva para favorecer los monocultivos y que pronto los campos soyeros invadirán la reserva de Balam Ka’ax, que abarca tierras de los municipios de José María Morelos y Bacalar, Quintana Roo; Tekax, Yucatán, y Hopelchén, Campeche.

El Area de Protección de Flora y Fauna Bala’an K’aax se estableció mediante Decreto Presidencial, publicado en el Diario Oficial de la Federación el 3 de mayo del 2005, por representar un eslabón importante para el desarrollo del Corredor Biológico Sian Ka’an–Calakmul, ya que une a las reservas de la biósfera que lo componen, fortaleciendo directamente al Corredor Biológico Mesoamericano y constituye una cadena de protección y manejo forestal y de fauna silvestre que garantiza la interconectividad de los ecosistemas y la permanencia de las selvas peninsulares en la denominada Selva Maya, cita el documento publicado en el Diario Oficial el 25 de febrero del 2011.

La caída del precio del maíz y los subsidios otorgado a los productores de soya como parte de las políticas convirtió a Hopelchén en un falso granero agrícola del sureste, ya que lo que se produce en estas tierras no tiene como destino satisfacer las necesidades alimentarias de la población regional.

Huipiles y Overoles no están en pugna

Los industriosos menonitas, llegados hace más de 30 años a las tierras cheneras, son un ejemplo de trabajo organizado. Muy pocas veces no logran sus propósitos, sin embargo, también es pleno su divorcio con el concepto de desarrollo sustentable.

Con el apoyo de los empresarios y funcionarios locales que conocen la efectividad del trabajo menonita, los miembros de esta etnia europea se han convertido en los principales agroempresarios del Norte de Campeche. Cristianos ortodoxos, que aún practican el concepto de “id y reproducirse”, en la actualidad ya representan más del 20 por ciento de la población de Hopelchén.

Cada hijo, una inversión

En contraposición, al nativo se le inculcó que una familia pequeña vive mejor, pero también dicha medida ha representado una desventaja para el ejidatario maya, quien a pesar de tener la tierra, carece -además del apoyo gubernamental- de la fuerza laboral para trabajarla.

La etnia menonita es en la actualidad una fuerza económica preponderante en el campo campechano. Pero, además su aislamiento respecto de la cultura del sitio donde están asentados, les impide razonar sobre los aspectos negativos de sus prácticas productivas

Cultura y economía nómada como son, no les importa devastar la selva, ya que para ellos el desmonte es oportunidad de hacer carbón y pagar la renta de los terrenos que recién arrendaron y saben que después de 30 años de explotación agrícola, podrán optar por sembrar pasto para el ganado.

Acá lo triste y grave del problema es que los habitantes ancestrales de estas tierras le están dando a su patrimonio ecológico y cultural un valor mucho menor al que le dan los menonas. Por eso la malbaratan.

Aunque la experiencia les ha dejado constancia de que ni siquiera el 10 por ciento de las tierras que dan en renta regresan al propietario, continúan con la misma práctica.

Lo que está ocurriendo en Hopelchén no promete otra cosa más que un retroceso y regresión económica, social y cultural. Una forma de colonialismo matizado de productividad y éxito agro empresarial cuyos beneficios irán a parar al bolsillo de las comercializadoras de semillas, políticos corruptos y en nuevos asentamientos menonitas en Centro y Sudamérica.

Hopelchén, granero del Sureste y gran productor de maíz campechano. Una mentira. La mayoría de los habitantes de Los Chenes consume Maseca, posiblemente fabricado con grano transgénico.

(Joaquín Vargas/Fotos Especial)

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