CAMPECHE, Cam., 25 de agosto.- “La salvación es la cuestión más importante de nuestra vida y a su vez, es también la más misteriosa. En tiempos de Jesús había muchos predicadores itinerantes ofreciendo la salvación por medio de diversas filosofías de vida, esto mismo ocurre ahora, porque también la persona actual busca la salvación de un modo u otro”, mencionó el Obispo de Campeche, Francisco González González.
Expresó que las lecturas del domingo recuerdan el camino al cielo, porque el Señor habla en el evangelio de la “puerta estrecha” que lleva al cielo y de los que quedarán fuera.
Manifestó que el comentario de Jesús se da a raíz de una pregunta que le hace alguien durante una de sus enseñanzas mientras iba camino a Jerusalén: “Señor ¿Es verdad que son pocos los que se salvan?”.
“El evangelio nos sitúa ante el tema de la salvación de las almas, éste es el núcleo del mensaje de Cristo y la ley suprema de la Iglesia. La salvación del alma es una realidad en cuanto don de Dios, pero para quienes aún no hemos traspasado las lindes de la muerte es tan solo una posibilidad. Salvarnos o condenarnos; es decir, aceptar o rechazar la oferta del amor de Dios por toda la eternidad”, manifestó.
El líder católico destacó que San Agustín dijo que en esta vida sólo hay dos posibilidades, o con Dios, o la nada; porque sin Dios nada tiene sentido, ya que el hombre cuando peca, esquiva la mirada del Creador y la centra sobre sí mismo.
Añadió que de esta forma, Dios mira incesantemente con amor al pecador y para no forzar su libertad, espera un gesto mínimo de voluntad de retorno y que por eso es que se deben de arrepentir de corazón y entregarse al Señor.
Comentó que en el caso del Evangelio, se describe simplemente como ser echado fuera y describe, además, cómo será el rechazo de Dios hacia los que han hecho el mal; dirá así el Señor a los que han obrado mal: “Yo les aseguro que no sé quiénes son ustedes, apártense de mí todos ustedes, los que han hecho el mal”.
“Es decir la puerta del cielo es estrecha, para pasar por ella hay que cumplir con una condición obligatoria: vivir la fraternidad en el día a día de nuestra vida. Es lo que hacemos en la eucaristía, donde nos juntamos y compartimos el pan como hermanos y es lo que deberíamos hacer todos los días, vivir como hermanos”, finalizó.