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Los tejedores de muebles fueron favorecidos por la pandemia debido a que aumentó el número de clientes, a decir de Facundo Aquino, quien se dedica a este oficio, debido a la permanencia de las personas en sus hogares.
Desde hace 16 años, Facundo ha mantenido a sus tres hijos gracias a los ingresos que este autoempleo le ha dejado. Y pese que dijo lamentar la actual contingencia sanitaria, agradeció que reguardo en casa de las personas le favoreció económicamente.
Antes de la pandemia, usualmente realiza de dos a tres trabajos diarios, pero debido a la cuarentena las familias permanecían en casa, lo que llevó a ocupar más lugares para descansar.
Entonces los servicios aumentaron de cinco a seis trabajos al día, la gente sacó sus muebles para darles mantenimiento, además el tejedor añadió: “pienso que el trabajo aumentó porque dejaron de comprar cosas como la cerveza”.
Aseguró que pese a que es un trabajo agotador, gana más de lo suficiente para cubrir las necesidades básicas de su hogar.
Por cada trabajo, Facundo se tarda alrededor de 40 minutos y cobra 300 pesos. Pero debido a que la gente comienza a salir de casa nuevamente, sus ingresos han regresado a estar como antes.
No obstante, se topa con problemas como el alto costo del material para trabajar en Ciudad del Carmen; en la Isla un kilo de vinil para tejer cuesta alrededor de 130 pesos, mientras que en Mérida, Yucatán, la misma cantidad se consigue por 50 pesos, por lo cual tiene que viajar con regularidad a esa ciudad para adquirir su materia prima.
Se dijo orgulloso de que sus hijos lo apoyen en esta labor, incluso el segundo de ellos, de manera especial, ya que es invidente y pese a su condición puede realizar tejidos si mayor problema.
Aunque no todo ha sido beneficio. Debido a que tiene que salir a recorrer la ciudad para trabajar, le es complicado apoyar a sus hijos con sus actividades escolares, aun cuando son en línea.
Por Juan García