Los altares son una tradición mexicana, y ayer se realizó una muestra en el hospital comunitario “Doctor Pedro Lara”, y más tarde en la sala de usos múltiples del centro cultural “Los Chenes”.
Los primeros participan en un concurso estatal organizada por la Secretaría de Salud y los segundos concursan en el certamen estatal organizado por la Secretaría de Cultura del estado.
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En el área de comedor del nosocomio se colocaron dos altares y en ellos participó personal de la institución; colocaron el camino empedrado, la luz para guiar a las almas, agua, sal y la tradicional flor de muerto, conocida como xpujuk.
Se representaron tres niveles que simbolizan la creencia de los mayas del cielo, la tierra y el inframundo, sin faltar los dulces tradicionales como papaya, calabaza, ciruela y nance.
No podía faltar el pan de muerto y el pibipollo, que da cuenta del cuerpo, la envoltura carnal, la sepultura y de cómo el alma sale de la tierra para elevarse al cielo como una manera de vencer a la muerte.
Sobre el altar se encontraba el cigarro, el licor, la cruz, el retrato y otras ofrendas que gustaban al difunto, así como frutas como jícama, plátano, mandarina, naranja y yuca, sin faltar el maíz que es hasta hoy el alimento principal en la dieta de los pueblos y comunidades mayas.
Se explicó el porqué de cada una de las ofrendas, así como el interés de mantener vivo el recuerdo de los seres queridos, además sirvió para grabar y participar en el concurso estatal.
Caso similar ocurrió en la Casa de la Cultura donde personal de la dependencia municipal colocó un altar con todos los motivos que ilustran esta costumbre y en él se levantó una choza con materiales de la región, entre ellas madera, palma de huano.
Los tres niveles del altar eran cubiertos con las ofrendas al difunto; los pibes estaban sobre una mesa listos para ser colocados altar, simultáneamente una joven torteaba sentada en su banquillo y sobre la banqueta elaboraba tortillas, otra batía chocolate y dos más recreaban todo el proceso de elaboración del pibipollo.
De esta manera, la pandemia no fue obstáculo para traer a la memoria los altares que son parte de nuestras costumbres y tradiciones y recordar a quienes no están con nosotros, pero siguen vivos en nuestra memoria.
Por Jorge Uc