A nivel estatal existe un aproximado de siete mil alarifes, según datos de la Confederación de Trabajadores y Campesinos (CTC), cuya situación ha sido complicada durante los ocho meses de contingencia por COVID-19.
Los problemas que más han complicado a los albañiles son las pocas oportunidades de empleo estable, la falta de grandes obras públicas, la Ley Seca y otros, como el poco acceso a los servicios de salud pública.
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Alberto, alias “el mangas”, explicó que actualmente ha logrado sobrevivir a las complicaciones por falta de oportunidades y reveló que gana mil 800 pesos a la semana cuando está a cargo de una obra, mientras un ayudante general sólo alcanza los mil 600 pesos.
“El trabajo bajó mucho con la pandemia; yo estuve un mes y medio sin trabajar, hasta que encontré una oportunidad como ayudante de un familiar en una construcción, la verdad sí es complicado”, comentó.
Por su parte, Sergio Rosales expresó que con la pandemia de COVID-19 no han disminuido los precios de sus servicios y aceptó que mantener el tabulador sin bajas también representa pocas oportunidades laborales, porque muchos ya no tienen recursos para construir.
Aceptaron que en muchas ocasiones deben viajar a los estados vecinos en búsqueda de mejores oportunidades y sueldos, ya que se les “regatea” por sus honorarios en las ciudades y las comunidades de Campeche.
Posteriormente, los alarifes coincidieron en que ya están acostumbrados a tener de uno a cuatro trabajos pequeños por mes, pero lo importante para los domadores de la pala y la cuchara son las “chambas” que duran de tres a seis meses.
Recalcaron que los trabajos de meses son muy pocos y sólo se logran cuando alguien con buen nivel económico inicia la construcción de su casa o algún edificio con fines comerciales, de oficinas u otros usos.
Agregaron que, para construir una casa pequeña, se tardan hasta tres meses, esto si participan tres maestros albañiles y dos medias cucharas, sin contar los servicios de plomería, electricidad y herrería.
Por David Vázquez