Aunque se encuentra en veda permanente la pesca del “camaroncito rosa” que crece en aguas someras cerca de los humedales de la región, pescadores continúan su captura en la bahía de Champotón y Seybaplaya, donde muchas familias dependen de la actividad considerada ilícita para su sustento diario.
Un kilogramo se oferta hasta en 360 pesos y es muy utilizado para la elaboración de cocteles y ensaladas, por lo que tiene gran demanda en restaurantes y entre la población.
Con una captura diaria en promedio de un kilo y medio del crustáceo, poco más de una docena de pescadores regresan después de una jornada de más de seis horas dentro del agua a la cintura y tener amarrado con una cuerda un triángulo con una finísima luz de malla que les permite capturar a los organismos.
Esposas e hijos se suman al trabajo para quitar la cáscara a los camarones, limpiarlos y empaquetarlos en bolsas de kilo y medio kilo, según sean los pedidos o entregas a realizar.
Esta actividad inició en el ejido de Paraíso desde los años 80’s, en donde sólo unos cuantos pescadores realizaban la captura y obtenían más de dos a tres kilos en una jornada de trabajo, reveló don Manuel Chi, decano pescador del puerto de Champotón.
Señaló que con el paso del tiempo surgieron pescadores de Champotón, Haltunchén y Seybaplaya que incursionaron en la captura del camarón que crece en costas y litorales del municipio.
Recordó que “desde hace más de 15 años, el camarón rosa quedó en veda permanente; sin embargo, es sostén de muchas familias, aunque los pescadores corren el riesgo de ser detenidos al ser considerado un delito grave”.
Por José Valencia