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Cultura

La voluntad popular y el pensamiento político del padre Mier

Saraligia Castillo Castro

Cada día es más evidente la tendencia de los políticos a utilizar estructuras clientelares para adquirir votos. Muchas propuestas de campaña presentan propuestas que no necesariamente son soluciones a los problemas del país, estado o municipio, pero que aun así se muestran atractivas. El enfrentamiento entre lo que la gente quiere y lo que la gente necesita no es un asunto de actualidad, sino que se remonta a los principios del México independiente.

Tras el fracaso del imperio de Iturbide, en febrero de 1823 se promulgó el plan de Casa Mata en Veracruz con el propósito de formar un nuevo congreso constituyente. Dicho congreso declaró ilegal el imperio, nombró un Supremo Poder Ejecutivo Provisional para estabilizar la situación del país, y se apresuró a redactar un proyecto de constitución. Entre los asuntos de mayor importancia que se discutieron en el congreso de 1823, se encuentra la nueva forma que adoptaría el Estado mexicano, si este se constituiría a partir del centralismo o a partir del federalismo.

Es en dicho debate que fray Servando Teresa de Mier recitaría el llamado Discurso de las profecías en donde expuso una serie de puntos críticos para el Estado naciente, entre los cuales se pueden encontrar algunos temas cruciales que han trascendido de la época del padre Mier hasta nuestros días, particularmente el asunto de la “voluntad general del pueblo”.

Fray Servando se refirió a la voluntad general como aquello que el pueblo quiere que se haga en el país, todas las decisiones deben ser tomadas de acuerdo a los deseos del pueblo, pero, a pesar que dicha definición converge con el espíritu de la democracia, el padre Mier decidió tacharla de sofisma ¿Por qué el padre Mier declararía tal cosa? Aún hoy en día se escucha la frase de que la soberanía reside en el pueblo, y es el pueblo quien legitima a los funcionarios públicos que ocupan los espacios de poder. Son las elecciones, en las que el pueblo vota, las que le dan poder a los funcionarios, y el pueblo se los otorga en la esperanza de que guíen a la nación; no obstante, es aquí donde entra el dilema presentado por el padre Mier: ¿el papel de los funcionarios es servir o dirigir a la nación? ¿Se debe atender a la voluntad general o a la voluntad legal? ¿Qué es lo que el pueblo quiere o qué es lo que el pueblo necesita?

Fray Servando recita que el pueblo siempre ha sido víctima de los demagogos, que la voluntad general siempre ha estado siendo manipulada por aquellos que desean obtener el poder, convirtiendo así a la voluntad numérica en algo muy incierto. En 1823 el mayor problema era saber si los ciudadanos de entonces entendían las implicaciones de lo que estaban pidiendo y, como exclamó el padre Mier, “reclamando como justo, pues fue el pueblo mismo quien decidió apoyar a Iturbide en el Imperio”. Es por lo anterior que el padre Mier plantea ante el congreso si se debe escuchar a la voluntad general sobre la voluntad legal, pues si algo es seguro es que, tanto en ese entonces como ahora, el pueblo quiere su bienestar, y para brindarle su bienestar se debe escuchar entonces a la voluntad legal.

Si se compara lo anterior con la actualidad, se estaría hablando de la efectividad de las propuestas de políticas populistas en lugar de propuestas o reformas probienestar del Estado. Entonces ¿al pueblo se le debe dar lo que pide o lo que necesita? Las políticas populistas ganaron mucho renombre en los últimos años, pues al pueblo se le convence de que los funcionarios están “a sus órdenes”. En breve, las políticas populistas consisten en llevar a cabo las demandas del pueblo solo porque este lo pide, pero no siempre resuelven el problema real.

Comparando ambos casos, es muy fácil observar que el problema de la voluntad popular se viene desarrollando desde antes de la época del padre Mier, y, en cuanto a las respuestas a la preguntas planteadas, bajo el imperativo de que el pueblo siempre desea su bienestar, solo queda concluir que el pueblo no precisa de políticas clientelares, sino de políticas que apunten hacia el bienestar social. Reflexionar en torno a ello, en estos momentos, resulta imprescindible.

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