Edgar Rodríguez Cimé
Cuando uno escucha la canción Bilongo, en su versión cubana con la Charanga de la 4, y la compara junto a La negra Tomasa, en su interpretación atrevida de rock latino con Caifanes, comprueba que la buena música afrocaribeña arriba a los géneros contemporáneos con excelente salud y es bien recibida por las nuevas generaciones, como lo demostró el éxito de esta rola en los años 80 del siglo XX.
Yo escuché primero Bilongo en casa del cineasta Mario Helguera, entonces camarada frecuente, entre vapores del alcohol, humus y detritus sociales. Entonces, el poco arte que disfrutaba era el plástico porque de su amistad con los pintores locales contaba con una preciada colección de cuadros de artistas locales colgando de todas las paredes de su jacal en Chuburná.
Aquí entre nos, ahora que lo valoro desde la arista del coleccionista de arte porque en aquella época únicamente me sirvió para saber que existían esos creadores visuales y estaban en plena producción, además que contaba con la amistad de buena parte del gremio de pintores en Yucatán: Juan Pablo Mier y Terán, Gabriel Ramírez, Teresa Loret de Mola, el “Flaco” Ortegón, Mario cuenta con una colección representativa de la plástica contemporánea local.
Bilongo es una canción emblemática de Cuba, del compositor Guillermo Rodríguez Fiffe, que ha sido interpretada en la historia de la música cubana por Tito Puente y por Eddie Palmieri, Compay Segundo, Ismael Rivera con Rafael Cortijo, Buena Vista Social Club, Son Varadero y por la banda mexicana de rock Caifanes, así como por el multiinstrumentista camerunés de jazz y jazz fusión Richard Bona.
Tanta ha sido la influencia afroantillana en la conformación de nuestro perfil musical contemporáneo, incluyendo las nuevas generaciones, que la banda de rock mexicana Caifanes, cuyo perfil roquero se identificaba con el estilo “gótico” (de estética oscura, así como una actitud “deprimida) que acostumbraba cerrar sus presentaciones “depresivas” con este conocido tema afrocaribeño, “sacando de onda” a sus “oscuros” fans, resaltando con esto su naturaleza “urbana” pero también “arrabalera”.
Pero somos latinos y nuestro rock tendía a ser de esa naturaleza, si no fíjense nomás en los ritmos del rock latino setentero de los grupos mexicanos: Love Army, Peace & Love, Bandido, por lo cual a pesar del “sacón de onda” de sus fans que les llamaron “vendidos” por mostrar sus raíces latinoamericanas, graban un sencillo con dos rolas: La célula que explota y La negra Tomasa, que vende 600,000 copias.
La potencia afrocaribeña de Bilongo lleva a La negra Tomasa a alcanzar el lugar 7 entre las 100 Grandiosas Canciones de los 80 en Español de la cadena de videos VH1.
Colectivo cultural Felipa Poot Tzuc