Por Ivi May Dzib
Ficciones de un escribidor
III
2: ¿Cómo es estar con un hombre mayor?
1: Horrible, los hombres mayores escriben relatos, historias, cuentos en los que ellos tienen la experiencia y las mujeres jóvenes se tienen que rendir a sus pies, deseosas de la experiencia que emanan, pero solo emanan un sudor rancio, muy diferente a la juventud de tus muslos, su espalda hiede y aun así son capaces de mirarte a los ojos para preguntarte si te gusta estar con ellos.
2: ¿Eso te pasaba con el tío?
1: No era nuestro tío. Tú siempre lo viste así, ella siempre te obligó a que lo vieras así, nos ayudaba, nos llevaba al parque porque nunca tuvimos papá, te pagó la escuela cuando ella no pudo hacerlo, nunca te pidió nada, a mí sí.
2: Siempre pensé que estuviste con él por voluntad propia.
1: Estuve con él porque mamá lo quiso así, ese era su plan, su plan era que un hombre mayor me hiciera olvidar al chico de mi edad, pero ese chico de mi edad se había clavado en mis venas, en mi sangre, le pertenecía y me hicieron hacerlo a un lado. ¿Sabes lo que significa eso? ¿Alguna vez te enamoraste?
2: No. Nunca me dio tiempo de pensar en mí, llegó el momento en que tenía que trabajar, mantenerme sola, mamá me hizo sentir como una persona productiva que no le pedía nada a nadie.
1: ¿Ganabas lo suficiente para vivir una vida tranquila?
2: No. Lo sabes bien. Siempre viví al día.
1: No lo sé bien, tampoco me interesó mucho lo que pasaba contigo en ese entonces. Lo que sí sé es que mamá estaba feliz por ti. O más bien estaba feliz que no tuvieras tiempo de cuestionar nada, porque estabas ocupada con tu pobre vida.
2: ¿Entonces mi vida era pobre?
1: De pobre, tú misma lo dijiste, nunca amaste, nunca supiste lo que era la adrenalina de entregar tu corazón pensando que podías ser descubierta, y realizarte cuando te venías, nunca te viste haciendo planes mientras sentías tus mulos latir de debilidad y esperanza. Nunca tuviste dinero.
2: Te envidio.
1: No deberías, por querer aspirar al amor me revolcaron en el fango. Para que olvidara “mi capricho” me pusieron al tío, él me haría sentir el amor, pero también la disciplina. Porque para mamá el amor tenía que ver con la disciplina, porque si lo ejercías con libertad se convertía en algo perverso.
2: El tío nos quería mucho, no debiste de haberla pasado tan mal.
1: ¿Alguna vez hablaste con el tío a solas?
2: No.
1: No, por eso piensas así de él.
2: Mamá lo quería mucho, siempre había fiesta cuando llegaba a la casa.
1: Y su ritual era perfecto para sus intenciones. Siempre traía todo: la botella de ron, música y comida en exceso. Luego le decía a mamá lo digna que había sido al levantar la casa sin ayuda de ningún hombre, solo con su trabajo. Hasta parecía que la estaba enamorando a ella, pero le mostraba respeto y guardar la distancia era parte de ese respeto. En cambio, a nosotras, nosotras éramos como los perritos falderos de mamá.
2: ¿Ves cómo confundes todo? Claro que no era así, nos divertíamos, mamá estaba alegre cada vez que llegaba, el brillo de sus ojos era diferente. Recuerdo una vez que todos salimos a un restaurante y bebimos, tu tenías 16 años, yo 24.
1: Fue el día que me violó.
2: …
1: ¿Por qué no dices nada?
2: Mamá nunca lo hubiera permitido.
1: Mamá no podía aceptar que falló, él sabía que mamá no haría nada. Por más que le dije, ella seguía repitiendo que todo era mentira y que solo la quería joder ahora que era muy feliz. No podía aceptar que nos había fallado. Aun con la sangre entre mis piernas lo seguía negando. Por eso el tío dejó de ir a casa por dos años. Y entonces lo conocí a él… era un chico de mi misma edad.
Continuará...