Cultura

El folclore, sin antecedentes, de la misma arquitectura de la mentira

Víctor Salas

Me daré tiempo para escribir el libro sobre la historia del Ballet Folclórico Yucateco. En este momento me distraen dos obras muy importantes: las biografías del maestro Alfredo Cortés Aguilar y la bailarina Cynthia Ricalde Zurita, que estoy seguro verán la luz social el año próximo.

En determinadas artes yucatecas su vida es casi como producto de la generación espontánea; es decir, de los antecedentes de ellas, o se les convierte en las “chítalas” callando o se les minimizan hasta lo insulso. Nunca los autoproclamados historiadores eméritos de nuestra historia cultural proporcionan antecedentes debido a que, al no haberlos, dan la imagen de una grandeza de matute.

Nuestro folclore institucional tuvo en nuestra entidad antecedentes valiosísimos y determinantes para su posterior logro presupuestal debido al amor que doña María Esther Zuno de Echeverría sentía por las manifestaciones populares de nuestra patria. Es ella quien pide a cada entidad federativa la creación de los ballets folclóricos de cada estado; por un respeto a la petición de la esposa del primer mandatario del país, es que los gobernadores, dócilmente, contrataron a bailarines para las agrupaciones de esa naturaleza.

Pero, en Mérida, antes que aquella solicitud surgiera se dieron casos muy particulares de la actividad de nuestro folclore. Por ejemplo, el de la maestra Socorro Cerón Herrera, a quien el cronista de la ciudad Renán Irigoyen Rosado (q.e.p.d.), la exaltó en una larga crónica publicada en un rotativo de la ciudad, en la que la reconoce como una difusora y preservadora de nuestro folclore. Sin ese antecedente artístico no habría el presente. ¿Alguien habla de la maestra Cerón en sus actividades folclóricas?

El caso más extraño es el del maestro Pepe Cervera, quien era maestro de folclore en la Escuela de Bellas Artes e integró el Grupo Folclórico Yucatán, con el cual, en el año de 1967, nuestro estado concursó en un certamen nacional de danza folclórica, en el cual se premiaron como los mejores bailarines del país a Nancy Alcocer y al propio Pepe Cervera. Además, un cuadro costumbrista titulado “El Gremio”, también fue premiado como lo mejor del concurso nacional. En la foto publicada el 10 de agosto de 1967, son reconocibles, de pie, Víctor Salas, Luis Lara, Luis Sozaya, Richard Gómez, Manuel Godoy y Manuel Acevedo, quien durante muchos años fue locutor. Por tener la cara tan cubierta con el rebozo, es difícil reconocer a las bailarinas. Era director de Bellas Artes el escultor y maestro de historia Enrique Gottdiner. Todos los bailarines teníamos un salario mensual y cobrábamos por nómina, que era manejada por un percusionista de la Típica Yucalpetén al que le decíamos solamente don Víctor. Este señor vivía con toda su familia, en la propia escuela de Bellas Artes, que estaba ubicada en la calle 59 entre 62 y 64. También era responsable de un archivo musical de la Típica Yucalpetén.

Como vemos, no es verdad, como asegura un historiador, que el Ballet Folclórico del Estado fue la primera agrupación profesional porque recibía un salario. El pago de nómina se efectuaba en efectivo y cada uno de los asalariados le daba un moche al pagador. Era una costumbre de gratitud. No se veía nada mal, porque todos lo realizaban por su propia voluntad. En otras palabras, era la manera de actuar en aquellos años.

Antes del Grupo Folclórico Yucatán, los hermanos Joaquín, Consuelo y Lupita Cortés formaron un grupo folclórico con el que hacían funciones semanales en “el ruedo del rancho del Charro”, de la colonia Alemán. De ellos hablaré en mi próxima entrega.