Con un espectáculo para cabaret, armado como si fuera un espectáculo de revista, Carlos Caballero estrenó el 1.º de noviembre en un Casino de Plaza Galerías una obra con dos actrices y él como dramaturgo, director y actor.
Carlos es un excelente actor, al que le gusta la comedia, con una formación muy académica y formal que le llevó varios años y que él sigue enriqueciendo cotidianamente.
Comenzó haciendo títeres con el inolvidable formador de titiriteros el Mtro. Wilberth Herrera (+), en el Teatro Pedrito. En nuestra ciudad hizo teatro con otros directores, y fue después de esta experiencia cuando decidió irse a la Ciudad de México para estudiar la carrera de teatro en la Escuela Nacional de Teatro.
Durante todos estos años, ha seguido manejando títeres y muñecos, y creando espectáculos para todo tipo de públicos. Formó parte de la Cía. de Teatro Italia, de la Embajada de Italia en México, y del Instituto Dante Alighieri, que fundó y dirigió el excelente director italiano Adalberto Roseti, quien llegó a nuestro país en 1999. La Cía. duró 10 años.
Hace menos de una década regresó a Mérida. Ha incursionado en varias obras y en el Teatro Popular Regional de Yucatán, como parte de su educación escénica, ya que él es un gran conocedor de la comedia del arte, pues se formó como alumno y actor del también yucateco el Mtro. Juan Antonio Llanes.
Con este buen equipaje de conocimiento y de práctica en los escenarios, Carlos ha venido a enriquecer nuestro teatro yucateco.
En esta ocasión, ensambló varias ideas para dar vida a su espectáculo sobre la muerte y su representante defeña: la Catrina. Hoy icono mundial del día de muertos celebrado en México.
Para ello contó con la actuación de May García y María Sierra.
La historia se desarrolla como muchos de los espectáculos de cabaret, una vedete contando su vida artística –en este caso iniciada en la bella isla de Cuba–, monólogo que sirve para que disfrutemos de la vedete May, cantando y bailando, contando y enamorando al público con esa sal y pimienta que reboza como buena caribeña.
De pronto, aparece en escena un campesino del centro del país que anda huyendo de la Catrina, al que aparentemente solo él ve. Esto da pauta para que el siguiente monólogo sea el de la Catrina, personificada por la actriz María Sierra.
El enlace de la historia es Juan el campesino, pues en un torneo de albures, refranes y canciones se rifa su vida, ya que la señora Muerte, viene por él y si gana el reto, le darán un año más de vida.
Gana, demostrando talento, picardía y astucia, pero la Catrina no está contenta, ya que vino por alguien y no puede regresarse con los huesos de las manos: vacíos.
Deciden que mejor se lleva a la cubana, pero esta resulta más larga que la muerte y al final todo termina en un fin de fiesta muy guapachoso.
Lo que me maravilló de esta puesta es el profesionalismo de estos tres personajes, manejados con maestría actoral, al grado de que al final cuando bailan y cantan, el escenario se ve y se siente lleno, como si estuviera además de ellos un gran ballet.
Esto me hizo pensar que cuando hay talento, sensibilidad, profesionalismo y compromiso, nada es imposible, hasta hacerle sentir al público que está en un gran show de centro nocturno.
Bien por Carlos, quien una vez más refrenda su talento y su profesionalismo al público, asistido por Karin Navedo, que también maneja luces y audio.
Y por si le interesa ver este espectáculo, el 19 de diciembre se repondrá en el mismo espacio donde se estrenó.
Vale la pena ver esta lección de buen teatro de comedia mexicana.