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José Iván Borges Castillo*

Fragmentos de la historia

A la apreciada Rosely E.

Quijano León

Desde que llegó a Izamal la imagen de la Virgen bajo el título de la Pura Concepción, floreció en su alrededor la tierna devoción por parte de los franciscanos y de los españoles, a su imitación pronto se unieron los indios, los mestizos y demás grupos socioétnico. Ella se fijaría desde su altar primitivo, seguramente en un lado del presbiterio y luego desde el balcón de su camarín, como el áncora, la musa de más delicada inspiración. Parafraseando a fray Diego López de Cogolludo, el jesuita Francisco de Florencia escribe: “Y desde luego comenzó la Señora a mostrarse prodigiosa”.

La Realeza de la Virgen de Izamal tiene por año 1648, que tras ser llevada a Mérida en rogativa por el mal de fiebre amarilla que afectaba a Yucatán, las autoridades civiles y eclesiásticas la nombraron Reina, Madre y abogada de la provincia, los siglos venideros habrían de confirmar su soberanía. A grado tal, que para el siglo XVIII las crónicas revelan que los mismo reyes de España habían enviado a la milagrosa imagen una corona de oro que portaba, seguramente, en los días de su fiesta.

Alegres como son siempre las fiestas de la Virgen Santísima debieron ser aquellas que ocurrieron en el santuario de Izamal en aquellos siglos dominados por España. La más antigua poesía testimonial en Yucatán está dedicada a la Señora de Izamal, el mismo José Esquivel Pren no tiene reparo en señalar que los sonetos de fray Gregorio de Montalvo y de fray Lucas de Arrellano son los primeros de este género escritos en Yucatán y publicados en la presentación del Devocionario de la Virgen de Izamal, obra de Fray Bernardo de Lizana impreso en Valladolid, España, en 1633.

Un fragmento del primer soneto de fray Gregorio de Montalvo expone:

De la Virgen de Izamal, con alegría

el gran Lizana ya escribe, y canta,

sacando a luz su historia, do discanta,

con dulzura suave, y melodía.

De esta Provincia de Yucateca, y pía,

la devoción, devoto, así levanta,

que tiene con la Virgen Sacrosanta,

que parece del cielo su armonía.

Y las últimos seis líneas versadas del único soneto de fray Lucas de Arrellano declaran:

A la Virgen de Izamal os muestra pía,

de sus santos fundadores milagrosos,

al demonio vencido, a Dios triunfante.

A los Yucatecos das la Fe por guía,

que libres del averno a Dios gozosos

con suave estío, dulce y elegante.

Las crónicas de los religiosos franciscanos nos revelan todo lo que propiciaba el culto a la Reina de Itzalana, fray Bernardo de Lizana en su Devocionario, publicado en 1633, asienta el testimonio: “Alabad al Señor con tímpanos, a coros con órganos, e instrumentos músicos; y ¿que no se deben hacer en servicios de esta soberana Reina (de Itzamal)? que cantos, que motetes, que suavidades, que antífonas, que tonadas, que letras, que dulzuras, que quebraces de voces, que aguas, que paso de gargantas tan sabrosas debía, y era justo hubiese en celebración y alabanza de una Señora, que es alegría y gozo de los ángeles, refugio y amparo de los pecadores”.

Tremendas composiciones debieron ser aquellas antífonas, letras y cantos que llenaran de sentimiento al espectador en medio de la más exquisita parafernalia del santuario que rayaran en el “quebrace de voces”. Triste es de confesar que la gran mayoría de esos escritos, producidos en aquellas memorables fiestas marianas, se perdieron con el tiempo. Escasamente uno que otro nos ha llegado. Es por la tradición de la Iglesia que nos permite acerarnos a esos antiguos cantos y antífonas.

Tuvieron eco en aquellas naves y corredores del santuario itzalano el canto sacro de la Salve Regina que data del siglo XII, dos siglos antes de la conquista del Nuevo Mundo. Y seguramente las antífonas e himnos contenidos en el Oficio Parvo de Nuestra Señora, a los que los franciscanos tenían afecto devoto y el arraigado verso del: “Sea bendito y alabado el Santísimo Sacramento del altar y la Virgen Sacrosanta concebida sin mancha de pecado original. Amén”. A la sombra fresca de su culto, ante la visión de los romeros y milagrería propiciaron en aquellos hombres y mujeres religiosas quizá versillos y sonetos, de los que acusa testimonial fray Bernardo de Lizana.

Otro de esos cantos es “Las cinco letras de María”, toma su nombre en la composición poética de cinco versos de arte menor, y a cuya primera letra van cada una de las que conforman el nombre de María, así la primera comienza con una M pasando por las A, la R, la I, y la A. Como un acróstico. Atribuido a los escritos de San Buenaventura, el llamado doctor seráfico. Se introducción en la iglesia local por la Orden seráfica. Existen indicios de que era cantado a mediados del siglo XVIII en Izamal. Para 1816, aparece en la novena a Nuestra Señora de Izamal, impresa en la ciudad de Mérida.

El tercer verso de “Las cinco letras de María” dice delirante:

Rosa la R te nombra

de todas las flores Reina,

a cuyas fragancias muere

las serpiente infernar fiera.

Bajo el nombre de Pues Concebida es un alabado tradicional de las misiones de cristiandad, que data del siglo XVI. Con la evangelización llegó a la entonces provincia de Yucatán, para interpretarse en las fiestas de la Virgen en diferentes pueblos y comunidades; es probable que se hiciera popular en el siglo XVII. La llegada de la imprenta a Yucatán en 1816 ayudó a la propagación de su letra. Este canto sacro aún se mantiene vigente en las comunidades y es ejecutado en las devociones y fiestas marianas, tanto por los coros parroquiales, como por las pequeñas orquestas vernáculas llamadas charangas.

Pues concebida

fuiste sin mancha

Ave María,

llena de gracia.

Ora pro nobis,

pues tu eficacia

al invisible

vence y aplaca.

Entre la larga tradición mariana en Izamal tiene lugar los versos de la novena a la Virgen de Izamal, publicados en la Ciudad de México en el año de 1764, en la mejor imprenta de la Nueva España a cargo de los hermanos Ontiveros. Obra atribuida al jesuita Javier Paz, sin embargo no pudo haber terminado de escribirla, ya que la novena menciona hechos históricos ocurridos cuando este ya había muerto. Están colocados en pares de versos por cada consideración en la novena, sumando en total 18 versos de arte menor, que al paso del tiempo se copió a imitación de los gozos, género poético de marcado carácter popular para cantar a la Virgen o los santos en sus fiestas señaladas en la liturgia o santoral. Los gozos en España se hacen populares en el siglo XVIII, precisamente el siglo en que se publica la novena a la Virgen de Izamal. Su intención fue para ser leído; en el trascurso de la práctica devocional se interpretó con alguna tonada y se cantó como gozos en gloria de María, primero poesía, luego fue hecho canto.

Los primeros dos versos cantan la gloria del pueblo yucateco en esta su imagen sagrada:

Todo el mundo en general

de vos o Madre escogida

digan, que sois Concebida

sin pecado original.

Este mismo elogio os dan

en vuestra Imagen sagrada

en Ytzmal colocada,

las gentes de Yucatán.

Esta obra poética parece haber sido inspirada en los versos a que aparecen en la “Relación del voto de defensa de la Pura Concepción” realizada en Sevilla, en 1617, y que según fray Diego López de Cogolludo, don Francisco Ramírez Briceño, entonces gobernador de Yucatán, había traído un ejemplar. El primer verso en dicha “Relación” acusa:

Todo el mundo en general

a vozes Reyna efcogida

diga, que foys concebida

fin pecado original.

Aquellos versos que cantaban las glorias de María Santísima de Izamal por herencia española y criolla habían de continuar resonando aun cuando el movimiento de insurgencia nacional ya sonaba en el Bajío eclipsando lo novohispano por el nacionalismo mexicano. Y cuando aún la bandera de las tres garantías naufragara en brevedad, y el pendón de los tres colores con el águila pronto se alzara al aire. El culto a la Virgen continuó ya como símbolo de la regional. Un intelectual nacido criollo vertido a mexicano, don Francisco Martínez de Arredondo y Valleto, escribirá una nueva novena “para celebrar el admirable misterio de la Purísima e Inmaculada Concepción” y será por vez primera impresa en la ciudad de Mérida en 1836, bajo la aprobación eclesiástica del obispo don José María Guerra, primer yucateco en ocupar la sede episcopal. En esta nueva obra aparecerán un nuevo canto, bajo el nombre de Gozos para cantar todos los días, el párrafo primero y el coro dicta:

En la mente del Altísimo

Ab eterno fuiste creada

para Madre sublima

de su Hijo dilectísimo

con amor a ti afectísimo

te lleno de perfección.

¡Ruega Virgen por nosotros,

por tu limpia Concepción!

Una mirada breve a esa rica y fructífera devoción mariana en Izamal nos da una muestra de todo el auxiliar aparato que representó en la literatura, en especial de sonetos, versos y letrillas, como en obras publicadas, y las especiales menciones y referencias de los más destacados estudiosos novohispanos, que van desde fray Bernardo de Lizana, hasta Martínez de Arredondo, pasando por Francisco de Florencia y hasta el mis mismo don Carlos de Sigüenza y Góngora.

El siglo XX será un muy prolífeco en escritos de poemas, de cantos y antífonas para la Señora de Izamal, pero esa será meta de otro trabajo.

Estos versos troncados en cantos que alababan las glorias de la Virgen en Yucatán fueron interpretados por nuestros mayores, no faltan en nuestros pueblitos las abuelitas que con mayores veras de su corazón entonan esos antiguos cantos ante el altar de la Virgen erigida en cada casa y población. Es ese mismo eco de voces antiguas las que parécenos oírlas resonar en las paredes centenarias del convento franciscanos, cuando ella va bajando de las escaleras en el inicio de su fiesta, o bien, cuando para entrar airosa como soberana a su santuario después de la procesión, mientras que el aire acaricia su rostro y mueve discreta su mantilla, en el tan esperado y señalado 8 de diciembre, fiesta de su Purísima Concepción.

*Escritor comunitario.

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