Cultura

Manuel Tejada Loría

Notas al margen

AMLO inmortalizó en su primer discurso la frase, hace ya un año, sobre la relevancia de las redes sociales en nuestra vida pública. Desde luego, se refirió a los beneficios para su campaña política. Fue sucinto, y dijo: “Benditas redes sociales”. Las redes sociales le habían permitido sobrepasar el cerco informativo de las televisoras, estaciones radiofónicas, periódicos y revistas que fueron utilizadas contra él.

Y es que las redes sociales navegan con la acomodadiza bandera de la “democratización” en todo lo que por sus vías rápidas transita. Por eso la expectativa era mayúscula, sobre todo cuando los medios de comunicación convencionales habían dejado de realizar una labor dedicada, consciente y colectiva, para convertirse en portavoces oficiales del presidente en turno, o de algún partido político. Pensemos, por ejemplo, en Televisa, en Carlos Loret de Mola, etc. Se necesitaba algo que diera voz a todos por igual, y las nuevas tecnologías, con las redes sociales, parecieron ser la panacea perfecta.

Pero no. Varios años después de la irrupción de este fenómeno social, cuando su uso ya se ha estandarizado prácticamente en gran parte de la población, aunque no en toda (de ahí una de sus desventajas); cuando precisamente esa incontrolable velocidad de información que por sus vías rápidas transita, saturando todo a su paso, sobre todo, tergiversando; cuando para incredulidad de muchos, también existe una mediación de la información en las vías rápidas y “democráticas”, llegando al extremo del “fake news”, de la noticia falsa; hasta entonces, hemos visto que las redes sociales no resultan tan benditas.

El caso de la joven Karen que había desaparecido en un taxi de la ciudad de México, caso que trascendió en todos los noticieros del país, fue producto de ese manejo irresponsable de la información en redes sociales, de esa inmediatez con que muchos quieren dar a conocer una noticia, más con un afán de vender que de informar. Cuando los familiares de la joven dieron la alerta a través de redes sociales, diversos medios, al momento, comenzaron a informar sobre la situación, cayendo en tremendismos, suspicacia, y angustiando a gran parte de la audiencia, que en internet se cuenta por millones.

El desenlace, el menos esperado para quienes tratan la información como un objeto de consumo, en el marco de las manifestaciones feministas en contra de la violencia sistemática contra la mujer, rápidamente juzgó y condenó a la joven confundiendo más a la opinión pública. Contrario a lo que se creyó, las noticias en redes sociales también pasan por un filtro de mediación. No obstante, el impacto en la opinión pública, al ser un fenómeno instantáneo, es mayúsculo, y es por eso que tenemos que reflexionar a fondo, y dar su justa dimensión a las cosas.

Decía anteriormente que las redes sociales todo lo trivializan. Como si Facebook y Twitter hubieran encendido un altavoz donde todos quieren acercarse y gritar, no dialogar, sino gritar desaforadamente y hacer meme de cada situación de la vida. En esa trivialización, han aparecido páginas de Facebook que se hacen pasar por los medios conocidos de comunicación. Utilizan los mismos logos, pero el nombre es distinto, es un meme en sí mismo. Por ejemplo, Reforma, tiene a su correspondiente “Deforma”, y esta misma casa editorial, POR ESTO! en redes sociales tiene un “Por Eso!” En dichas páginas circula información falsa, exageraciones, vicios y memes de la cotidianeidad. Es lamentable que miles de personas, dan por cierta lo que ahí se difunde.

Esta exageración en las redes sociales, sin duda, nos devolverá como lectores a los periódicos impresos que nuestros abuelos y padres leyeron para informarse. Es cierto, sabemos que hay editores periodistas mediando la información, y eso ya es en parte, una garantía. Será labor de cada quien complementar la información, apoyados, sí, en la información que circula en internet, en las redes sociales dedicadas al periodismo auténtico.

Y desde luego, creo que la fuerza del periodismo impreso, en estos tiempos tan volátiles, tomará impulso de nuevo en sus secciones culturales y de opinión. No pensando en voces elitistas o en esa idea del intelectual pontificando, sino en voces críticas que exponen motivos, razonan y tienden al diálogo. Todo lo apuesto a las benditas redes sociales donde todo es panfleto.