Cultura

Mestiza original

José Iván Borges Castillo*

Cosas del antiguo Mayab

“¡Me revienta que me pregunten lo mismo!”, decía doña XLaura Azarcoya, cuando al salir de su casa para ir a la vaquería o simplemente para ir a la santa misa los domingos portando su huipil de mestiza, don Tranquilo Bazán, el de la tienda de la esquina, le preguntaba: “¿Es usted mestiza original, doña XRaura?” (al mayero se le dificultaba decir Lau y decía Rau), ella contestaba, con los ojos brillando de cólera: “¡Qué le importa viejo cochino!”

Justa es la razón de esta mendiga pregunta por sus ya antecedentes penales. Con la apropiación del traje tradicional de los mestizos e indios, por parte de la clase alta o las elites locales que odiaban todo eso que oliera a indios, esto fue a inicios del siglo XX, como resultado de la Revolución Mexicana, las mujeres blancas, esposas de comerciantes, maestros y hacendados comenzaron a portar el traje de mestiza en ocasiones especiales, como actos devocionales o bien en las fiestas tradicionales como miembros o socios distinguidos de los gremios y demás cofradías.

Y la diferencia, que como las mujeres blancas acostumbradas a otro tipo de vestimenta usaban el justan como segunda ropa interior, sobrepuesto evidentemente a su calzón de hilos blandos. Naturalmente, para la mestiza el justán mismo era su ropa interior, por tal cuando se ve a una mestiza, que es usualmente catrina, se le pregunta: ¿Es mestiza original?, o sea que si tiene o no puesto calzón.

Entre los beneficios de las mestizas que solamente usan justán, que son mestizas originales, es que para “uixar” solo abren los pies y expulsan sus líquidos filtrados en sus riñones…

Quizá fueron las mismas mestizas de los pueblos, que para burlar a las mujeres de los ricos del pueblo comenzaron a decir que son falsas mestizas, dado que ponen sus calzones, o cosas de ese estilo. La frase despectiva decía: “Entre más catrina más cochina”.

Entre mestizas y catrinas siempre existió una división punzante, como un alambre de púas.

Con el paso de las décadas, el uso del calzón se volvió algo muy normal de usar entre las mestizas originales, y dio paso, desde luego, a muchos casos embarazosos.

Una mestiza del rumbo de Telchac Pueblo, que sembraba ruda para llevar el día de su santo patrono para regalar, para que los devotos lo unten al santo, por pereza no fue a la procesión, ya en la tarde corto sus rudas y se encaminó a la iglesia, resulta que acababan de lavar los pisos del mercado municipal, aún estaban “jajal ki” o “tzí tzí kí”, vertido del maya es resbaloso, cuando aquella señora, con su cubo de ruda, al pasar resbaló su pie y ¡zas!, cayó “jotokbaal” con los piernas abiertas frente a un nutrido grupo de señores chismosos que todas las tardes solía reunirse en la plaza principal.

Muerta de pena y llorando aquella mestiza se lamentaba que los señores hayan visto su “cucaracha”, todo eso se hubiera evitado, según decía:

–Si hubiera puesto los calzones que mi hija siempre me obsequiaba.

Otra mestiza más, de un pueblo ahí por Izamal… que bailando sabroso una mazurca, con renombrada orquesta en la vaquería, paulatinamente entre más movimiento su calzón de elástico “estiroteado” comenzó a resbalarse hasta que llego a sus tobillos, y cuando extendió su pie para un brinquito, como marca el estilo de ese baile, al suelo se fue la pobre mujer, en medio de la risa general, y vino a levantarla el bastonero y otros señores que ahí se encontraban, hasta la orquesta hizo pausa.

Por eso, estimada amiga, si lees este texto, cuando te pregunten si eres mestiza original, ya sabes a que se refieren con esa inoportuna pregunta.

* Historiador

Unión de Escritores Comunitarios de Yucatán