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Localizan muerto en Aguascalientes a empresario reportado como desaparecido

Cultura

Ilustre chiapaneco

Alberto Híjar Serrano

Roque Dalton, que homenajea lo mismo a Nazim Himket y César Vallejo, que a los héroes salvadoreños como Anastasio Aquino y a las mujeres de la base como María Tecún y María Quezalapa, dedica dos poemas a Carlos Jurado, nombre que al ser pronunciado por su compañera Chichai le colma el rostro de ternura. La casa de Carlos Jurado da cuenta de las flores y enredaderas de la casa llena de cuartos y herrerías que encantaron la vida del compañero de mil hazañas.

Nativo de San Cristóbal de Las Casas, Carlos Jurado vivió y luchó por los indígenas encontrando en su camino a personajes como Roque y Mario Payeras, el doctor en filosofía por la Universidad de Leipzig, de donde regresó a Guatemala para fundar el Partido de los Pobres, cuando ya era un famoso poeta y cuentista reconocido que ganaría el Premio Casa de las Américas con Los Días de la Selva. Maritere Espinosa, al dar la noticia del fallecimiento de Carlos Jurado, recordó su entusiasta aceptación para formar parte de un Consejo de Preservación del archivo y el acervo del revolucionario a la postre fallecido en el Hospital del Xoco en Coyoacán, Distrito Federal de aquél entonces. Carlos Jurado fue mucho más allá del apoyo moral y, en algún momento, fue desaparecido en la frontera sur de México. La noticia preocupó al Autogobierno de Arquitectura de la UNAM que mandó un telegrama a la Presidencia firmado por profesores, respondido con el dato de que no había registro aduanal del desaparecido por fortuna sobreviviente.

Pasó por Cuba, hizo lo que pudo como reserva contra el intento de invasión por Playa Girón que, a la postre, significó la primera derrota histórica del imperialismo y dio lugar a la proclama socialista revolucionaria. Intelectual estudioso, compañero de luchas de distinguidos revolucionarios, Carlos Jurado trabajó un tiempo con el Instituto Nacional Indigenista en su mejor momento, con una brigada comandada por Ricardo e Isabel Pozas que publicaron como Acta Antropológica No.1, la Biografía de un Tzotzil: Juan Pérez Jolote, con ilustraciones de Alberto Beltrán. Anterior a Biografía de un Cimarrón, de Miguel Barnet, marca una línea de investigación y comunicación testimonial para dar voz a los testimoniantes analfabetas. Al revés del coloniaje, la escritura sirve a la sabiduría oral. En todo esto merodeó Carlos Jurado.

En Jalapa difundió su investigación de la fotografía como reproducción de cuerpos y objetos tan antigua como Aristóteles y los sabios árabes perseguidos por la iglesia, como Avicena y Averroes, y son ejecutados por practicar trabajos diabólicos.

Con un colectivo de investigación y el apoyo reconocido al alquimista (sic) Pepe Maya, el texto “La Cámara Oscura y el Unicornio” publica diagramas y una entrevista con el sabio rumano Román Landescu, quien luego de resistirse a romper el rigor científico, acepta hablar de los équidos con cuerno, que bien pudieron existir, y sufrir exterminio por los cazadores interesados en el cuerno que poseía entre otras cualidades, la de ser el instrumento necesario para hacer el pequeño agujero en la caja para que el rayo de luz proyectara la imagen del exterior en el fondo con una placa preparada para el registro. Un cuadro precisa el equivalente de la fórmulas del investigador de todo esto, Adojuhr, ejecutado en 1067 en Sevilla. Una pequeña legión de discípulos de Carlos Jurado mantiene viva esta tradición del “arte de aprehender imágenes” que lo mismo dio lugar a un maravilloso museo de sitio en Río Blanco como memoria de la huelga histórica, que a las exposiciones de quienes, como María Antonieta González, descubren el placer de rechazar el dominio industrial en beneficio de la creación artesanal con lo que significa de praxis estética como trabajo liberado de su reducción a mercancía.

Dejó un último mural en San Cristóbal de Las Casas. Llamó a Patricia Salas para condolerse por la muerte de Adolfo Mexiac, con quien compartió trabajos en el Taller de Gráfica Popular y en el INI en San Cristóbal. Ya enfermo grave, le advirtió que él seguía. Año aciago el de 2019 por las muertes de Rina Lazo, Mexiac y Carlos Jurado. Ajeno a las famas publicitarias, gozó del homenaje fraterno de revolucionarios como Roque Dalton. Ojalá que sus discípulos organicen la exposición póstuma necesaria.

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