José Iván Borges Castillo*
Arte sacro en Yucatán
A David May Mazún
Uno de los santuarios principales de la religiosidad popular en torno a los Santos Reyes en el orbe cristiano, se ubica en la ciudad de Tizimín, sita en el oriente del Estado de Yucatán. El culto por estos santos reyes adoradores del Niño Dios, tiene su origen en los inicios de la primera evangelización, a mediados del siglo XVII. Desde poco tiempo antes de la conquista militar española, se tiene noticias de la dedicación de la capilla, posteriormente iglesia parroquial y convento franciscano bajo el patrocinio de los santos reyes Gaspar, Melchor y Baltazar.
La actual iglesia parroquial donde se venera a los Santos Reyes, es obra entera del siglo XVIII. Fue sacada desde sus cimientos cuando era cura párroco el Sr. Pedro Pablo Soussa y Navarrete, entre 1744 y 1751. Aunque los franciscanos fueron los primeros evangelizadores de Tizimín, la obra de la actual iglesia fue enteramente obra del clero secular, a cuyas manos había pasado este curato, no sin protesta, naturalmente, del clero regular, desde 1680. Bajo las llaves y tiara de San Pedro comenzó la elevada construcción, aún inconclusa, a juzgar por las torres cual campanarios que aún faltan en el santuario del oriente.
Por ser ya un concurrido santuario desde épocas tempranas, en torno a la devoción por los Santos Reyes, es probable que ésta sea la causa para dotar al templo de especial mobiliario para la liturgia. Esto vino a favorecer la bonanza económica de Yucatán para finales del siglo XIX, tiempo en que data la antigüedad del retablo del altar mayor de esta iglesia. Por algunos de sus rasgos contenidos, quizá existió, anteriormente, un primitivo retablo que fue desarmado para instalar el que actualmente existe, reciclando algunos de sus cuadros y motivos.
El retablo es la estructura arquitectónica, pictórica y escultórica que se sitúa detrás del altar en las iglesias católicas de rito latino. La palabra proviene de la expresión latina retro tabula (“tras el altar”).
Desempeñan en el ámbito religioso una función muy especial que los diferencia del resto del mobiliario litúrgico, en parte debido a su emplazamiento tan privilegiado, al estar situados detrás o sobre el altar donde se realiza la Eucaristía. Hacia este lugar, todos los fieles dirigen sus miradas y oraciones, por lo que también es un instrumento de estimulación religiosa con su carácter ilustrativo y pedagógico.
En el caso de Tizimín, es el misterio de la Santísima Trinidad el principal punto de partida para la conformación de toda la estructura, ocupando todo el espacio en el desarrollo de la temática enfocada, pero ensamblada con la imagen de los santos doctores de la iglesia y los evangelistas. Es evidente la combinación de símbolos eucarísticos y marianos. Las tres calles que forman el cuerpo principal están flaqueadas por columnas salomónicas con enredaderas de guías de uvas con hojas, en dorado, con pequeñas ondas y detalles del mismo color dorado en fondo de colores rojo y verde oliva.
En el ático se encuentra un panel en relieve con la Trinidad de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, con dos columnas salomónicas, contienen tallados de flores y hojas, bajo sotabanco. La parte superior del ático es un triángulo equilátero símbolo trinitario, y lo corona una cruz, flaqueada de dos remates en sus lados. Este tercer cuerpo superior contiene además, en los lados de panel, dos relieves que corresponden a los arcángeles Gabriel y Rafael.
El segundo cuerpo lo componen cinco relieves, y el central es el principal con la representación de la crucifixión de Cristo en el calvario, y de lado derecho contiene a San Juan Evangelista y a San Luis Gonzaga; mientras del lado izquierdo encontramos a San Buenaventura, doctor de la iglesia, y a San Ambrosio de Milán, otro doctor de la iglesia.
El tercer cuerpo principal, que da base a todo el altar, está compuesto de dos relieves y tres hornacinas, los relieves representan a los apóstoles San Pedro y San Pablo, pilares de la iglesia, y ambos se ubican en los extremos. Quedan los nichos, dos iguales en tamaño con el de centro superior, para contener las imágenes de San José y la Virgen Santísima y del Sagrado corazón, estas imágenes contenidas de bulto no parecen ser las que originalmente ocuparon estos espacios.
Un sotabanco contiene las alegorías simbólicas de los cuatro evangelistas, comenzando con un toro representando a San Marcos, un ángel a San Mateo, un león a San Lucas y un águila a San Juan.
Por composición de los relieves del segundo y del tercer cuerpos, parece a simple vista de una antigüedad muy superior a toda la obra del conjunto de retablo mayor. Quizá formaron parte de un primitivo retablo colonial de esta parroquia, pero en las obras de mejoras emprendidas para la parroquia, fueron reutilizados, y quedó la idea de un primer retablo del siglo XVIII, cuando estaba recién concluida la construcción de todo el santuario.
Durante la persecución religiosa, sufrida en Yucatán desde 1916 con la llegada del general Salvador Alvarado y la masiva destrucción del arte sacro en la entidad, el retablo de Tizimín fue cubierto de pintura gris con el fin de parecer más viejo y sin valor alguno, principalmente, quedando tal cual hasta aún en los primeros años de este siglo XXI.
En la década de los años 30 del siglo pasado, por fotografías de la época se aprecia una construcción en el frente que dejaba el retablo principal relegado al fondo, quedando el altar para la Santa Misa en armonía para ser efectiva esta nueva construcción que contuvo tres hornacinas, en las cuales quedaban las tres imágenes de los patronos de Tizimín. Y aunque es probable que a mediados del siglo pasado, instalaran su altar sobre el muro izquierdo del templo, para contener a los Tres Santos Reyes y con esto buscar el mejor acceso de los devotos a ellas, fue cuando se retiró esta construcción pelicular, quedando de nuevo todo la obra del retablo a la vista del espectador.
Fue hasta este siglo XXI, auspiciado por las autoridades eclesiásticas y civiles, que se buscó restaurar y revalorar la obra del retablo, patrimonio cultural de la entidad. Fue entonces que, gracias a la fundación “Adopte una obra de Arte”, y del maestro Fernando Garcés Fierros, que se pudo ejecutar lo emprendido, y quedó el retablo luciendo mayor esplendor, todo esto en el año 2006.
Con esto se logró rescatar la especial belleza y valor artístico de la iconografía que preside este importante santuario nacional dedicado a los Tres Santos Reyes, punto de llegada de una gran cantidad de devotos y peregrinos.
El retablo del santuario de Tizimín es una obra valiosa de nuestro patrimonio cultural de los yucatecos.
*Escritor comunitario