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Por Redacción Por Esto!
27 de Feb de 2019
2 min
Escrito por Redacción Por Esto!
Por Miguel Barnet
La muerte de Chelo Alonso a los ochenta y cinco años ha sorprendido al mundo del espectáculo y al gremio cinematográfico italiano. Actriz y bailarina excepcional, Isabel Apolonia García Hernández fue valorada como una artista de múltiples dotes escénicas.
Nacida en un central azucarero de Camagüey, Isabel Apolonia, conocida como Chelo Alonso desarrolló una carrera meteórica en el cine italiano y en el mundo del espectáculo tanto en Cuba como en Estados Unidos y en Italia. En 1957 fue contratada por el famoso Folies-Bergere de París, convirtiéndose en toda una revelación.
De madre mexicana y padre cubano, Chelo Alonso alternó como actriz con Anita Ekberg, la sueca de senos turgentes en el filme de Michelangelo Antonionni Bajo el signo de Roma y en muchas otras películas italianas del género péplum de la épica histórica y los spaghetti western. Fue calificada con varios apodos, entre ellos, la revelación del cine italiano, la reina del péplum y la Josephine Baker cubana.
Alternó la pantalla con figuras como Vittorio de Sica, Alberto Sordi, Steve Reeves y Lex Barker, entre otros muchos.
Se retiró de la pantalla en 1968, pero quedó para siempre en la memoria del público cinéfilo y de los teatristas. Murió el 20 de febrero en su villa de Mentana, en Roma.
La muerte de un mito (elegía)
Ha muerto Chelo Alonso en Roma
Nació en un central azucarero del Camagüey
de madre mexicana y padre cubano
Creció con las piernas largas y torneadas
Masticaba los trozos de caña del central
aun con sus pequeñitos dientes de leche
y extasiada bebía su zumo dulzón
Quiso ser bailarina y lo logró
por sus bellos ojos negros
y desde luego por sus piernas largas y torneadas
Entre rezar el rosario y bailar los mambos
de moda prefirió lo último que la llevó al cine
europeo y a ser calificada como la Josephine Baker cubana
lo que supone que también fue adicta a los platanitos.
A los diez y siete años ya estaba picada
por los alacranes de la fama
y le tendió un cable a la eternidad
con su escultórico cuerpo de lunares encendidos
Pasaron los días y los años, crecieron las aguas
y ella pudo vencer al diluvio
con películas de western spaguettis
y jarras de vino tinto
Fue puesta en tela de juicio
por un tribunal censor de la época
hasta que finalmente quedó absuelta
de toda complicidad con la fiebre del escándalo
sicalíptico y las bolsas de monedas envenenadas
Tuvo un hijo de su matrimonio
con un afamado productor cinematográfico
y se despidió del mundo a los ochenta y cinco años
con el crédito de la falsa inocencia
y una pizca del pecado original
Su último gesto antes de morir
fue levantar la pierna izquierda
con un acceso de tos clavado en el pecho
y la añoranza del sabor dulzón
de su pueblo natal
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