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Cultura

 

Luis Carlos Coto Mederos  

245

La jibarita

Una noche muy lluviosa,

oscura y oliendo a queso

yo salí pa darle un beso

a una jibarita hermosa.

Diferente fue la cosa,

la madre se despertó

y hasta el vecino gritó:

¡Que se roban la gallina!

Era yo esperando a Trina

y la ingrata no salió.

Pero como el Diablo es

partidario del amor,

yo dominé sin temor

tan horrible lobreguez.

Entonces dije: ¡Rediez,

no saldrá mi jibarita!

Y adentro de la casita

se escuchaba en alto un grito:

¡Ay, como truena! ¡Ay, Bendito!

¡Santa Bárbara Bendita!

Más mojado que un judío

me dejó aquel aguacero

y como un reptil rastrero

me introduje en el bohío.

Cataplum, se formó el lío

porque un loro impertinente

gritó escandalosamente:

¡Levántate mamá abuela

y enciende pronto la vela

que adentro del rancho hay gente!

En la oscuridad se oyó

la indomable batahola

de una vieja tercerola

que tres veces disparó,

Al mismo tiempo que yo

brinqué por una ventana

tumbando una palangana,

un anafe y un farol.

¡Ese día me salió el sol

a las tres de la mañana!

Chanito Isidrón

 

246

El mono barbero

Una vez allá en mi tierra

un barbero tuvo un mono

que cuando no estaba a tono

le daba una “enorme guerra”.

No creía en perro ni en perra,

y en la finca del Cornito

me contó el viejo Oscarito

que el barbero se durmió

y cuando se despertó

lo habían pelado “al moñito”.

¡Claro, el mono trasquiló,

al barbero fanfarrón!

lo rasuró sin jabón,

y el tipo ni se enteró.

El bigote le quitó

y cuando llegó el primero

de la cola dijo: ¡quiero

un “corte tipo cosaco”!

mirando en Juan, al macaco

y en el macaco, al barbero.

Entonces Juan displicente

fingiendo que se afeitaba

su pescuezo enjabonaba

distraído e inocente.

Pensó que el mono “vidente”

imitando su accionar

al intentar rasurar

su garganta de pupilo

daría un corte con el filo

cortando su yugular.

Pero cayó placentero

en los brazos de Morfeo

y al despertar, su deseo

vio intacto con desespero.

El simio cual un obrero

de la navaja en activo,

a la sombra de un olivo

y ante un curioso auditorio

ensayaba el repertorio

con la barbita de un chivo.

Se formó el corre y te corro

y el mono salió perdiendo

tuvo que salir corriendo

como un “propulsión a chorro”.

Y en el pueblo de Cascorro,

donde el chismoso hace ola,

me dijo la vieja Lola

que ha visto en la barbería

un barbero que tenía

muy larga y peluda cola.

Mario Espinosa Avila

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