Hortencia Sánchez
Intentando la sincera reflexión por el Día Internacional de la Mujer, realizamos una exposición y una charla con temáticas femeninas en el Taller de Terapia Ocupacional Bicentenario, lugar al que acuden mujeres de la tercera edad, algunas ya de hasta 90 años. Son, sin duda, valiosos los recuerdos y reflexiones que nos compartieron.
La maestra Mirna Ocampo nos comentó que su madre vivió sirviendo y atendiendo a la familia, pero al final de su vida sus hijos la atendieron con esmero y dedicación; que a ella le ha tocado tener más ventajas, no obstante de alguna manera se continúa con la idea de servir al varón para que esté contento.
La maestra Victoria Ayala narró que su madre se dedicó de tiempo completo a la educación y desarrollo de sus catorce hijos, quienes pudieron llevarla, ya grande, a conocer Europa y Estados Unidos; que le enseñó la fortaleza y el entender que a pesar de quedarse viudas la vida continúa y lo tenían que asumir de manera optimista.
Esther Castillo nos compartió la lucha a la que se enfrentó al quedar sola y educar a sus hijos.
Julia Aznar escribió: “Hoy el mundo conmemora el Día Internacional de la Mujer, reflexionando un poco, recordé la vida que llevaban las madres, tías, abuelas, cuando en su época todo giraba en derredor de su gran jefe (marido), no podían tomar decisión si no consultaban al señor, lo mejor de la comida era para él, la ropa bien lavada, bien planchada y cuidado con hacer ruido cuando descansaba. Si al niño le pasaba algo o se enfermaba, seguro la culpa era de la mujer, por no cuidarlo bien. Así pasaban su vida hasta llegar a la vejez, ya no solo con regaños del jefe, sino también con los de los hijos. Muchas veces una sombra, un bulto en algún lugar de la casa. Ahora que analizo mi vejez me doy cuenta que me tocó todavía algo de ese sometimiento, pero aunque falta mucho por hacer ya luchamos por tener voz, por ser nosotras sin pedir opinión o permiso, nos revelamos y peleamos por nuestros derechos de ser, de opinar, de sentir, de gozar nuestros momentos. No ha sido fácil romper con tantos años de ataduras, pero estoy segura de que estamos avanzando”.
Aida Domínguez, quien también es una usuaria del taller, cuando hay eventos suele venir acompañada de su madre, mujer que ya cuenta con casi noventa años. Para Aida su madre es un gran pilar. Nos comparte que ha llevado una vida sencilla atendiendo a su esposo e hijos, colocando sus prioridades en último plano; que, aunque casi siempre fue sumisa, un día se enfrentó a su marido y, pese a que este no quería, ella entró a trabajar, alcanzando a ser jefa, gracias a su responsabilidad y compromiso.
“Creo que tanto hombres como mujeres debemos tener las mismas oportunidades, en el trabajo, en el estudio. Falta mucho para llegar a la equidad de género, para que se reconozca la importancia y valía de la mujer”, concluye.
Con estas palabras damos fin a la participación de las experiencias de las adultas mayores.
Siempre ha llamado mi atención que se escriba información encaminada a guiar al género femenino. Una de las usuarias me comentaba que ella recibió un libro, regalo de su madre, donde había información de cómo comportarse, vestirse, formarse.
Hojeo una Enciclopedia de la mujer, de 1973, en el tomo 4, “Vacaciones y tiempo libre”, que dice:
“Respecto al marido no hay que preocuparse en exceso, ya que al quedarse solo en casa va a pasar por tres etapas diferentes”.
“La primera: Tristeza, que calmara con un trago.
”La segunda: Sentirse soltero, comer fuera y convivir con los amigos.
”La tercera: Ante el tiradero de la casa, extrañar a su mujer y ya querer que vuelva”.
Y también explica cómo debe ser la comunicación por carta o teléfono, haciendo preguntas sobre la salud, el tiempo, etc., pero nunca deberá realizar aquellas que manifiesten ciertos recelos. Que una carta de esposa debe ser siempre una carta de amor, por lo que no ha de haber la menor ironía.
Me da gusto percibir que el rol de la mujer ha cambiado, por lo que seguramente ya no le es necesario documentarse de cómo es la mejor manera de vivir las diferentes etapas de su vida.
Me agrada compartir los recuerdos de las mujeres de la tercera edad que, de alguna manera, ahora viven su etapa de abuelas en mejores condiciones que sus antecesoras.
Ojalá las nuevas generaciones valoraran la lucha que ellas realizaron en pro de mejores condiciones de vida y desarrollo de las mujeres contemporáneas.
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