281
Condones, por favor
En la farmacia un señor
le dijo a la dependiente:
He venido solamente
para aclarar un error,
los condones, por favor,
no me están saliendo bien.
Y un viejito del andén
dijo, levantando un brazo:
Comunícale de paso
que se joroban también.
Julio Martínez
282
Una farmacia en Navajas
Un campesino llegó
a una farmacia en Navajas
y de Viagra cuatro cajas
al punto solicitó.
La mujer le preguntó:
¿Tiene la receta ahí?
Y el hombre le dijo así
con su típico lenguaje:
La receta no la traje
pero el enfermo está aquí.
Orestes Pérez
283
Autorretrato
Llegué a los ochenta y cinco
y, por lo viejo que estoy,
ya cada paso que doy
me parece que es un brinco.
Si me arrodillo me hinco,
si me apuro me estropeo,
si me agacho me mareo
y –cuando voy caminando–
siento que de vez en cuando
se me escapa algo muy feo.
Luis Gómez
284
La máquina de coser
Fui a visitar a una isleña
muy vieja y amiga mía
a una casa que tenía
de tejas, pero hecha leña.
La sala era muy pequeña,
solo un cuarto desahogado
y un catre desbaratado,
propiedad de su marido
antes de haber fallecido
por un gripe mal cuidado.
La vieja tuvo renombre,
yo desde niño sabía
que era modista y que hacía
ropa de mujer y de hombre.
Dijo al verme: No se asombre,
que hoy quiero un favor, pepillo.
Pero no era tan sencillo,
era empujar y meter
la máquina de coser
al cuarto por un pasillo.
El pasillo estaba estrecho
y oscuro, no se veía,
era largo, y yo tenía
que darle al asunto el pecho.
Yo me puse más derecho
que una vela en realidad.
Me dijo: Ten voluntad
y empuja con decisión.
Y en el primer empujón
la metí hasta la mitad.
Singer y sin engrasar,
era de hierro una bola
y eso era claro, ella sola
no la podía empujar.
Meterla en aquel lugar
era un sacrificio orondo;
pero otra vez correspondo
con fuerza y con decisión
y, en el segundo empujón,
casi la metí hasta el fondo.
Yo por irme estaba loco
pero ella no renunciaba
al pedazo que faltaba,
aunque faltaba muy poco.
Nuevamente me coloco
al lado de la gaveta.
Ella me dice: La meta
es meterla en el rincón.
¡Y en el tercer empujón
sí se la metí completa!
Bueno, acabé sin resuello
y agotado de empujar.
No me quisiera acordar
ni un momento más de aquello.
Casi que fue un atropello
tanto empujar y meter;
pero ustedes van a ver
que en esta vida compleja
yo no le empujo a otra vieja
la máquina de coser.
Héctor Peláez Agüero