Cultura

Von Karajan en la vida de Mariss Jansons

Muy lejos estaba de suponer el director letón Mariss Jansons que su providencial encuentro con Herbert von Karajan tendría como colofón la gratificación que acaba de conquistar: el premio que lleva el nombre del mítico conductor de orquesta alemán.

Von Karajan viajó en 1968 a la Unión Soviética con la Filarmónica de Berlín y los anfitriones quisieron que el maestro apreciara el desenvolvimiento de los más aventajados discípulos en el arte del manejo orquestal. Jansons era el más joven de los doce seleccionados, frisaba el primer cuarto de siglo de su existencia y poseía títulos como violinista y director coral en el Conservatorio de Leningrado (San Petersburgo).

Impresionó tanto al viejo lobo alemán que este lo invitó a perfeccionar el oficio con él, lo acogió en la austriaca Salzburgo, habló con las autoridades soviéticas para que cubriera la plaza de asistente en Berlín y lo incitó a inscribirse en 1971 en el Concurso Internacional de Dirección Herbert von Karajan donde obtuvo el segundo premio, bueno para comenzar una exitosa y ascendente carrera.

Jansons recibirá el próximo 14 de abril el premio Von Karajan, de manos de la viuda del célebre director, durante una velada del Festival de Pascua de Salzburgo, en la que estará al frente de la Staatskapelle de Dresde, en un programa conformado por la Sinfonía militar, de Franz Joseph Haydn, y la Cuarta sinfonía, de Gustav Mahler.

La trayectoria vital de Jansons está salpicada de hitos significativos desde su nacimiento, en una Riga ocupada por las hordas hitleranas que asesinaron a su abuelo materno. El padre, destacado violinista, quiso que siguiera su ejemplo, pero tras estudiar el instrumento se inclinó por la batuta.

En 1979 ganó el puesto de director de la Filarmónica de Oslo, que mantuvo por dos décadas, hasta que renunció en medio de una disputa con los directivos de la institución y la alcaldía de la capital noruega debido a que no atendieron sus reclamos de mejorar las condiciones acústicas de la sede.

Antes había simultaneado como huésped principal de la Filarmónica de Londres, con la que grabó una de las mejores versiones contemporáneas de la Sexta sinfonía, de Mahler.

Oslo resultó una página difícil de superar. La ciudad fue testigo del crecimiento de su estatura artística y también de un episodio que casi le cuesta la vida, cuando en medio de la representación de La bohemia, de Puccini, sufrió un ataque cardiaco.

A principios de este siglo cruzó el océano Atlántico fichado en los Estados Unidos por la Sinfónica de Pittsburgh, pero en 2004 abandonó al aducir que en sus viajes frecuentes de ida y vuelta al continente europeo el jet lag se le hacía insoportable.

En 2006 cumplió uno de los sueños más caros a todo director: conducir la Filarmónica de Viena en el Concierto de Año Nuevo. No sería esta la única vez; en 2012 y 2016 repitió a solicitud de los músicos de la afamada agrupación, con la que logró en el otoño de 2018 un exultante éxito al enrumbar la puesta en escena de la ópera La dama de picas, de Chaikovski, en Salzburgo, protagonizada por el tenor Jonas Kaufmann.

Practicante del culto luterano, en 2007 recibió de buen grado la encomienda de presentar la Novena sinfonía, de Beethoven, ante el Papa Benedicto XVI y 7000 invitados en el Vaticano. Otro de los momentos cenitales de su carrera tuvo lugar en Amsterdam, cuando junto al pianista chino Lang Lang fue invitado a encabezar la gala conmemorativa del aniversario 125 de la orquesta del Royal Concert Hall.

Desde hace más de un decenio, Jansons ostenta la titularidad de la Sinfónica de la Radiodifusión Bávara, donde relevó a Lorin Maazel. Con este organismo ha llevado a cabo una política de repertorio basada en la ejecución de la gran tradición germánica.

Mas si se trata de premios a su obra fonográfica, los ha obtenido con compositores de otras culturas. Con la Filarmónica de Leningrado registró la Séptima sinfonía, de Shostakovich, merecedora del premio Edison en 1989, y quince años más tarde con la orquesta del Concertgebouw, de los Países Bajos, obtuvo el Dutch Luister mediante la Sinfonía Fantástica, de Berlioz.