Cultura

Los niños en pasajes de la historia de Mesoamérica

Delfín Quezada Domínguez

Hablar de los niños durante el periodo antes de la llegada de los españoles es un tema que trae en sí un reto para la investigación etnohistórica. Decimos lo anterior, ya que son pocos o nulos los estudios sobre temas de la infancia en las sociedades mesoamericanas prehispánicas; no obstante, aquí mostraré algunos pasajes de cómo eran tratados los infantes, su papel en la sociedad maya y los ritos y actividades con las cuales los vinculaban por sus padres o tutores.

Según Fray Diego de Landa, cura franciscano de mediados del siglo XVI, reportó algunas observaciones sobre los niños: por ejemplo, decía que los “los indios de Yucatán son bien dispuesta, altos y recios de muchas fuerzas comúnmente todos estevados (mecos, a buen entender) porque en su niñez, cuando las madres los llevan de una parte a otra van horcajadas en los cuadriles (el llamado jetz´mek). Tenían por gala ser bizcos, lo cual hacían por arte las madres colgándoles del pelo cuando niños, un pegotillo que les llegaba al medio de las cejas; y cuando les andaba allí jugando, ellos alzaban los ojos y venían a quedar bizcos…. Desde niños traían las orejas horadadas para zarcillos. No criaban barba y decían que les quemaban los rostros sus madres con paños calientes, para que no les naciesen” (De Landa, Fray Diego; 1975; Porrúa).

La descripción y sorpresa de Fray Diego de Landa sobre la crianza de los niños mayas es extraordinaria, pues decía que “Criábanlos en cueros, salvo que de 4 a 5 años les daban una mantilla para dormir y unos listoncillos para honestarse como sus padres, y a las muchachas las comenzaban a cubrir de la cintura para abajo. Mamaban mucho porque nunca dejaban, en pudiendo, de darles leche, aunque fuesen de tres a cuatro años, de donde venía haber entre ellos tanta gente de buenas fuerzas. Ciábanse los dos primeros años a maravilla lindos y gordos. Después con el continuo bañarlos las madres y los soles, se hacían morenos; pero eran todos en la niñez bonicos y traviesos, que nunca paraban de andar con arcos y flechas y jugando unos con otros y así se criaban hasta que comenzaban a seguir el modo de vida de los mancebos y tenerse en su manera en más, y dejar las cosas de niños” (De Landa, Fray Diego; 1975; Porrúa)

En asuntos familiares los niños eran entregados a las madres cuando había discrepancias en el matrimonio. Pues se dice que los hombres “cuando repudiaban a sus mujeres, los hijos cuando eran niños los dejábanlos a la madre; si grande los varones, con el padre, y hembras con la madre”. Otro elemento muy importante en la religión maya era lo que Landa supuso era la ceremonia de bautizo de los niños, pues en ella “tenían por costumbre elegir a cuatro hombres ancianos y honrados que ayudasen al sacerdote en la ceremonia el día de la fiesta, y a éstos los elegían juntamente a su gusto con el sacerdote, y en estas elecciones los padres de todos los niños que habían de bautizar entendían siempre que de todos era la fiesta y a estos que escogían llamábanles chaces”. El día del bautismo juntábanse todos en la casa del que hacía la fiesta y llevaban a todos los niños que iban a bautizar a los cuales ponían en orden, de un lado los niños y del otro las niñas, en el patio o plaza de la casa que limpio y sembrado de hojas frescas, tenían. A las niñas poníanles de madrina una mujer anciana, y a los niños un hombre los tuviese a su cargo. Esta larga ceremonia y la cual se encuentra muy bien explicitada en la obra de Landa “Relaciones de las cosas de Yucatán”, se le denominaba EMKU, que significa “la bajada de Dios” según este fraile franciscano.

En otra fiesta donde participaban activamente los niños y niñas, era la fiesta de olob-zab-kamyax, la cual estaba ubicada en el mes maya YAXKIN y que estaría ubicado del 13 al 20 de noviembre en nuestro calendario. Para esta fiesta “se juntaban todos los niños y niñas del pueblo y en vez de embadurnamientos y ceremonias, les daban en las coyunturas de las manos, por la parte de fuera, unos golpecillos…. Dábanles estos golpes para que saliesen expertos oficiales en los oficios de sus padres y madres”. (De Landa, Fray Diego; 1975; Porrúa)

Para las otras culturas de Mesoamérica, la infancia no era más que una forma de preparación para enfrentar las responsabilidades de la vida adulta: el hombre para la guerra y los servicios públicos y religiosos, de acuerdo al estatus social de los padres. La mujer, para el hogar. El ombligo del niño lo enterraban en el campo de batalla; el de la niña, en un rincón de la casa para indicarle que su lugar está en la casa o en las actividades relacionadas con ella.

Bernardino de Sahagún, un religioso que realizó el mejor trabajo de reconocimiento de la cultura mexica en el siglo XVI, expresa en un poema de esa sociedad el verdadero sentir de la niñez. Dice así:

Niño…. Tu oficio y facultad es la guerra,

tu oficio es dar de beber al sol con la

sangre de tus enemigos y dar de comer

a la tierra, que se llama Tlaltecutli, con

los cuerpos de tus enemigos

Niña…. Hija mía… habéis de estar dentro

de la casa como el corazón dentro del

cuerpo… habéis de ser la ceniza con que

se cubre el fuego del hogar; habéis de ser

las trábedes donde se pone la olla. (pp. 384-385)

Feliz Día de los Niños en todo México