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Cultura

Alberto Correa Zapata, periodista y educador tabasqueño

Emiliano Canto Mayén

Nació Alberto Correa Zapata en la localidad tabasqueña de Tacotalpa el 27 de diciembre de 1859. Su padre Juan, algún tiempo inmiscuido en las lides políticas de esta entidad, se desempeñó como maestro de primeras letras, circunstancia por la cual, muy probablemente, nació el amor que Alberto profesó a la enseñanza desde su juventud. Al respecto, el profesor Taracena Padrón relata que para los 1880 el antedicho Juan Correa dirigió la escuela Melchor Ocampo, de Villahermosa, recibiendo el apoyo de su hijo. Consta también que Correa Zapata se desempeñó en tres ocasiones como diputado local y que a finales de la década de 1880 se radicó, de manera definitiva, en la ciudad de México.

Próximo a las más destacadas figuras de la educación pública, tales como Joaquín Baranda y Justo Sierra Méndez, Alberto Correa Zapata fundó el año de 1888 El Escolar Mexicano, publicación quincenal que ostentó el subtítulo de “periódico de instrucción, moral y recreo dedicado a la niñez y a los profesores de enseñanza básica”. El Escolar duró hasta el año de 1889, sin embargo, a pesar de la corta duración de su primer ensayo periodístico, Correa Zapata volvió a intentarlo con La Evolución Económica y terminó enviando sus escritos al Recreo Escolar, de Cunduacán, y a La Enseñanza Primaria que dirigía, en Mérida, Rodolfo Menéndez de la Peña.

En cuanto a su obra, los libros de la autoría de Alberto Correa Zapata demuestran su afán por redactar manuales de enseñanza primaria. Destacaron su Cartilla de astronomía, su Geografía de México, sus Nociones prácticas de moral y su Reseña económica del estado de Tabasco. Su Geografía de México recibió la medalla de bronce de la Exposición Universal de París, en 1889, fue reeditado en múltiples ocasiones y se le declaró texto oficial en los territorios con jurisdicción federal y en los estados de Veracruz, Oaxaca, San Luis Potosí, entre otros.

Como funcionario, a Correa Zapata se le designó director de la Escuela Normal de la ciudad de México, sustituyendo al célebre Enrique C. Rebsamen; al mismo tiempo, ejerció la dirección de la escuela primaria anexa a la antedicha normal de profesores.

Durante su gestión en la dirección de la Normal, Correa Zapata defendió la reforma de los programas de estudio de las escuelas primarias y buscó mejorar la lastimosa situación laboral y económica a que se veían doblegados los profesores de comienzos del siglo XX. Elaboró un proyecto para fundar una Asociación Nacional de Maestros Mexicanos, organización que se creó unos cuantos días después de su deceso, registrado en la capital de la República Mexicana, el 9 de enero de 1909.

Al año siguiente de su extinción física, Alberto Correa Zapata recibió un homenaje. Durante las sesiones de trabajo del Congreso Pedagógico de 1910, cuando un delegado de Tabasco pronunció su nombre, la concurrencia aclamó de pie a su memoria. Tomó entonces la palabra un delegado de Puebla y dijo: “Basta haber vibrado en este recinto el nombre del inolvidable maestro tabasqueño don Alberto Correa Zapata, cuyo recuerdo para nosotros nos es tan querido, para que, a nombre de la Delegación del estado de Puebla que se halla aquí presente y que con honra represento en estos momentos, invite a maestros congresistas y demás concurrencia, para una ofrenda floral a las 8 horas del día de mañana rumbo al Tepeyac, donde descansan los restos de tan ameritado maestro”.

Si esta moción se hizo efectiva, aquel año de 1910 marchó al cementerio de la villa de Guadalupe una comitiva que paró frente a la lápida del maestro Correa Zapata, sencillo monumento funerario donde se veía “un globo terráqueo, asentado sobre un rimero de libros y, al lado, una lámpara encendida, cuya menguada luz no puede competir con los intensos rayos que emite una estrella”.

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