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Cultura

No hay escape para Vázquez Montalbán

Pedro de la Hoz

En uno de los frecuentes viajes a la capital cubana para acopiar el material del libro-reportaje Y Dios entró en La Habana sobre la histórica visita de Juan Pablo II a la isla antillana, Manuel Vázquez Montalbán sostuvo varios encuentros con un colega conocido en los medios periodísticos por estar al tanto de lo humano y lo divino, lo cierto y lo imaginado. Como Manolo insistía en obtener de aquel revelaciones acerca de los entresijos de las relaciones entre el poder político y la jerarquía eclesiástica, el cubano, antes de soltar prenda, decía: “A Montalbán no hay quien se le escape”.

Manolo murió en 2003 durante una estancia de tránsito en Bangkok. A los 64 años, como novelista y periodista, tenía todavía mucha carretera por recorrer. El próximo 14 de junio sería octogenario y nadie lo imagina quieto, apolillado, encerrado en su propia obra. La frase con la que su colega habanero lo recibía, encaja justo en el perfil actual del español: nadie puede escapar de Vázquez Montalbán. Y no es una frase de ocasión, pues es posible verificarla en la actividad editorial y la vida cultural que gira alrededor de nuestra lengua común.

Lectores que llegaron a la adultez en la presente centuria acaban de descubrir con la reedición de Galíndez (Anagrama), la personalidad y el destino del nacionalista vasco Jesús Galíndez, secuestrado en 1956 en Nueva York, transportado en secreto a República Dominicana y desaparecido por el sátrapa Leónidas Trujillo, oscura trama investigada y novelada por Montalbán. La misma casa editorial tiene en punta El pianista y el muy útil e incisivo Diccionario del franquismo, mientras Visor rescata la zona menos conocida del autor, la Poesía completa. Memoria y deseo: 1963-2003, pues es un hecho cierto que la narración policial y el periodismo fueron sus baluartes más firmes.

Aunque en los últimos tiempos se ha puesto de relieve una de las facetas que Montalbán más disfrutó en vida, la de ser un reputado e irreductible gastrónomo. No olvidemos cómo en las novelas protagonizadas por Pepe Carvalho, su carnal Biscúter preparaba y disertaba los más suculentos platos que alguien pueda imaginar, con conocimiento de causa y entrega total. MVM, iniciales que funcionan como credencial literaria, publicó El arte de comer en Cataluña, Contra los gourmets, Tiempo para la mesa, Las recetas de Carvalho, Las nuevas recetas de la cocina catalana y la serie Carvalho gastronómico. Con motivo del 80 aniversario de su nacimiento, en Cataluña se prepara una nueva edición ilustrada de uno de sus últimos reportajes, Boquería, catedral de los sentidos, sobre el popular mercado de especies marinas a un costado de la Rambla barcelonesa.

La noticia más inquietante de la presente saga de MVM es, sin lugar a duda, la novela Carvalho: problemas de identidad (Planeta, 2019), del barcelonés Carlos Zanón, en la que resucita al famoso detective. Para vender la trama, la editorial resume cómo sin saber bien ni por qué, Carvalho anda desgarrado entre Barcelona y Madrid. En Barcelona le quedan los restos de su tribu y el despacho en el que sigue trabajando. En Madrid anda perdido en el laberinto de una mujer casada con un prohombre de la política nacional, y que le ha desestabilizado más de lo que consiguió nadie antes. Todo sucede en 2017 y el detective afronta los problemas de siempre, la desaparición de una prostituta o una vieja amiga que acude en busca de ayuda por un sangriento crimen familiar. En lo personal, la complicidad con Biscúter pasa por horas bajas, y su salud no es la mejor.

Zanón tiene horas de vuelo. Es autor de las novelas Nadie ama a un hombre bueno (2008), 0 (2009), Yo fui Johnny Thunders (2014) y Taxi (2017). Su paso por la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires 2019 repercutió mediáticamente por tratarse de MVM y Carvalho. Entrevistado por el diario argentino Página 12, Zanón explicó: “Había un problema técnico que era la edad del personaje. Si seguíamos la cronología de los libros de Vázquez Montalbán, el personaje tendría como 80 años. Entonces se me ocurrió la idea de que fuera un personaje que hubiera inspirado a su autor. Cuando Vázquez Montalbán llevaba publicadas dos o tres novelas, hacía paralelamente crónicas de sociedad en las cuales él se ponía como personaje y decía que alquilaba un estudio para escribir y en el piso de arriba vivía Pepe Carvalho. Cuando leí eso pensé: ya está; es un personaje que ha inspirado a Vázquez Montalbán, más joven, y además podía colocarle mis fantasmas y no los de Vázquez Montalbán, que fue un niño de la posguerra de una Barcelona que yo no viví. Me gustaba que el personaje odiase a su creador porque le ha vampirizado, pero por otro lado le echa de menos. Esto me permitía que los lectores desde el principio supieran que hay un personaje, un autor y otro autor”.

De ese juego parece haber salido bien librado Zanón. El crítico Miguel Ángel Oeste dictaminó: “Zanón ha escrito una novela magnífica. El desafío de continuar la saga de Carvalho, personaje creado por Manuel Vázquez Montalbán (MVM), era mayúsculo porque tanto el Detective como el Escritor pueblan el mundo de los mitos. Zanón no se ha propuesto revivir la voz de MVM sino ha escrito una novela ambiciosa con su propio estilo, una novela melancólica y despiadada a lo Carlos Zanón”.

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