Manuel Justo de Rubalcava (Tercera Parte)
En el prólogo a su antología “Poesía criollista y siboneísta” dice Jesús Orta Ruiz sobre los protonativistas cubanos como Rubalcava:
“Antes de que el canto criollo se elevara a categoría de sistema poético, de escuela literaria, vivió por decenas de años en la voz de los poetas populares. Es de lamentar que el viento se haya llevado lejos, a las calladas zonas del olvido, tanta poesía ingenua y verdadera lanzada al aire por los precursores orales del criollismo literario”.
Al morir Rubalcava en 1805, la mayoría de sus trabajos se encontraban dispersos y sólo se ha podido rescatar una parte de ellos.
535Idilio(fragmento)
Amor a Lesbia encontró
después que con sus arpones
más de dos mil corazones
en una selva cazó.
Al punto que la miró,
no teniendo más que ver,
le dijo: Date mujer;
pero respondió la impía:
¿Dónde habrá Filosofía
que me pueda convencer?
¿Ni tantos brillos dorados,
ni tantos dulces venenos,
ni tantos dardos, que llenos
traigo de encantos sagrados?
¿No te vencerán los hados
de un Dios ni todo el poder
de quien te sabe querer?
Lesbia sólo respondía:
¿Dónde habrá Filosofía
que me pueda convencer?
Cupido al punto enojado
contra Lesbia desdeñosa,
la sigue: mas presurosa
corre Lesbia por el prado.
Entonces el Dios vendado
tras de ella emprende a correr,
y no pudiéndola ver,
le dice: Verás impía
si hay en mí Filosofía
que te pueda convencer.
Venciste, niño rapaz,
traidor, venciste de mí;
me mata su frenesí,
¿qué más quieres? ¿quieres más?
Toma, pon en tu carjac
aquesa punta homicida
que me ha quitado la vida
con la violencia más fuerte:
Tú has conseguido mi muerte,
mas no he quedado vencida.
Esto dijo la pastora,
y corriendo Amor a ella
le respondió: Lesbia bella,
tú has sido la vencedora.
Si mi punta fue traidora,
su filo quedó mellado,
y yo tan avergonzado
quedé de mi triunfo que,
te herí; pero yo quedé
con tu vista atravesado.
Ya cesarán mis furores,
y ya el rigor de la guerra
se ausentará de la tierra
en que probé mis rigores.
Confieso que son mejores
tus ojos y tu hermosura
que la homicida armadura
de mis saetas, y quiero
dar temple más verdadero
a toda mi travesura.
Desde hoy tienes solamente
el imperio soberano
con que al género humano
haré guerra más patente.
En vano será que intente
todo mi bando enemigo
disputárselas contigo
cuando estando en mi compaña,
entres conmigo en campaña,
y hagas la guerra conmigo.
Ven, Lesbia, vamos sin calma,
alarma toca atrevida,
y no quede alma con vida
ni quede vida con alma.
Conseguiremos la palma,
de los mortales sin cuento,
mueran cuantos al intento
opusieren sus enojos
al veneno de tus ojos,
no a los filos de mi aliento.
Suene la trompa marcial,
vibren tus ojos desdenes,
puesto que en tu mano tienes
todo pecho racional:
Que yo cual tu General,
y tú como mi Heroína,
gritaremos con voz fina
diciendo por dar pavor:
Ya no es quien combate Amor,
sino Lesbia peregrina.
Así dijo, y de la mano
con ternura la tomó,
y luego se encaminó
por lo extendido del llano;
mas Lesbia que lo vio humano,
le dijo con gran placer:
Vamos, pues, los dos a ver,
Amor, en tu compañía,
si hallamos Filosofía
que nos pueda convencer.
Manuel Justo de Rubalcava