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Desde siempre los gobiernos han negado la existencia de los ovnis, así como de seres extraterrestres que han llegado a nuestro planeta. Sin embargo, desde le primer caso en 1947 hasta hace unos cuantos días el Departamento de Estado reconoce la investigación sobre las aeronaves y la presencia de alienígenas en la Tierra, y lo más asombroso, revela que tienen presos y estudian cadáveres de extraterrestres desde aquel primer momento de 1947.

Todavía así, existen personas que no creen en dichas declaraciones, y es que desde siempre ha habido dos bandos de quienes estudian el fenómeno ovni, llamado ufología por sus siglas en inglés. Es decir, existen la ufología, ciertamente con bases, y la ufolatría. Para los defensores de la ufolatría, la ufología no es una ciencia ni una disciplina, sino una forma de fe religiosa. He ahí el temor que se tuvo tantos años de hacerlo público. Nada más tenemos que recordar aquella secta de fanáticos que cometieron, guiados por un loco, un suicidio colectivo, ya que su otra vida sería feliz viajando en la cola de un cometa.

La petición de cambiar el nombre a ufolatría se asienta en varios puntos, entre ellos un deseo confeso de que las observaciones sean a toda costa visitas extraterrestres. En todo caso, la ufología es catalogada por varios autores, como Carl Sagan, como una seudociencia.

El primer problema que se pone para que la ufología sea algo más que una especie de coleccionismo de relatos radica en carecer objeto de estudio. Todas las ciencias marcan un objeto de estudio determinado. Incluso, ciencias de contenido muy amplio, como la biología, se centran en un universo concreto, que en el caso biológico serían los seres vivos. La ufología se basa en lo que no se ha determinado, lo que no se ha podido conocer o identificar, es decir, estudiar todo lo que no es. Se podría concluir que lo realmente analizado es el pequeño número de casos resistentes a explicaciones físicas, aeroespaciales, meteorológicas, astronómicas, psicológicas; con todo, conocidos ufólogos, como nuestro compatriota don Pedro Ferriz Santacruz, un adentrado investigador, sostiene que los casos positivos no muestran un patrón o varios por el que puedan sostenerse conclusiones ni un grupo de características comunes. Cada caso positivo es único.

Pedro Ferriz Santacruz fue un hombre con una imaginación desbordada, padre del estudio del fenómeno ovni, en su programa “Un mundo nos vigila” afirmaba lo anterior, el hecho de que era un 90 % posible que seres extraterrestres nos visitaban, que se conocía casos, pero que el gobierno estadounidense negaba. Mucha gente se burlaba de él o lo creía un charlatán, y he aquí que sucede lo contrario.

Hoy, la Secretaría de Defensa de los Estados Unidos le da la razón a don Pedro y a tantos ufólogos serios. Lo único malo que podría tener don Pedro Ferriz es su hijo, Pedro Ferriz de Con, éste sí que no es de este planeta, pero ni proviene ni vive en el espacio. Está en las profundidades del abismo de la calumnia y la mala leche. Es un diablo con vestido azul y baila con sus congéneres el chachachá…“Cinco brujas montando sus escobas, se pusieron a bailar el chachachá… a bailar diablos chachachá, a la cola a la cola…!”.

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