Luis Carlos Coto Mederos
Juan Cristóbal Nápoles y FajardoXII573El amante celoso
Por la encantadora orilla
que riega el Cubanacay,
donde lindas flores hay
y el sol más hermoso brilla,
donde la tierna avecilla
corta el aire en blando giro,
y vegeta el caguajiro
a orillas de la sabana,
sobre una jaca alazana
iba un rústico guajiro.
Perfecto tipo de aquellos
habitantes primitivos,
con sus ojos expresivos
y con sus negros cabellos.
Tostados, como eran ellos,
este rústico guajiro,
la cumbre azul del Capiro
contemplaba con despecho,
y ahogar no pudo en su pecho
un doloroso suspiro.
Herido su corazón
por el dardo de los celos,
dejaba de sus abuelos
la rústica habitación.
La que amaba en su ilusión
como el ave a la colina,
la que él juzgó dulce y fina,
la que cantaba incesante,
no fue tierna ni constante
cual mi adorada Rufina.
La que su afán bendecía
en noches de mayo y junio,
fue causa de su infortunio
y de su amor se reía;
pero él, que ya conocía
de su amada el abandono,
con ese implacable encono
de los celos más violentos,
al son del agua y los vientos
cantaba con brusco tono:
“Alienta, corazón mío,
y deshecha tus enojos,
no permitas que mis ojos
lloren como llora el río;
pagar con igual desvío
sirva a tu mal de remedio,
disipa tu amargo tedio,
calma tu pesar profundo,
pues dicen que medio mundo
se burla del otro medio.
”Si la hermosa que adoré
está por otro rendida,
si me desprecia y me olvida,
yo también la olvidaré:
Con ella no bailaré
al son de tiples y güiros,
y de mi saña los tiros
pronto le harán conocer
que es peligroso ofender
a nosotros los guajiros.
”Tú entenderás que hay en mí
firmeza y resolución,
y que tengo una razón
más fuerte que el cuyují;
cuando sepas, ¡ay de ti!,
la cólera que reprimo,
verás que mi honor estimo
como hombre de buena ley,
y no soy como el copey
que necesita de arrimo.
”Tu querido y mi rival
ha de pasar más congojas,
más amarguras que hojas
se ven en un guayabal;
¡Ay, desdichado de tal
si yo lo encuentro en el sao!
Más negra que el cucubao
su estrella contemplará,
porque ella perdiz será
y yo seré el guaraguao.
”Si desnudo mi machete,
si le enseño mi cuchillo,
se pondrá más amarillo
que el corazón del fustete:
Si embisto con un tolete
al que en amar te recreas,
mejor es que no lo veas
si yo mi bilis exhalo,
porque nací en Pelo Malo
y tengo malas ideas.
”Adiós, pues!...tu inicua acción
y tus injustos desdenes
me hacen saber que no tienes
virtud en el corazón:
Suspira con tu ilusión,
gózate con tu esperanza,
busca en el tiempo que avanza
un regocijo infinito,
mientras que yo premedito
los golpes de mi venganza”.
Así dijo, y de repente
el pobre amante celoso
se enjugó el sudor copioso
que humedecía su frente.
Alzó la vista impaciente
donde tantas flores hay,
oyó de Cubanacay
el murmullo dulce y blando
y se alejó contemplando
la cumbre del Escambray.