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Por Redacción Por Esto!
5 de Jul de 2019
4 min
Escrito por Redacción Por Esto!
Luis Carlos Coto Mederos
Joaquín Lorenzo Luaces
Poeta de juicios muy diversos y contrapuestos, fue a pesar de su precaria salud un incansable trabajador y propulsor de las letras.
Figuró entre los cultivadores del criollismo y del siboneísmo porque por encima de todo devino un devoto cantor de la tierra que lo vio nacer. Incursionó en el teatro con piezas muy reconocidas y es junto a Gertrudis Gómez de Avellaneda, una de las dos figuras de la dramaturgia más destacadas del siglo XIX cubano.
Nació el 21de julio de 1826 en La Habana.
En unión de José Fornaris, su entrañable amigo, publicó en 1856 “La Piragua”, periódico que aspiraba a ser el órgano del siboneísmo y en el que dio a conocer muchos de sus trabajos en prosa y en verso.
Murió en su ciudad natal el 7 de noviembre de 1867, cuando apenas rebasaba sus cuarenta años de edad.
557
La blusa
Como en el monte sin trillo
quedé al mirarte, señora,
con la blusa tentadora
de color de mamoncillo.
¡Fuera, fuera adornos vanos,
salga mi acento fogoso
al son del tiple armonioso
de los monteros cubanos!
Ellos te admiran ufanos
cuando en tu noble rosillo
por cerrado bosquecillo
al campo sales, señora,
con la blusa tentadora
de color de mamoncillo.
¡Yo te vi! Nunca mis ojos
cometieran tal locura,
porque es perder la cordura
mirar esos labios rojos.
Como deja sus despojos
el totí preso en el millo,
así a tu beldad me humillo
preso en los pliegues, señora,
de la blusa tentadora
de color de mamoncillo.
Me alegra pisar la grama
que el pastoso prado enflora
al despertar de la aurora
cuando salto de la cama.
Luego mi pecho se inflama
si la luna en curvo trillo
quiebra su rayo amarillo,
pero prefiero, señora,
esa blusa tentadora
de color de mamoncillo.
Si me preguntas, Mariana,
lo que más quiero en el mundo,
desde el ancho mar profundo
hasta el fin de la sabana,
mi respuesta, flor temprana,
será decirte sencillo:
Lo que prefiero es el brillo
con que deslumbras, señora,
con la blusa tentadora
de color de mamoncillo.
José Fornaris
(Primera Parte)
Fundador del siboneísmo, tendencia poética basada en las leyendas y tradiciones de los siboneyes, nació en Bayamo en 1827.
Su libro Cantos del siboney, resultó una victoria editorial sin precedentes en 1855. Muchos poetas cubanos de la época siguieron esta pauta a partir de dicha publicación. Todavía hoy tiene gran resonancia en la isla esta poesía que subraya la crueldad de los conquistadores, la vida sencilla de los indígenas, sus idilios, sus juegos campestres, el patriotismo y el sentido de pertenencia de aquellas etnias cubanas.
Algunos críticos la han señalado como seudo poesía, pero el tiempo y su permanencia en la preferencia de muchos les ha ganado la partida.
Hoy, junto al criollismo, es una escuela de impronta fundamental en nuestra cultura.
Fornaris murió en La Habana en 1890.
58
Invitación
Ven, Lola, dulce amor mío,
a mi valle pintoresco,
lleno de flores y fresco
hasta en los meses de estío.
Aquí va pasando un río
por una campiña abierta,
y hay en su linde una huerta
para ti, mi campesina,
y una poza cristalina
de verde bambú cubierta.
Con el rayo matutino
iré al monte apresurado,
mas al volver fatigado
Lola, del bosque vecino,
tú me saldrás al camino
en la calle floreciente
de mangos, y tiernamente
me dirás dulces palabras,
mientras trisquen nuestras cabras
sobre la yerba naciente.
No tendrás aquí el membrillo
que rica yema atesora,
mas sí la miel que elabora
delicado mamoncillo.
No tendrás aquí el tomillo;
ni llena de gracia suma
tan blanca como la espuma
la magnolia abre su broche,
pero sí el galán de noche
que tierra y aire perfuma.
Tendrás cuanto Cuba cría
en sus bosques y collados;
sus tesoros codiciados
tuyos serán, prenda mía.
De cuanto el sol, rey del día,
con sus rayos elabora,
gozarás, luz seductora
de mi cielo bonancible;
y de mi pecho sensible
serás única señora.
(Segunda Parte)
559
A mi amigo de infancia
Vito Posse
Bien colora tu pincel
toda fruta delicada,
desde la fresca granada
al dorado mirabel.
No crecen en el vergel
entre el fragante tomillo,
con tan encendido brillo
ni tan natural belleza,
la transparente cereza,
ni el delicioso membrillo.
Dorado el melocotón
entre las uvas descuella,
con los higos de Marsella,
y las peras de Dijón.
El oloroso limón
vierte su exquisito aroma,
y la codiciada poma
que, ostentando sus colores,
el aire llena de olores
y entre hojas verdes asoma.
Todo es tan bello y lozano
cuanto imagina el deseo: …
mas deja el mundo europeo
por el mundo americano.
Ven, que tu genio cubano
de nuestro eterno jardín
pinte de frutos sin fin
el delicioso tesoro,
teñidos de perla y oro,
ópalo, plata y carmín.
Coloca sobre una cesta
la piña de oro esmaltada,
con estrellas adornada,
hermosa, fragante, enhiesta.
Reina de nuestra floresta
brille siempre virginal,
bajo el cielo tropical
sobre un campo de verdura,
con su talar vestidura,
y su corona imperial.
Con arte y con gracia extrema
bajo el fino pincel brote,
el delicado zapote
de dulce y pajiza yema.
Pinta su sabrosa crema
y su olímpico sabor;
imita ¡oh, caro pintor!
la belleza con que oscila
el almíbar que destila
como lágrima de amor.
Pinta el dulce mamoncillo
en su esmeralda encerrado,
pinta el melón encarnado,
y el sabroso caimitillo.
Pinta el mamey amarillo
que en sus ramas se sepulta,
y la chirimoya inculta,
y al coco, que pintoresco
su licor límpido y fresco
en óvalos verde oculta.
Deja la Europa, pintor,
ven a la América, ven…
que en tan seductor edén
una perla es cada flor.
La noche más esplendor
vierte que en Europa el día;
no hay nada que no sonría,
bajo de tu cielo indiano…
Tu pincel americano
consagra a la patria mía.
José Fornaris
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