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Cultura

Ecos de mi tierra

Luis Carlos Coto MederosJuan Cristóbal Nápoles y Fajardo IV565 La primavera

Ya vino la primavera

sobre nuestros campos bellos

y el sol fulgurante en ellos

fuertemente reverbera.

En la selva y la pradera

cantan ya los ruiseñores,

los zorzales trinadores

alzan alegres el vuelo

y ya se entapiza el suelo

de hierbas, plantas y flores.

Susurran los platanales

al pausado son del viento

y con blando movimiento

se oyen murmurar los mares.

Ostentan ya los palmares

verde pompa de esmeralda,

y del cerro allá en la falda,

para mayor hermosura

el limpio arroyo murmura

y el sol las peñas escalda.

Nubes de varios colores

de tarde en el firmamento,

vagan a merced del viento

formando dulces rumores.

Los humildes labradores

siembran las tierras que abonan,

sus cosechas amontonan,

gozan de dúlcidas calmas,

y a la sombra de las palmas

alegres trovas entonan.

Las guajiritas hermosas

tan sencillas como ufanas,

corren por esas sabanas

detrás de las mariposas.

De las flores más hermosas

contemplan los ramos bellos,

y mientras juegan con ellos

y hacen preciosas guirnaldas,

en sus trigueñas espaldas

lucen sus negros cabellos.

Ya sonríen nuestros prados,

florece el guao en las costas

y en las veredas angostas

rebraman ya los ganados.

Ya los montes escarpados

verdes y bellos se ven,

el Cauto undoso también

un grato murmullo forma,

y mi Cuba se transforma

en un delicioso edén.

Frutos ostentan las jaguas,

los atejes y mameyes,

reverdecen los jagüeyes

y óyense crujir las yaguas.

Fuertes y copiosas aguas

fertilizan los terrenos,

cristalinos y serenos

están ya los lagunatos,

y de noche algunos ratos

se escuchan lejanos truenos.

Todo seduce y encanta

bajo nuestro sol ardiente,

Cuba hermosa y esplendente

su regia frente levanta.

Vegeta la estéril planta

de la sabana en la orilla,

la pura atmósfera brilla,

pare el corojo en las sierras,

brotan flores de las tierras

de nuestra feraz Antilla.

Ya vendrán las noches bellas

en que después de un aguaje

no empañe ningún celaje

el fulgor de las estrellas.

se escucharán las querellas

de las aves nocturnales,

crujirán los colosales

árboles del bosque umbrío,

y oiremos crecido el río

sonar en los pedregales.

También vendrán las mañanas

en que la neblina densa,

extienda su capa inmensa

sobre las verdes sabanas.

Las ceibas americanas

se alzarán sobre los montes,

los melodiosos sinsontes

cantarán acá y allá

y el sol iluminará

los cubanos horizontes.

Yo recorreré cantando

los terrenos que poseo,

y de mi tiple el punteo

será delicioso y blando.

Subiré de vez en cuando

a la elevada colina,

y la flor más peregrina

sabré coger diligente,

para engalanar la frente

de mi adorada Rufina.

¡Oh, deliciosa estación!

¡Epoca de dulce encanto!

Yo te bendigo y te canto

de mi dulce lira al son.

Gratísima inspiración

siento bullir en mi mente,

al cielo elevo la frente,

tus mil bellezas admiro,

y me gozo cuando aspiro

tu fresco vernal ambiente.

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