Cultura

El Malecón

La Habana 500

Texto y fotos:

Enriquito Núñez

Especial para POR ESTO!

Uno de los sitios más visitados de La Habana y que por su extensión es uno y muchos lugares a la vez es el Malecón, una de las avenida más largas de la capital cubana. Este paseo marítimo de 8 kilómetros de longitud nace frente al Prado y discurre frente al mar por el centro de la ciudad y El Vedado hasta llegar al fortín de La Chorrera, en la desembocadura del río Almendares, donde estuvo enclavada la primitiva villa luego de su traslado desde la costa sur de Mayabeque. El Malecón es, junto al Morro y el Prado, uno de los símbolos que identifican La Habana. Este singular muro que guarda la costa habanera de los embates del mar en tiempos de tormentas es también lugar de encuentro y esparcimiento, nido para enamorados, un espacioso paseo peatonal, pista de “jogging” para cubanos y turistas y el sitio preferido por muchísimos aficionados a la pesca de orilla con vara o carrete. En tiempos no muy lejanos, cuando la ciudad no cuidaba tan bien de sus jóvenes, varios puntos del Malecón eran también la playa y coto de pesca submarina de cientos que crecimos en el denominado Monte Vedado, en tiempos de la colonia, y que luego se convirtió en la zona más moderna de capital. Pero la ocurrencia de algunos accidentes determinó la prohibición del baño de mar en esas áreas.

El origen del Malecón habanero se remonta a la segunda década del siglo XIX, cuando ante el crecimiento de la urbe hacia el oeste, el Ayuntamiento se propuso desarrollar aquella zona costera que quedaba fuera de las murallas, un hermoso espacio abierto de arrecifes y montes cerrados y bajos que se extendía desde la entrada de la bahía hasta el torreón de San Lázaro y más allá. Se propuso entonces lo que se dio en llamar “ensanche de extramuros”; el desarrollo civil de esa inmensa área sería la obra más importante de la época, con la construcción de un paseo y un muro frente al mar, precisamente donde los pobladores más pobres solían ir a refrescarse en las azules aguas. Hacia 1859, con la aparición de un ferrocarril urbano que iba por la calle San Lázaro desde el puerto hasta La Chorrera, surgieron los barrios de El Carmelo y El Vedado y la ciudad le encomendó al ingeniero militar Francisco de Albear el proyecto de lo que sería mucho más que un simple paseo marítimo. El conjunto de obras a construir incluía, claro está, una amplia avenida a cuatro metros sobre el nivel del mar y alejada de su orilla, así como un muro de contención, más otras obras de drenaje. El proyecto de Albear le pareció muy caro a la autoridad colonial, con lo que La Habana tuvo que esperar casi medio siglo por su malecón. Fue en 1901, bajo la intervención norteamericana del gobierno de Leonard Wood, que se acomete la construcción, que se fue realizando por sucesivas etapas y duró cerca de cincuenta años, bajo la dirección del ingeniero Mayor W. Black y su ayudante, el teniente W. J. Barden.

El primer tramo ejecutado entre el 6 de mayo de 1901 y 1902 abarcó desde el Paseo del Prado hasta la calle Crespo. Ese primer tramo fue inaugurado el 20 de mayo de 1902, al cesar la intervención yanqui e instaurarse la República. El segundo tramo, de 1902 a 1921, se extendía hasta el Monumento al Maine. El tercero, concluido en los años 30, terminaba en la Avenida de los Presidentes. La última parte y final comenzó en 1948 y culminó en el río Almendares en 1952. La construcción del malecón incluyó desde el principio muchas otras obras aledañas, como la glorieta para la banda municipal en la esquina de Prado, que fue la primera obra civil de hormigón armado en Cuba. En esa misma esquina, donde hoy se alza el nuevo hotel Prado y Malecón, estuvo el exclusivo hotel Miramar. El Unión Club y el Club de Automovilistas, el monumento al Maine, los monumentos a Antonio Maceo y Calixto García.

Durante el azote del ciclón de septiembre del año 1919, el mar levantó en peso el muro y la calzada frente al torreón de San Lázaro, arrojando tierra adentro enormes trozos de hormigón y ocasionando destrozos e inundaciones de consideración, nunca antes vistas. La población y no pocos ingenieros le achacaron el hecho a la construcción del Malecón. En 1921 se hizo el muro desde el Torreón hasta la actual calle 23, sin embargo, a pesar de la polémica desatada por el desastre en el anterior tramo frente a la Caleta; este no se reconstruyó hasta el año 1923. Pero los que vivimos en La Habana sabemos que en ese tramo específico, las inundaciones costeras derivadas de las tormentas invernales y los huracanes son siempre mucho más severas que en otros lugares de La Habana. La prolongación del Malecón hacia el oeste, sería obra de los sucesivos gobiernos: de Gerardo Machado, Carlos Miguel de Céspedes, quien en 1930 lo adelantó hasta la calle G. Ese mismo año se erigió sobre la loma Taganana el Hotel Nacional de Cuba, que corona majestuoso al Malecón. El dictador Fulgencio Batista, continuó la construcción hasta la calle Paseo, donde se erigió el Palacio de los Deportes, lugar que hoy ocupa la Fuente de la Juventud, frente al conocido Hotel Habana Riviera, levantado en 1957 con dinero de la mafia norteamericana.

Desde 1950 se pensó en prolongar el Malecón hasta la calle 12 del Vedado, para continuar con la avenida Primera del reparto Miramar a través de un gran puente colgante, pero ese proyecto cedió su lugar a la construcción en 1958, frente a La Chorrera, del túnel bajo el río Almendares, que un año después enlazó finalmente el Malecón con la también emblemática Quinta Avenida.

El Malecón de La Habana, que ha sido motivo de inspiración de no pocos compositores y poetas, con su ancha avenida de seis carriles y ocho kilómetros de longitud, su célebre muro, al que alguien calificó con razón como “el banco más largo del mundo”, es la vía más rápida de la ciudad, un lugar de obligada referencia en el paisaje de la capital, pero no solo por su importancia como obra civil y urbanística. El Malecón ha sido testigo también de innumerables hechos históricos, políticos y sociales. Durante décadas los carnavales habaneros han tenido su escenario en esa famosa vía, que anualmente, y durante tres semanas del verano se convierte en una multitudinaria fiesta popular. La carrera automovilística por el Campeonato Mundial en 1957, organizada por el dictador Batista para ofrecer una imagen de tranquilidad en la ciudad en plena guerra de liberación, resultó un fracaso, debido al secuestro del astro del volante argentino Juan Manuel Fangio por un comando de jóvenes combatientes del Movimiento 26 de Julio. Durante la Crisis de Octubre de 1962, el malecón se convirtió en una larga trinchera repleta de soldados y con sus armas antiaéreas mirando al norte y dispuestos a enfrentar un ataque imperialista. Finalmente, la Marcha del Pueblo Combatiente, en la que un millón doscientos mil habaneros con el Comandante en Jefe Fidel Castro al frente desfilaron por el Malecón frente a la Oficina de Intereses de los Estados Unidos de Norteamérica contra el terrorismo, en mayo de 2005, le han conferido al Malecón una importancia cardinal entre los lugares más bellos y atractivos de la capital de los cubanos, la centenaria ciudad de La Habana.