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Cultura

¿Cómo se recopiló y se dio orden al conocimiento de la humanidad?

Pilar Faller Menéndez

El intento comenzó en el año 77 de nuestra era

“El conocimiento es poder”, esta frase la hemos escuchado más de una vez, y hay quienes en el afán de saber más lo cultivan. Detrás de éste, hubo que hacer una clasificación con el fin de facilitarnos la búsqueda del mismo. Fue un detonante que cambió la historia, ya que el saber se encontraba solamente en manos de algunos, y hoy en día se nos presenta la posibilidad de cultivarlo mostrándonos una nueva forma de concebir el mundo e incluso nos brinda poder.

Fue desde la antigüedad que se realizaron esfuerzos para poder recopilar “todo el conocimiento humano”, una muestra de ello fue la obra que realizó Plinio “el Viejo”, quien fue un escritor y naturalista que realizó estudios e investigaciones sobre los fenómenos naturales, etnográficos y geográficos en la Historia Natural que constaba de 37 tomos en el año 77 de la era actual, en la que hizo el intento de sintetizar el saber del Mundo Antiguo en compendios de múltiples obras como las bibliotecas. Desgraciadamente, a pesar de la obra que realizó dividiéndola por temas que abarcaban lo físico, lo geográfico incluyendo lo espiritual, no pudo crear un método de búsqueda ni de organización. Había una clara necesidad de poder clasificar, estableciendo categorías para cada tema, con el fin de poder comprenderlas y conocer la naturaleza de cuanto nos rodea.

Antes de Isaac Newton, quien estableció el método científico, las ciencias eran un cúmulo de disciplinas desordenadas, que se mezclaban con las artes, y que a hasta finales de la Edad Media, eran conocidas como las “Siete artes liberales”. Las cuales fueron divididas en dos grupos: a uno de estos grupos se le llamó el trívium, y era el que contenía lo que estuviera relacionado con la elocuencia, como la gramática, la retórica y la dialéctica. El otro grupo llamado quadrivium, lo conformaban la aritmética, la astronomía, la geografía y la música. Y aunque esto no nos parezca del todo congruente y accesible para buscar información, los filósofos de la Alta Edad Media, se esmeraron en reordenar tanto el trivium como el quadrivium, a fin de encontrar un orden que fuera total sobre el conocimiento, que aunque fue el principio de la clasificación, no era todavía suficiente.

A San Isidoro de Sevilla se le atribuye la redacción de las Etimologías entre los años 627 y 630, el cual consistía en 20 libros que describían las ciencias de su época, y lo más relevante, que fue el origen y el significado de las palabras.

A lo anterior, surgieron documentos que plantearon una metodología del orden del saber y fue la Suda, el cual fue un compendio histórico que hablaba sobre el mundo mediterráneo, el cual fue escrito en griego por los eruditos bizantinos en el siglo X. Este libro tuvo un gran aporte, ya que estaba ordenado en forma alfabética, con la posibilidad en encontrar en él 30 mil opciones de búsqueda.

En China, aproximadamente en el año 1403, el emperador Yongle perteneciente a la dinastía Ming, ordenó a cerca de dos mil eruditos reunir todos los documentos antiguos. Cinco años más tarde, lograron la compilación de 22, 877 manuscritos impresos en 11,095 libros, los cuales tenían temas como la arquitectura, el arte, la astronomía, geología, naturaleza, historia, religión y tecnología. Desgraciadamente, en la actualidad solamente se conservan 400 volúmenes de este arduo trabajo realizado.

Robert Darnton, un reconocido investigador cultural norteamericano de nuestra era, dijo algo muy cierto: “Si nos detuviéramos a seguir todas las categorías que existen para ‘organizar la vida’, nunca haríamos otra cosa”.

En el siglo XIII, un monje franciscano inglés llamado Roger Bacon, tuvo acceso a las obras que los árabes rescataron del Mundo Antiguo, como libros de las culturas helénicas y romanas, los cuales habían permanecido ocultos en Bizancio, y que los sabios de Toledo tradujeron del griego antiguo y del latín a otros idiomas.

Bacon insistía en que los teólogos debían conocer las Escrituras en sus idiomas originales, para no dar lugar a otras interpretaciones, y que el conocimiento no podía estar limitado a la formación religiosa. En su época, las “ciencias” no se sustentaban con experimentos ni métodos de comprobación, sino que solamente se basaban en la “tradición aristotélica”, por lo que Bacon comenzó a realizar experimentos, y logró encontrar errores en el calendario juliano adelantándose tres siglos de que éstos fueran adoptados por el Papa Gregorio XIII en 1582. En 1267, Bacon escribió Opus Maius, donde establece que era necesario un método para confirmar cualquier información, con el fin de poder categorizar las ciencias, la filosofía, la moral y la ética, método que era una base para ordenar el conocimiento humano. Debido a la época en la cual escribe este libro, éste está influenciado por la religiosidad, la cual se consideraba fundamental en el establecimiento de un método científico, así como en la clasificación del saber.

El origen del conocimiento avanzaba, aunque no era suficiente. Algunas obras ya llevaban el nombre de Enciclopedia, un término de origen griego que tiene como significado la unión de las ciencias, aunque éstas, desgraciadamente, contenían información influenciada por criterios personales, ya fuera del Estado o religioso, y carecían de un método de clasificación riguroso.

En 1605 el filósofo y político inglés Francis Bacon presentó El avance del conocimiento, en el cual estableció dos ramas para poder clasificar el saber: el conocimiento humano y el conocimiento divino. Al conocimiento humano lo dividió en memoria, imaginación y razón. Consideraba que la base de la memoria era la historia, y que ésta se dividía en natural, civil, eclesiástica y literaria.

Esta forma en la que Bacon dividió sus dos árboles, obligaba a reconocer la existencia de Dios, pero al mismo tiempo que el criterio cristiano no influyera ni interfiriera con los resultados del método científico que empezaba a surgir. Por lo que decía que “No debemos intentar deducir o someter los misterios de Dios a nuestra razón”, así como “el gran daño que la religión y la filosofía habían sufrido al ser mezcladas; pues de esto ha resultado una religión herética y una filosofía imaginaria y fabulosa”. El ordenar el conocimiento bajo este criterio, no tendría consecuencias, hasta el siglo XVIII que fue cuando los franceses Diderot y D’Alambert retomaron el esquema de Bacon para poder redactar su Enciclopedia considerada faro del conocimiento de la Ilustración, en la cual Diderot y D’Alembert reunieron todo el conocimiento del siglo XVIII.

La idea de la Enciclopedia fue del editor francés André Le Bretón cuando quiso publicar una traducción de la Cyclopedia Británica, elaborada por Ephraim Chambers en 1728, pero esta idea no prosperó, por lo que Bretón la dejó en manos de Diderot y D’Alembert, los cuales transformaron de una traducción a una fuente de conocimiento que era mucho más amplia y que expandía los conocimientos.

La Enciclopedia utilizó el árbol de los conocimientos humanos de Francis Bacon, así como “El discurso del método de Descartes”. Esta obra cultural y científica comprendía 35 volúmenes, de los cuales 17 eran de texto, 11 de grabados, 4 eran suplementos y 2 eran los índices que incluían un suplemento de grabados.

La tecnología y los métodos modernos de la actualidad, nos han permitido poder disponer del conocimiento mucho más que antes. Es digno de reconocer todos los esfuerzos realizados por distintos actores a través de la historia, que lograron dar una estructura y un orden al conocimiento humano, que desde su comienzo más primitivo ha contribuido como fuente de los cimientos del conocimiento actual.

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